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Las riquezas mal habidas no tienen ningún valor duradero,
    pero vivir debidamente puede salvar tu vida.

El Señor no dejará que el justo pase hambre,
    pero se niega a satisfacer los antojos del perverso.

Los perezosos pronto se empobrecen;
    los que se esfuerzan en su trabajo se hacen ricos.

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