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Y él tomó su parábola, y dijo:

De Aram me trajo Balac,

Rey de Moab, de los montes del oriente;

Ven, maldíceme a Jacob,

Y ven, execra a Israel.

¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo?

¿Y por qué he de execrar al que Jehová no ha execrado?

Porque de la cumbre de las peñas lo veré,

Y desde los collados lo miraré;

He aquí un pueblo que habitará confiado,[a]

Y no será contado entre las naciones.

10 ¿Quién contará el polvo de Jacob,

O el número de la cuarta parte de Israel?

Muera yo la muerte de los rectos,

Y mi postrimería sea como la suya.

11 Entonces Balac dijo a Balaam: ¿Qué me has hecho? Te he traído para que maldigas a mis enemigos, y he aquí has proferido bendiciones. 12 Él respondió y dijo: ¿No cuidaré de decir lo que Jehová ponga en mi boca?

13 Y dijo Balac: Te ruego que vengas conmigo a otro lugar desde el cual los veas; solamente los más cercanos verás, y no los verás todos; y desde allí me los maldecirás. 14 Y lo llevó al campo de Zofim, a la cumbre de Pisga, y edificó siete altares, y ofreció un becerro y un carnero en cada altar. 15 Entonces él dijo a Balac: Ponte aquí junto a tu holocausto, y yo iré a encontrar a Dios allí. 16 Y Jehová salió al encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. 17 Y vino a él, y he aquí que él estaba junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab; y le dijo Balac: ¿Qué ha dicho Jehová? 18 Entonces él tomó su parábola, y dijo:

Balac, levántate y oye;

Escucha mis palabras, hijo de Zipor:

19 Dios no es hombre, para que mienta,

Ni hijo de hombre para que se arrepienta.

Él dijo, ¿y no hará?

Habló, ¿y no lo ejecutará?

20 He aquí, he recibido orden de bendecir;

Él dio bendición, y no podré revocarla.

21 No ha notado iniquidad en Jacob,

Ni ha visto perversidad en Israel.

Jehová su Dios está con él,

Y júbilo de rey en él.

22 Dios los ha sacado de Egipto;

Tiene fuerzas como de búfalo.

23 Porque contra Jacob no hay agüero,

Ni adivinación contra Israel.

Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel:

¡Lo que ha hecho Dios!

24 He aquí el pueblo que como león se levantará,

Y como león se erguirá;

No se echará hasta que devore la presa,

Y beba la sangre de los muertos.

25 Entonces Balac dijo a Balaam: Ya que no lo maldices, tampoco lo bendigas. 26 Balaam respondió y dijo a Balac: ¿No te he dicho que todo lo que Jehová me diga, eso tengo que hacer? 27 Y dijo Balac a Balaam: Te ruego que vengas, te llevaré a otro lugar; por ventura parecerá bien a Dios que desde allí me lo maldigas. 28 Y Balac llevó a Balaam a la cumbre de Peor, que mira hacia el desierto.[b] 29 Entonces Balaam dijo a Balac: Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí siete becerros y siete carneros. 30 Y Balac hizo como Balaam le dijo; y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.

24 Cuando vio Balaam que parecía bien a Jehová que él bendijese a Israel, no fue, como la primera y segunda vez, en busca de agüero, sino que puso su rostro hacia el desierto; y alzando sus ojos, vio a Israel alojado por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él. Entonces tomó su parábola, y dijo:

Dijo Balaam hijo de Beor,

Y dijo el varón de ojos abiertos;

Dijo el que oyó los dichos de Dios,

El que vio la visión del Omnipotente;

Caído, pero abiertos los ojos:

¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob,

Tus habitaciones, oh Israel!

Como arroyos están extendidas,

Como huertos junto al río,

Como áloes plantados por Jehová,

Como cedros junto a las aguas.

De sus manos destilarán aguas,

Y su descendencia será en muchas aguas;

Enaltecerá su rey más que Agag,

Y su reino será engrandecido.

Dios lo sacó de Egipto;

Tiene fuerzas como de búfalo.

Devorará a las naciones enemigas,

Desmenuzará sus huesos,

Y las traspasará con sus saetas.

Se encorvará para echarse como león,

Y como leona; ¿quién lo despertará?(A)

Benditos los que te bendijeren,

Y malditos los que te maldijeren.(B)

Footnotes

  1. Números 23:9 O, solo.
  2. Números 23:28 O, Jesimón.

Y Balán pronunció su mensaje:

«De Aram, de las montañas de Oriente,
    me trajo Balac, el rey de Moab.
“Ven —me dijo—, maldice por mí a Jacob;
    ven, deséale el mal a Israel”.
Pero ¿cómo podré maldecir
    a quien Dios no ha maldecido?
¿Cómo podré desearle el mal
    a quien el Señor no se lo desea?
Desde la cima de las peñas lo veo;
    desde las colinas lo contemplo:
es un pueblo que vive apartado,
    que no se cuenta entre las naciones.
10 ¿Quién puede calcular la descendencia de Jacob,
    tan numerosa como el polvo,
    o contar siquiera la cuarta parte de Israel?
¡Sea mi muerte como la del justo!
    ¡Sea mi fin semejante al suyo!».

