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»Y es que nuestros enemigos querían amedrentarnos, y desanimarnos para que no termináramos las obras de restauración.

»Dios mío, ¡fortalece mis manos!

10 »Poco después fui a casa de Semaías, el hijo de Delaía y nieto de Mehitabel, que estaba encerrado en su casa. Al verme, dijo: “Te aconsejo que vayamos a la casa de Dios, y que cerremos las puertas, porque tengo entendido que esta noche tus enemigos vienen a matarte.”

11 »Pero yo le dije: “Los hombres como yo no corren a esconderse. ¡Y menos en el templo! ¡No por salvar mi vida voy a esconderme!”

12 »Y es que me di cuenta de que Dios no lo había enviado, sino que hablaba así porque Tobías y Sambalat lo habían sobornado 13 para amedrentarme y hacerme pecar, y para que ellos me difamaran y pudieran hablar mal de mí.

14 »Dios mío, ¡toma en cuenta lo que Tobías y Sambalat están haciendo en mi contra! ¡Y no te olvides de la profetisa Noadías, ni de los otros profetas que intentaron amedrentarme!

15 »A pesar de todo, la muralla quedó terminada el día veinticinco del mes de Elul. Tardamos cincuenta y dos días. 16 Y cuando nuestros enemigos de los alrededores lo supieron, se llenaron de miedo, y humillados reconocieron que en la obra que habíamos hecho Dios había estado presente.

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