Leyes adicionales sobre las ofrendas

15 El Señor ordenó a Moisés que dijera a los israelitas: «Después de que hayan entrado en la tierra que les doy para que la habiten, si alguno ofrece al Señor una vaca o una oveja, ya sea como ofrenda puesta al fuego, o como holocausto, o como sacrificio para cumplir una promesa especial, o como ofrenda voluntaria, o para celebrar una fiesta sagrada, para que esa ofrenda sea un aroma grato al Señor, el que presente su ofrenda deberá añadirle, como ofrenda de cereal al Señor, la décima parte de un efa[a] de harina refinada mezclada con un cuarto de hin[b] de aceite. A cada cordero que se ofrezca como holocausto o sacrificio se añadirá, como ofrenda líquida, un cuarto de hin de vino.

»Si se trata de un carnero, se preparará una ofrenda de cereal de dos décimas partes de un efa[c] de harina refinada, mezclada con un tercio de hin[d] de aceite. Como ofrenda líquida ofrecerás también un tercio de hin de vino. Así será una ofrenda de aroma grato al Señor.

»Si ofreces un ternero como holocausto o sacrificio, a fin de cumplir una promesa especial o hacer un sacrificio de comunión para el Señor, junto con el ternero presentarás, como ofrenda de cereal, tres décimas partes de un efa[e] de harina refinada mezclada con medio hin[f] de aceite. 10 Presentarás también, como ofrenda líquida, medio hin vino. Será una ofrenda puesta al fuego, cuyo aroma es grato al Señor. 11 Cada novillo, carnero, cordero o cabrito deberá prepararse de la manera indicada. 12 Procederás así con cada uno de ellos, sin que importe el número de animales que ofrezcas.

13 »Cada vez que un israelita presente una ofrenda puesta al fuego y de aroma grato al Señor, se ceñirá a estas instrucciones. 14 Si un extranjero que viva entre ustedes o entre sus descendientes desea presentar una ofrenda puesta al fuego, cuyo aroma sea grato al Señor, seguirá estas mismas instrucciones. 15 Porque en la comunidad regirá un solo estatuto para ustedes y para el extranjero que viva entre ustedes. Será un estatuto perpetuo para todos tus descendientes. Ustedes y el extranjero son iguales ante el Señor, 16 así que la misma ley y la misma ordenanza regirán, tanto para ustedes como para el extranjero que viva entre ustedes».

Ofrenda de los primeros frutos

17 El Señor ordenó a Moisés 18 que dijera a los israelitas: «Cuando entren en la tierra adonde los llevo 19 y coman de lo que ella produce, ofrecerán una contribución al Señor. 20 De la primera horneada, presentarán una torta de harina; la ofrecerán como una contribución de su cosecha. 21 Todos sus descendientes ofrecerán perpetuamente al Señor una contribución de la primera horneada.

Ofrendas por pecados inadvertidos

22 »Podría ocurrir que ustedes pecaran involuntariamente, y que no cumplieran con todos los mandamientos que el Señor entregó a Moisés; 23 es decir, con todos los mandamientos que el Señor dio a ustedes por medio de Moisés, desde el día en que los promulgó para todos sus descendientes. 24 Si el pecado de la comunidad pasa inadvertido, esta ofrecerá un ternero como holocausto de aroma grato al Señor, junto con la ofrenda líquida, la ofrenda de cereal y un macho cabrío como sacrificio por el perdón de pecados, tal como está ordenado. 25 El sacerdote pedirá el perdón en favor de toda la comunidad israelita, y serán perdonados porque fue un pecado inadvertido y porque presentaron al Señor una ofrenda puesta al fuego y un sacrificio por el perdón del pecado inadvertido que cometieron. 26 Toda la comunidad israelita será perdonada, junto con los extranjeros, porque todo el pueblo pecó involuntariamente.

27 »Si es una persona la que peca involuntariamente, deberá presentar, como sacrificio por el perdón, una cabra de un año. 28 El sacerdote pedirá el perdón ante el Señor en favor de la persona que haya pecado involuntariamente. El sacerdote pedirá el perdón y la persona que pecó será perdonada. 29 Una sola ley se aplicará para todo el que peque involuntariamente, tanto para el israelita como para el extranjero residente.

