Las riquezas mal habidas no sirven de nada,
    pero la justicia libra de la muerte.

El Señor no deja sin comer al justo,
    pero frustra la ambición de los malvados.

Las manos ociosas conducen a la pobreza;
    las manos diligentes atraen riquezas.

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Las riquezas mal habidas no son de provecho,
pero la honradez libra de la muerte.

El Señor no deja con hambre al que es bueno,
pero impide al malvado calmar su apetito.

Poco trabajo, pobreza;
mucho trabajo, riqueza.

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De muy poco aprovecha
el dinero mal ganado.
Lo que vale es la honradez,
pues te salva de la muerte.

Dios calma el hambre de la gente buena,
pero no el apetito de la gente malvada.

Si no trabajas, te quedas pobre;
si trabajas, te vuelves rico.

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