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10 Cuando yo entré en casa de Semaías, hijo de Delaía, hijo de Mehetabel, que estaba encerrado allí(A), él dijo: «Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen a matarte, vienen de noche a matarte». 11 Pero yo dije: «¿Huir un hombre como yo(B)? ¿Y acaso uno como yo entraría al templo para salvar su vida? No entraré».

12 Entonces me di cuenta de que ciertamente Dios no lo había enviado, sino que había dicho su profecía contra mí porque Tobías y Sanbalat le habían pagado.

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