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Entonces el Señor los castigó enviando serpientes venenosas, y muchos murieron.

El pueblo acudió a Moisés y llorando le dijo:

―Hemos pecado, al hablar contra el Señor y contra ti. Ora y pídele que eche de aquí estas serpientes.

Moisés entonces oró por el pueblo, y el Señor le dijo:

―Haz una serpiente de bronce y átala en un asta de bandera. Quienquiera que haya sido mordido vivirá con sólo mirar a la serpiente de bronce.

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