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Moisés era un hombre muy humilde. En toda la tierra no había nadie más humilde que él. El Señor llamó a Moisés, Aarón y María, y a los tres les ordenó ir al tabernáculo de reunión. Allí el Señor descendió en la columna de nube, se detuvo a la entrada del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María. Los dos acudieron, y el Señor les dijo:

«Escúchenme bien. Cuando haya entre ustedes profeta del Señor, yo me apareceré a él en una visión, y le hablaré en sueños. Pero con mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa, no lo hago así,(A) sino que con él hablo cara a cara, claramente y sin misterios. Él puede ver mi apariencia. ¿Por qué se atreven a hablar mal de mi siervo Moisés?»

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24 Por la fe, cuando Moisés ya era adulto, rehusó llamarse hijo de la hija del faraón,(A) 25 y prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios, antes que gozar de los deleites temporales del pecado,

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