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25 ¡Por eso, alegra a tu padre y a tu madre!
    Que sea feliz la que te dio a luz.

26 Oh, hijo mío, dame tu corazón;
    que tus ojos se deleiten en seguir mis caminos.
27 Una prostituta es una trampa peligrosa;
    la mujer promiscua es tan peligrosa como caer en un pozo estrecho.

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