30 »Pero el que peque deliberadamente, sea nativo o extranjero, ofende al Señor. Tal persona será eliminada de la comunidad 31 y cargará con su culpa por haber despreciado la palabra del Señor y quebrantado su mandamiento».

Quebrantamiento del día de reposo

32 Un sábado, durante la estadía de los israelitas en el desierto, un hombre fue sorprendido recogiendo leña. 33 Quienes lo sorprendieron lo llevaron ante Moisés, Aarón y ante toda la comunidad. 34 Al principio solo quedó detenido, porque no estaba claro qué se debía hacer con él. 35 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Ese hombre debe morir. Que toda la comunidad lo apedree fuera del campamento». 36 Así que la comunidad lo llevó fuera del campamento y lo apedreó hasta matarlo, tal como el Señor se lo ordenó a Moisés.

Flecos recordatorios

37 El Señor ordenó a Moisés 38 que dijera a los israelitas: «Ustedes y todos sus descendientes deberán confeccionarse flecos y coserlos en los bordes de sus vestidos con hilo de color azul. 39 Estos flecos les ayudarán a recordar que deben cumplir con todos los mandamientos del Señor, y que no deben prostituirse ni dejarse llevar por los impulsos de su corazón ni por los deseos de sus ojos. 40 Tendrán presentes todos mis mandamientos y los pondrán por obra. Así serán para su Dios un pueblo consagrado. 41 Yo soy el Señor su Dios, que los sacó de Egipto para ser su Dios. ¡Yo soy el Señor su Dios!».

Footnotes

  1. 15:4 Es decir, aprox. 1.6 kg.
  2. 15:4 Es decir, aprox. 1 l.
  3. 15:6 Es decir, aprox. 3.2 kg.
  4. 15:6 Es decir, aprox. 1.3 l; también en v. 7.
  5. 15:9 Es decir, aprox. 5 kg.
  6. 15:9 Es decir, aprox. 1.9 l; también en v. 10.

La rebelión de Coré, Datán y Abirán

16 Coré, que era hijo de Izar, nieto de Coat y bisnieto de Leví, y los rubenitas Datán y Abirán, hijos de Eliab, y On, hijo de Pélet, se atrevieron a sublevarse contra Moisés, con el apoyo de doscientos cincuenta israelitas. Todos ellos eran personas de renombre y líderes de la comunidad que habían sido nombrados miembros del consejo. Se reunieron para oponerse a Moisés y a Aarón, y les dijeron:

—¡Ustedes han ido ya demasiado lejos! Si toda la comunidad es santa, lo mismo que sus miembros, y el Señor está en medio de ellos, ¿por qué se creen ustedes los dueños de la comunidad del Señor?

Cuando Moisés escuchó lo que le decían, cayó rostro en tierra ante ellos, y respondió a Coré y a todo su grupo:

—Mañana el Señor mostrará quién es suyo y quién es santo. Será él quien declare quién es su escogido, y hará que se le acerque. Coré, esto es lo que tú y tu gente harán: tomarán incensarios y mañana les pondrán fuego e incienso en la presencia del Señor. El escogido del Señor será el que sea santo. ¡Son ustedes, hijos de Leví, los que han ido demasiado lejos!

Moisés dijo a Coré:

—¡Escúchenme ahora, levitas! ¿Les parece poco que el Dios de Israel los haya separado del resto de la comunidad para que estén cerca de él, ministren en el santuario del Señor y se distingan como servidores de la comunidad? 10 Dios mismo los ha puesto a su lado, a ti y a todos los levitas, ¿y ahora quieren también el sacerdocio? 11 Tú y tu gente se han reunido para oponerse al Señor, porque ¿quién es Aarón para que murmuren contra él?

12 Moisés mandó llamar a Datán y Abirán, hijos de Eliab, pero ellos contestaron:

—¡No iremos! 13 ¿Te parece poco habernos sacado de la tierra donde abundan la leche y la miel, para que ahora quieras matarnos en este desierto y dártelas de gobernante con nosotros? 14 Lo cierto es que tú no has logrado llevarnos a esa tierra donde abundan la leche y la miel; tampoco nos has dado posesión de campos y viñas. Lo único que quieres es seguir engañando[a] a este pueblo. ¡Pues no iremos!