11 Entonces Balac reclamó a Balán:

—¿Qué me has hecho? Te traje para que maldijeras a mis enemigos, ¡y resulta que no has hecho más que bendecirlos!

12 Pero Balán respondió:

—¿Acaso no debo decir lo que el Señor me pide que diga?

Segundo mensaje de Balán

13 Entonces Balac dijo:

—Por favor, ven conmigo a otro lugar. Desde allí podrás ver solo una parte del pueblo, no a todos ellos, y los maldecirás por mí.

14 Así que lo llevó al campo de Zofín en la cumbre del monte Pisgá. Allí edificó siete altares, y en cada uno de ellos ofreció un novillo y un carnero.

15 Allí Balán dijo a Balac: «Quédate aquí, al lado de tu holocausto, mientras yo voy a reunirme con Dios».

16 El Señor se reunió con Balán y puso en boca de este su palabra. Le dijo: «Vuelve adonde está Balac y repite lo que te voy a decir».

17 Balán se fue adonde estaba Balac y lo encontró de pie, al lado de su holocausto, en compañía de los oficiales de Moab. Balac le preguntó:

—¿Qué dijo el Señor?

18 Entonces Balán pronunció su mensaje:

«Levántate, Balac, y escucha;
    óyeme, hijo de Zipor.
19 Dios no es un simple mortal
    para mentir y cambiar de parecer.
¿Acaso no cumple lo que promete
    ni lleva a cabo lo que dice?
20 Se me ha ordenado bendecir
    y, si eso es lo que Dios quiere,
    yo no puedo hacer otra cosa.

21 »No se ha visto sufrimiento en el pueblo de Jacob
    ni calamidad en Israel.
El Señor su Dios está con ellos;
    y entre ellos se le aclama como Rey.
22 Dios los sacó de Egipto
    con la fuerza de un toro salvaje.
23 Contra Jacob no hay hechicería que valga,
    ni valen las adivinaciones contra Israel.
De Jacob y de Israel se dirá:
    “¡Miren lo que Dios ha hecho!”.
24 Un pueblo se alza como leona;
    se levanta como león.
No descansará hasta haber devorado su presa
    y bebido la sangre de sus víctimas».

25 Balac dijo entonces a Balán:

—¡Si no los vas a maldecir, tampoco los bendigas!

26 Balán respondió:

—¿Acaso no te advertí que yo repetiría todo lo que el Señor me ordenara decir?

Tercer mensaje de Balán

27 Balac dijo a Balán:

—Por favor, ven conmigo, que te llevaré a otro lugar. Tal vez a Dios le parezca bien que los maldigas desde allí.

28 Así que llevó a Balán hasta la cumbre del monte Peor, desde donde puede verse el desierto de Jesimón. 29 Allí Balán le dijo:

—Edifícame siete altares en este lugar, y prepárame siete novillos y siete carneros.

30 Balac hizo lo que Balán pidió y en cada altar ofreció un novillo y un carnero.

24 Pero cuando Balán se dio cuenta de que al Señor le complacía que se bendijera a Israel, no recurrió a la hechicería como otras veces, sino que volvió su rostro hacia el desierto. Cuando Balán alzó la vista y vio a Israel acampando por tribus, el Espíritu de Dios vino sobre él; entonces pronunció su mensaje:

«Palabras de Balán, hijo de Beor;
    palabras del varón clarividente.
Palabras del que oye las palabras de Dios,
    del que contempla la visión del Todopoderoso,
    del que cae en trance y tiene visiones.

»¡Cuán hermosas son tus tiendas, Jacob!
    ¡Qué bello es tu campamento, Israel!

»Son como arroyos que se ensanchan,
    como jardines a la orilla del río,
como áloes plantados por el Señor,
    como cedros junto a las aguas.
Sus cántaros rebosan de agua;
    su semilla goza de agua abundante.

»Su rey es más grande que Agag;
    su reinado se engrandece.

»Dios los sacó de Egipto
    con la fuerza de un toro salvaje.
Israel devora a las naciones hostiles
    y les parte los huesos;
    las atraviesa con sus flechas.
Se agacha como un león,
    se tiende como una leona:
    ¿quién se atreverá a despertarlo?

»¡Benditos sean los que te bendigan!
    ¡Malditos sean los que te maldigan!».

