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Nínive es como un estanque,
    que se desocupa rápidamente.
Les gritan: «¡Alto! ¡Deténganse!»,
    pero nadie hace caso.
¡Agarren la plata! ¡Tomen el oro!
    No hay límite a los tesoros que saquear
    ni a la abundancia de objetos preciosos.
10 Ahora está desolada,
    destruida, devastada.
El corazón de la gente se derrite de miedo,
    las rodillas tiemblan de temor,
se siente un vacío en el estómago
    y las caras palidecen.

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