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Cuando oí estas palabras, me senté y lloré; hice duelo algunos días, y estuve ayunando y orando(A) delante del Dios del cielo(B). Y dije: «Te ruego, oh Señor, Dios del cielo, el grande y temible Dios, que guarda el pacto y la misericordia(C) para con aquellos que lo aman y guardan Sus mandamientos(D), que estén atentos Tus oídos y abiertos Tus ojos para oír la oración de Tu siervo, que yo hago ahora delante de Ti(E) día y noche por los israelitas Tus siervos, confesando los pecados que los israelitas hemos cometido contra Ti(F); sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado(G).

»Hemos procedido perversamente contra Ti y no hemos guardado los mandamientos, ni los estatutos, ni las ordenanzas(H) que mandaste a Tu siervo Moisés(I). Acuérdate ahora de la palabra que ordenaste a Tu siervo Moisés: “Si ustedes son infieles, Yo los dispersaré entre los pueblos(J); pero si se vuelven a Mí y guardan Mis mandamientos y los cumplen, aunque sus desterrados estén en los confines de los cielos(K), de allí los recogeré y los traeré(L) al lugar que he escogido para hacer morar Mi nombre allí(M)”. 10 Ellos son Tus siervos y Tu pueblo, los que Tú redimiste con Tu gran poder y con Tu mano poderosa(N). 11 Te ruego, oh Señor, que Tu oído esté atento ahora a la oración de Tu siervo y a la oración de Tus siervos(O) que se deleitan en reverenciar Tu nombre. Haz prosperar hoy a Tu siervo, y concédele favor delante de este hombre».

Era yo entonces copero del rey(P).

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