15 Entonces Moisés, sumamente enojado, dijo al Señor:

—No aceptes la ofrenda que te traigan, que yo de ellos no he tomado ni siquiera un asno ni les he hecho ningún daño.

16 A Coré, Moisés le dijo:

—Tú y tu gente y Aarón se presentarán mañana ante el Señor. 17 Cada uno de ustedes se acercará al Señor con su incensario lleno de incienso, es decir, se acercarán con doscientos cincuenta incensarios. También tú y Aarón llevarán los suyos.

18 Así que cada uno, con su incensario lleno de fuego e incienso, se puso de pie a la entrada de la Tienda de reunión, junto con Moisés y Aarón. 19 Cuando Coré hubo reunido a toda su gente en contra de Moisés y Aarón a la entrada de la Tienda de reunión, la gloria del Señor se apareció ante todos ellos. 20 Entonces el Señor dijo a Moisés y a Aarón:

21 —Apártense de esta gente para que yo la consuma de una vez por todas.

22 Pero Moisés y Aarón se postraron rostro en tierra y exclamaron:

—Oh Dios, Dios de toda la humanidad:[b] un solo hombre ha pecado, ¿y vas tú a enojarte con todos ellos?

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Footnotes

  1. 16:14 seguir engañando. Lit. sacarle los ojos.
  2. 16:22 toda la humanidad. Lit. los espíritus de toda carne.

23 Entonces el Señor dijo a Moisés:

24 —Ordénales que se alejen de las tiendas de Coré, Datán y Abirán.

25 Moisés y los ancianos jefes de Israel fueron adonde estaban Datán y Abirán. 26 Entonces Moisés advirtió a la gente:

—¡Aléjense de las tiendas de estos impíos! No toquen ninguna de sus pertenencias para que ustedes no perezcan por los pecados de ellos.

27 El pueblo se alejó de las tiendas de Coré, Datán y Abirán. Los dos últimos habían salido a la entrada de sus tiendas y estaban allí, de pie, con sus esposas y todos sus hijos.

28 Moisés siguió diciendo:

—Ahora van a saber si el Señor me ha enviado a hacer todas estas cosas o si estoy actuando por mi cuenta. 29 Si estos hombres mueren de muerte natural, como es el destino de todos los hombres, eso querrá decir que el Señor no me ha enviado. 30 Pero si el Señor crea algo nuevo, hace que la tierra se abra y se los trague con todas sus pertenencias, de tal manera que desciendan vivos a los dominios de la muerte;[a] entonces sabrán que estos hombres menospreciaron al Señor.

31 Tan pronto como Moisés terminó de hablar, la tierra se abrió debajo de ellos; 32 se abrió y se los tragó, a ellos y a sus familias, junto con la gente y las posesiones de Coré. 33 Bajaron vivos a los dominios de la muerte, junto con todo lo que tenían, y la tierra se cerró sobre ellos. De este modo fueron eliminados de la comunidad. 34 Al oírlos gritar, todos los israelitas huyeron de allí exclamando:

—¡Corramos, no sea que la tierra nos trague también a nosotros!

35 Y los doscientos cincuenta hombres que ofrecían incienso fueron consumidos por el fuego del Señor.

Los incensarios

36 El Señor dijo a Moisés: 37 «Ya que ahora los incensarios están consagrados a mí, ordena a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que los retire del rescoldo y que esparza las brasas. 38 Toma los incensarios de aquellos que pecaron a costa de su vida y haz con ellos láminas para recubrir el altar. Ahora están consagrados porque fueron presentados ante el Señor y serán así una señal para los israelitas».

39 Entonces el sacerdote Eleazar recogió esos incensarios de bronce y con ellos mandó hacer láminas para recubrir el altar. 40 Las láminas quedaron allí, como advertencia a los israelitas, para que ninguno que no fuera descendiente de Aarón ni estuviera autorizado se atreviera a ofrecer incienso ante el Señor; de lo contrario, le sucedería lo mismo que a Coré y su gente, tal como el Señor se lo había advertido por medio de Moisés.

Aarón intercede por el pueblo

41 Al día siguiente, toda la congregación de los israelitas volvió a murmurar contra Moisés y Aarón, alegando:

—Ustedes mataron al pueblo del Señor.

