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35 Los sacerdotes, los levitas y el pueblo echamos también a suertes para ver a qué familias correspondía traer cada año al Templo de nuestro Dios, por turno y en el tiempo determinado, la ofrenda de leña para quemarla sobre el altar del Señor, nuestro Dios, como está escrito en la ley. 36 Nos comprometimos asimismo a presentar cada año en el Templo de nuestro Dios los primeros frutos de la tierra y de cualquier clase de árbol, así como los primogénitos de nuestros hijos y de nuestro ganado, tal como está escrito en la ley. 37 Los primogénitos de nuestras vacas y ovejas los traeríamos al Templo de nuestro Dios para los sacerdotes que ofician en el mismo.

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