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27 porque la mujer de otro, la prostituta,
    es como un pozo profundo y estrecho;
28 se pone al acecho como un ladrón,
    y hace que los hombres se conviertan en pecadores.

—18—

29 ¿Quién se queja? ¿A quién le duele?
    ¿Quién se mete en líos? ¿Quién gime?
¿Quién es herido sin razón?
    ¿Quién tiene los ojos morados?

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