42 Como la congregación empezó a amotinarse contra Moisés y Aarón, estos se dirigieron a la Tienda de reunión. De repente la nube cubrió la Tienda y apareció la gloria del Señor. 43 Entonces Moisés y Aarón se detuvieron frente a la Tienda de reunión 44 y el Señor dijo a Moisés:

45 —Apártate de esta gente, para que yo la consuma de una vez por todas.

Ellos se postraron rostro en tierra 46 y Moisés dijo a Aarón:

—Toma tu incensario y pon en él algunas brasas del altar, agrégale incienso y vete corriendo adonde está la congregación, para pedir perdón por ellos, porque la ira del Señor se ha desbordado y una desgracia ha caído sobre ellos.

47 Aarón hizo lo que Moisés dijo y corrió a ponerse en medio de la asamblea. La desgracia de parte de Dios ya había empezado entre el pueblo, así que Aarón ofreció incienso y pidió perdón por el pecado del pueblo. 48 Se puso entre los vivos y los muertos, y así detuvo la plaga. 49 Con todo, catorce mil setecientas personas murieron por la plaga, sin contar las que perdieron la vida por causa de Coré. 50 Una vez que cesó la plaga, Aarón volvió a la entrada de la Tienda de reunión, donde estaba Moisés.

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Footnotes

  1. 16:30 a los dominios de la muerte. Lit. al Seol; también en v. 33.

24 pero como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. 25 Por eso también puede salvar por completo[a] a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.

26 Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos. 27 A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo. 28 De hecho, la Ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento posterior a la Ley designa al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.

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Footnotes

  1. 7:25 por completo. Alt. para siempre.

La vara de Aarón

17 El Señor ordenó a Moisés: «Diles a los israelitas que traigan doce varas, una por cada familia patriarcal, es decir, una por cada uno de los jefes de las familias patriarcales. Escribe el nombre de cada uno de ellos sobre su propia vara. Sobre la vara de Leví escribe el nombre de Aarón, pues cada jefe de familia patriarcal debe tener su vara. Colócalas en la Tienda de reunión, frente al arca con las tablas del pacto, donde me reúno con ustedes. La vara que retoñe será la de mi elegido. De tal manera me quitaré de encima las constantes quejas que los israelitas levantan contra ustedes».

Moisés se lo comunicó a los israelitas y los jefes le entregaron doce varas, una por cada jefe de su familia patriarcal. Entre ellas estaba la vara de Aarón. Moisés colocó las varas delante del Señor, en la Tienda donde se guardan las tablas del pacto.

Al día siguiente, Moisés entró en la Tienda y, al fijarse en la vara que representaba a la familia de Leví, vio que la vara de Aarón no solo había retoñado, sino que también tenía botones, flores y almendras. Sacó entonces de la presencia del Señor todas las varas y las puso delante de los israelitas, para que por sí mismos vieran lo que había ocurrido, y cada jefe tomó su propia vara.

10 El Señor dijo a Moisés: «Vuelve a colocar la vara de Aarón frente al arca con las tablas del pacto, para que sirva de advertencia a los rebeldes. Así terminarás con las quejas en contra mía y evitarás que mueran los israelitas».

11 Moisés hizo todo tal como el Señor se lo ordenó. 12 Entonces los israelitas dijeron a Moisés: «¡Estamos perdidos, totalmente perdidos! ¡Vamos a morir! 13 Todo el que se acerca al santuario del Señor muere, ¡así que todos moriremos!».

Deberes de sacerdotes y levitas

18 El Señor dijo a Aarón: «Todos los de la tribu de Leví se expondrán a sufrir las consecuencias por las ofensas relacionadas con el santuario, pero de entre ellos solo tú y tus hijos se expondrán a las consecuencias asociadas con el sacerdocio. Cuando tú y tus hijos estén ministrando delante de la Tienda donde están las tablas del pacto, tendrán como ayudantes a sus hermanos de la tribu de Leví. Ellos te ayudarán en tus deberes y estarán a cargo de la Tienda, pero no se acercarán a los objetos sagrados ni al altar, para que no mueran. Ellos serán tus ayudantes, y estarán a cargo de la Tienda de reunión y de todo su servicio. Así que, cuando ustedes ministren, nadie que no esté autorizado se les acercará.

