Add parallel Print Page Options

Nuestros enemigos estaban tratando de asustarnos creyendo que así íbamos a suspender las obras, pero yo oré: «Dios mío, dame más fuerzas». 10 Un día fui a la casa de Semaías, hijo de Delaías y nieto de Mehitabel. Él estaba encerrado en su casa y me habló muy preocupado:

—Nehemías, vayamos a la casa de Dios y quedémonos dentro del templo con las puertas cerradas porque vendrán esta noche a matarte.

11 Pero yo le contesté:

—¿Por qué tiene que huir un hombre como yo? Yo no le debo nada a nadie para tener que entrar al templo a salvar mi vida. Yo no tengo porque esconderme de nadie.

Read full chapter