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y se presentaron ante Moisés, ante el sacerdote Eleazar, ante los jefes y ante la comunidad en pleno, a la entrada de la Tienda del encuentro, diciendo:

— Nuestro padre murió en el desierto. Él no formó parte de los secuaces de Coré, que se amotinaron contra el Señor, sino que murió por su propio pecado sin dejar hijos varones. ¡Que no se pierda el nombre de nuestro padre entre su clan por no haber tenido un hijo varón! ¡Danos, pues, una propiedad entre los parientes de nuestro padre!

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