»Solo ustedes estarán a cargo de las cosas sagradas y del altar, para que no se vuelva a derramar mi ira sobre los israelitas. Considera que yo mismo he escogido, de entre la comunidad, a tus hermanos los levitas, para dártelos como un regalo. Ellos han sido dedicados al Señor para que sirvan en la Tienda de reunión. Pero solo tú y tus hijos se harán cargo del sacerdocio, es decir, de todo lo referente al altar y a lo que está detrás de la cortina. A ustedes les doy de regalo el sacerdocio, pero cualquier extraño que se acerque a las cosas sagradas será condenado a muerte».

Privilegios de los sacerdotes

El Señor dijo a Aarón: «Yo mismo te he puesto a cargo de todas las cosas sagradas que los israelitas me traen como contribución. A ti y a tus hijos se las he entregado como su porción consagrada, como estatuto perpetuo. Te corresponderán las cosas más sagradas que no se queman en el altar. Tuya será toda ofrenda que presenten los israelitas, junto con las ofrendas de cereal, los sacrificios por el perdón de pecados y los sacrificios por la culpa. Todo esto que ellos me traen será algo muy santo para ti y para tus hijos. 10 Comerás de las cosas más sagradas y las considerarás santas. Todo varón comerá de ellas.

11 »También te corresponderán las contribuciones de todas las ofrendas mecidas que me presenten los israelitas. A ti, a tus hijos e hijas que vivan contigo se las he dado, como estatuto perpetuo; y todas las personas que vivan en tu casa que estén ceremonialmente limpias, pueden comerla.

12 »De las primicias que ellos traigan al Señor, te daré también lo mejor del aceite, del vino nuevo y del trigo. 13 Ellos traerán al Señor las primicias de todo lo que la tierra produce y yo te las entregaré a ti. Toda persona de tu familia que esté ritualmente pura podrá comer de ellas.

14 »Todo lo que en Israel haya sido dedicado por completo al Señor será tuyo. 15 Todo primogénito presentado al Señor será tuyo, ya sea de hombre o de animal. Pero rescatarás al primogénito nacido de hombre y al de animales impuros. 16 El rescate tendrá lugar cuando el primogénito tenga un mes de edad. El precio del rescate será de cinco siclos[a] de plata, según el peso oficial del santuario, que son veinte guerás.

17 »Pero no podrás rescatar al primogénito de un toro, de una oveja o de un macho cabrío, pues son santos. Rociarás su sangre en el altar y quemarás su grasa como ofrenda puesta al fuego, cuyo aroma es grato al Señor. 18 Pero la carne será tuya, lo mismo que el pecho de la ofrenda mecida y el muslo derecho. 19 Yo, el Señor, te entrego todas las contribuciones sagradas que los israelitas me presentan. Son tuyas, y de tus hijos e hijas que vivan contigo, como estatuto perpetuo. Este es un pacto perpetuo[b] que hago contigo y con tus descendientes».

Privilegios de los levitas

20 El Señor dijo a Aarón: «Tú no tendrás herencia en el país, tampoco recibirás ninguna porción de tierra, porque yo soy tu porción; yo soy tu herencia entre los israelitas.

21 »A los levitas doy como herencia, y en pago por su servicio en la Tienda de reunión, todos los diezmos de Israel. 22 De ahora en adelante los demás israelitas no se acercarán a la Tienda de reunión, de lo contrario sufrirán las consecuencias de su pecado y morirán. 23 Únicamente los levitas servirán en la Tienda de reunión y cargarán con la culpa de los israelitas. El siguiente es un estatuto perpetuo para todas las generaciones venideras: Los levitas no recibirán herencia entre los israelitas, 24 porque yo les he dado como herencia los diezmos que los israelitas ofrecen al Señor como contribución. Por eso he decidido que no tengan herencia entre los israelitas».

El diezmo de los diezmos

25 El Señor ordenó a Moisés 26 que dijera a los levitas: «Cuando reciban de los israelitas los diezmos que les he dado a ustedes como herencia, presenten al Señor el diezmo de esos diezmos como contribución. 27 Esa contribución será contada como si fuera trigo o vino. 28 Así reservarán para el Señor, como su contribución, el diezmo de todos los diezmos que reciban de los israelitas, y se lo entregarán al sacerdote Aarón. 29 De todos los dones que reciban reservarán para el Señor una contribución. Y le consagrarán lo mejor.

