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y le dije:

«SEÑOR, Dios del cielo, grande y maravilloso, tú eres fiel a tu promesa de amar a los que te aman y obedecen tus mandamientos.

»Yo, tu siervo, te ruego que escuches la oración que hago día y noche por tus siervos, los israelitas. Confieso que los israelitas hemos pecado, incluso mi familia y yo hemos pecado contra ti. Los israelitas hemos actuado muy mal ante ti y no hemos obedecido los mandamientos, órdenes y leyes que le diste a tu siervo Moisés.

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