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12 Cada albañil tenía una espada ceñida a la cintura y así realizaba su labor. A mi lado estaba permanentemente alguien que tocara la corneta.

13 Dije a los nobles, a las autoridades y al resto del pueblo:

— La obra es extensa y estamos desperdigados a lo largo de la muralla, lejos los unos de los otros. 14 Así que cuando oigan el sonido de la corneta acudan allí para ayudarnos. Nuestro Dios luchará por nosotros.

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