30 »Cuando los levitas hayan presentado la mejor parte, se tomará en cuenta como si fuera vino o grano. 31 Lo que sobre, ustedes y sus familias podrán comerlo donde quieran. Ese será el pago por su ministerio en la Tienda de reunión. 32 Después de presentar el diezmo de los diezmos, ya no será pecado que coman lo que sobre.

»No profanen las ofrendas sagradas de los israelitas, porque de lo contrario morirán».

Purificación de los impuros

19 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «El siguiente estatuto forma parte de la ley que yo, el Señor, he promulgado: Los israelitas traerán una vaca de piel rojiza, sin defecto, y que nunca haya llevado yugo. La entregarán al sacerdote Eleazar, quien ordenará que la saquen fuera del campamento y que en su presencia la degüellen. Después el sacerdote Eleazar mojará el dedo en la sangre y rociará siete veces en dirección a la Tienda de reunión. Hará también que la vaca sea incinerada en su presencia. Se quemará la piel, la carne y la sangre, junto con el excremento. Luego el sacerdote tomará ramas de cedro y de hisopo, y un paño escarlata, y lo echará al fuego donde se incinere la vaca. Finalmente, el sacerdote lavará sus vestidos y se bañará. Después de eso podrá volver al campamento, pero quedará impuro hasta el anochecer. El que incinere la vaca lavará también sus vestidos y se bañará, y quedará impuro hasta el anochecer.

»Un hombre ritualmente puro recogerá las cenizas de la vaca y las llevará a un lugar puro fuera del campamento. Allí se depositarán las cenizas para que la comunidad israelita las use como sacrificio por el perdón, junto con el agua de purificación. 10 El que recoja las cenizas de la vaca lavará también sus vestidos y quedará impuro hasta el anochecer. Este será un estatuto perpetuo para los israelitas y para los extranjeros que vivan entre ellos.

El uso del agua de la purificación

11 »Quien toque el cadáver de alguna persona, quedará impuro durante siete días. 12 Para purificarse, los días tercero y séptimo usará el agua de la purificación y así quedará puro. Pero si no se purifica durante esos días, quedará impuro. 13 Quien toque el cadáver de alguna persona, y no se purifique, contamina el santuario del Señor. Tal persona será eliminada de Israel, pues habrá quedado impura por no haber sido rociada con las aguas de purificación.

14 »Esta es la ley que se aplicará cuando alguien muera en alguna de las tiendas: Todo el que entre en la tienda, y todo el que[c] se encuentre en ella, quedará impuro siete días. 15 Toda vasija que no haya estado bien tapada también quedará impura.

16 »Quien al pasar por un campo toque el cadáver de alguien que haya muerto en batalla o de muerte natural, o toque huesos humanos o un sepulcro, quedará impuro siete días.

17 »Para purificar a la persona que quedó impura, en una vasija se pondrá un poco de la ceniza del sacrificio por el perdón y se le echará agua fresca. 18 Después de eso, alguien ritualmente puro tomará una rama de hisopo, lo mojará en el agua, y rociará la tienda y todos sus utensilios, y a todos los que estén allí. También se rociará al que haya tocado los huesos humanos, el cadáver de alguien que haya sido asesinado o que haya muerto de muerte natural, o el sepulcro. 19 El hombre ritualmente puro rociará a la persona impura los días tercero y séptimo. Al séptimo día, purificará a la persona impura, la cual lavará sus vestidos y se bañará. Así quedará purificada al anochecer. 20 Pero si la persona impura no se purifica, será eliminada de la comunidad por haber contaminado el santuario del Señor. Tal persona habrá quedado impura por no haber sido rociada con las aguas de purificación. 21 Este es un estatuto perpetuo para Israel.

»El que rocía con las aguas de purificación también lavará sus vestidos, y quien toque el agua de purificación quedará impuro hasta el anochecer. 22 Todo lo que el impuro toque quedará impuro y quien lo toque a él también quedará impuro hasta el anochecer».

Footnotes

  1. 18:16 Es decir, aprox. 58 g.
  2. 18:19 perpetuo. Lit. de sal; véase 2Cr 13:5.
  3. 19:14 el que. Alt. lo que.

