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30 Los azotes hieren pero curan la maldad;
el castigo purifica lo más recóndito del ser.

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porque el Señor disciplina al que ama,
y azota a todo el que recibe como hijo.»(A)

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Buenos administradores de la gracia de Dios

Puesto que Cristo sufrió por nosotros en su cuerpo, también ustedes deben adoptar esa misma actitud, porque quien sufre en su cuerpo pone fin al pecado, para que el tiempo que le queda de vida en este mundo lo viva conforme a la voluntad de Dios y no conforme a los deseos humanos.

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