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Ahora pues, hijos, oídme,

Y no os apartéis de las razones de mi boca.

Aleja de ella tu camino,

Y no te acerques a la puerta de su casa;

Para que no des a los extraños tu honor,

Y tus años al cruel;

10 No sea que extraños se sacien de tu fuerza,

Y tus trabajos estén en casa del extraño;

11 Y gimas al final,

Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,

12 Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo,

Y mi corazón menospreció la reprensión;

13 No oí la voz de los que me instruían,

Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

14 Casi en todo mal he estado,

En medio de la sociedad y de la congregación.

15 Bebe el agua de tu misma cisterna,

Y los raudales de tu propio pozo.

16 ¿Se derramarán tus fuentes por las calles,

Y tus corrientes de aguas por las plazas?

17 Sean para ti solo,

Y no para los extraños contigo.

18 Sea bendito tu manantial,

Y alégrate con la mujer de tu juventud,

19 Como cierva amada y graciosa gacela.

Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,

Y en su amor recréate siempre.

20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,

Y abrazarás el seno de la extraña?

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Pues bien, hijo[a] mío, escúchame
    y no te apartes de mis palabras.
Aléjate de la adúltera;
    no te acerques a la puerta de su casa,
para que no entregues a otros tu vigor
    ni tus años a gente cruel;
10 para que no sacies con tu fuerza a gente extraña,
    ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos.
11 Porque al final acabarás por gemir,
    cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido.
12 Y dirás: «¡Cómo pude aborrecer la corrección!
    ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina!
13 No atendí a la voz de mis maestros
    ni presté oído a mis instructores.
14 Ahora estoy al borde de la ruina
    en medio de toda la comunidad».

15 Bebe el agua de tu propio pozo,
    el agua que fluye de tu propio manantial.
16 ¿Habrán de derramarse tus fuentes por las calles
    y tus corrientes de aguas por las plazas públicas?
17 Son tuyas, solamente tuyas,
    y no para que las compartas con extraños.
18 ¡Bendita sea tu fuente!
    ¡Sé feliz con la esposa de tu juventud!
19 Es una gacela amorosa,
    es una cierva encantadora.
¡Que sus pechos te satisfagan siempre!
    ¡Que su amor te cautive todo el tiempo!
20 ¿Por qué, hijo mío, dejarte cautivar por una adúltera?
    ¿Por qué abrazarte al pecho de la mujer ajena?

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Footnotes

  1. 5:7 hijo. El hebreo dice hijos.