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Si una mujer, que es aún joven y reside en la casa de su padre, hace una promesa al Señor, y su padre, conocedor de la promesa y de la obligación que ha asumido, no pone objeción a ello, todas las promesas de la joven serán firmes y los compromisos que haya asumido serán válidos. Pero si, al enterarse de las promesas que ha hecho y de las obligaciones que ha asumido, su padre se opone, entonces ni las promesas hechas ni las obligaciones asumidas serán firmes y el Señor no se lo tendrá en cuenta, por cuanto su padre se opuso.

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