Entonces Balaam pronunció esta profecía:

«Desde las montañas del oriente, desde Aram,
me hizo venir Balac, rey de Moab.
“Ven —me dijo—, maldíceme a Israel,
deséale el mal al pueblo de Jacob.”
Pero, ¿cómo maldecir al que Dios no maldice?
¿Cómo desear el mal, si el Señor no lo hace?
Desde estas altas rocas puedo verlo,
desde estas colinas lo miro:
es un pueblo que vive apartado,
distinto de los otros pueblos.
10 Son como el polvo; ¿quién puede contarlos?
¿Quién puede saber su número?
¡Ojalá muera yo como esos hombres justos,
y sea mi fin como el de ellos!»

11 Entonces Balac le reclamó a Balaam:

—¿Qué estás haciendo? Yo te traje para que maldijeras a mis enemigos, y tú te has puesto a bendecirlos.

12 Y Balaam contestó:

—Habíamos quedado en que yo diría solamente lo que el Señor pusiera en mis labios.

13 Pero Balac insistió:

—Ven conmigo a otra parte, desde donde sólo podrás ver los alrededores del campamento, pero no el campamento completo. Maldícemelos desde allí.

14 Y Balac llevó a Balaam al campo de Sofim, en la cumbre del monte Pisgá, donde construyó siete altares y sacrificó en cada uno un becerro y un carnero. 15 Allí Balaam dijo a Balac:

—Quédate aquí, junto al sacrificio, mientras yo voy a encontrarme con Dios.

16 El Señor salió al encuentro de Balaam y puso en sus labios lo que tenía que decir. Además le dijo:

—Regresa a donde está Balac y dile lo mismo que yo te he dicho.

17 Balaam regresó y encontró a Balac de pie, junto al sacrificio, en compañía de los jefes moabitas. Y Balac le preguntó:

—¿Qué te dijo el Señor?

18 Entonces Balaam pronunció esta profecía:

«Balac, hijo de Sipor,
escúchame con atención.
19 Dios no es como los mortales:
no miente ni cambia de opinión.
Cuando él dice una cosa, la realiza.
Cuando hace una promesa, la cumple.
20 Yo tengo órdenes de bendecir;
si Dios bendice, yo no puedo contradecirlo.
21 Nadie ha visto engaño ni maldad
en Israel, el pueblo de Jacob.
El Señor su Dios está con ellos,
y ellos lo aclaman como rey.
22 Dios, que los sacó de Egipto, es para ellos
lo que son para el búfalo sus cuernos.
23 Contra Jacob no valen maleficios;
contra Israel no sirven brujerías.
Ahora es preciso decir a Israel:
“¡Cuántas maravillas ha hecho Dios contigo!”
24 Este pueblo se levanta
amenazante como un león,
y no descansará hasta devorar su presa
y beber la sangre de sus víctimas.»

25 Balac dijo entonces a Balaam:

—¡Ya que no puedes maldecir a este pueblo, por lo menos no lo bendigas!

26 A lo cual respondió Balaam:

—¿No te había dicho ya, que yo sólo puedo hacer lo que el Señor me ordene?

27 Entonces Balac le dijo:

—Ven, que te voy a llevar a otra parte. Puede ser que a Dios no le disguste que maldigas a Israel desde allí.

28 Y así Balac se llevó a Balaam a la cumbre del monte Peor, desde donde se ve todo el desierto. 29 Allí Balaam le dijo a Balac:

—Constrúyeme aquí siete altares y prepárame siete becerros y siete carneros.

30 Balac hizo lo que Balaam le dijo, y en cada altar sacrificó un becerro y un carnero. 24 Pero como Balaam vio que al Señor le parecía bien bendecir a Israel, ya no fue a recibir profecías de parte de él, como lo había hecho las otras veces, sino que volvió la mirada hacia el desierto. Y al ver Balaam a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios se apoderó de él; entonces Balaam pronunció esta profecía:

«Mensaje de Balaam, hijo de Beor,
hombre de mirada penetrante,
que al caer en éxtasis ve con más claridad,
que recibe mensajes y tiene visiones
de parte del Dios todopoderoso.
¡Jacob, qué bellas son tus tiendas!
¡Qué bello, Israel, tu campamento!
Parecen largas filas de palmeras,
jardines junto a un río,
áloes plantados por el Señor,
¡cedros a la orilla del agua!
Israel tendrá agua en abundancia
para beber y regar sus sembrados.
Su rey dominará a Agag;
su poder real será muy grande.
Dios, que los sacó de Egipto, es para ellos
lo que son para el búfalo sus cuernos.
Israel devorará a las naciones enemigas;
les romperá los huesos,
y los herirá con sus flechas.
Cuando se acuesta a descansar, parece un león:
nadie se atreve a despertarlo.
¡Bendito sea el que te bendiga,
y maldito el que te maldiga!»