Jesús, el gran sumo sacerdote

14 Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. 16 Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente.

Todo sumo sacerdote es escogido de entre los hombres. Él mismo es nombrado para representar a su pueblo ante Dios y ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Puede tratar con paciencia a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está sujeto a las debilidades humanas. Por tal razón se ve obligado a ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como también por los del pueblo.

Nadie ocupa ese cargo por iniciativa propia; más bien, lo ocupa el que es llamado por Dios, como sucedió con Aarón. Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que Dios le dijo:

«Tú eres mi Hijo;
    hoy mismo te he engendrado».[a]

Y en otro pasaje dice:

«Tú eres sacerdote para siempre,
    según el orden de Melquisedec».[b]

En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte y fue escuchado por su temor reverente. Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer. Al ser así perfeccionado, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen 10 y Dios lo nombró sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

Advertencia contra la apostasía

11 Sobre este tema tenemos mucho que decir, aunque es difícil explicarlo porque ustedes se han vuelto apáticos y no escuchan.[c] 12 En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros; sin embargo, necesitan que alguien vuelva a enseñarles los principios más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido. 13 El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. 14 En cambio, el alimento sólido es para los adultos, pues han ejercitado la capacidad de distinguir entre el bien y el mal.

Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios, la enseñanza sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Así procederemos, si Dios lo permite.

Porque es imposible que aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo, que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, pero después de todo esto se han apartado, renueven su arrepentimiento. Pues así, para su propio mal, vuelven a crucificar al Hijo de Dios y lo exponen a la vergüenza pública.

Cuando la tierra bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella y produce una buena cosecha para los que la cultivan, recibe bendición de Dios. En cambio, cuando produce espinos y cardos, no vale nada; está a punto de ser maldecida y acabará por ser quemada.

En cuanto a ustedes, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación. 10 Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que en su nombre ustedes han demostrado sirviendo a los creyentes, como lo siguen haciendo. 11 Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza. 12 No sean apáticos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.

La certeza de la promesa de Dios

13 Cuando Dios hizo su promesa a Abraham, como no tenía a nadie superior por quien jurar, juró por sí mismo 14 y dijo: «Te bendeciré en gran manera y multiplicaré tu descendencia».[d] 15 Y así, después de esperar con paciencia, Abraham recibió lo que se le había prometido.

16 La gente jura por alguien superior a sí misma, y el juramento, al confirmar lo que se ha dicho, pone punto final a toda discusión. 17 Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que su propósito nunca cambia, confirmó con un juramento esa promesa. 18 Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades que nunca cambian y en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros. 19 Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, 20 hasta donde Jesús entró por nosotros para abrirnos camino, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.

El sacerdocio de Melquisedec

Este Melquisedec, rey de Salén y sacerdote del Dios Altísimo, salió al encuentro de Abraham, quien regresaba de derrotar a los reyes, y lo bendijo. A su vez, Abraham le dio el diezmo de todo. El nombre Melquisedec significa en primer lugar: «rey de justicia» y, además, «rey de Salén», esto es, «rey de paz». No tiene padre ni madre ni genealogía; no tiene comienzo ni fin, pero, a semejanza del Hijo de Dios, permanece como sacerdote para siempre.

Consideren la grandeza de ese hombre, a quien nada menos que el patriarca Abraham dio la décima parte del botín. Ahora bien, los descendientes de Leví que reciben el sacerdocio tienen, por ley, el mandato de recibir los diezmos del pueblo, es decir, de sus hermanos, aunque estos también son descendientes de Abraham. En cambio, Melquisedec, que no era descendiente de Leví, recibió los diezmos de Abraham y bendijo al que tenía las promesas. Es indiscutible que la persona que bendice es superior a la que recibe la bendición. En el caso de los levitas, los diezmos los reciben hombres mortales; en el otro caso, los recibe Melquisedec, de quien se da testimonio de que vive. Hasta podría decirse que Leví, que recibía diezmos, los pagó por medio de Abraham, 10 ya que Leví estaba presente en su antepasado Abraham cuando Melquisedec le salió al encuentro.

Jesús, semejante a Melquisedec

11 Si hubiera sido posible alcanzar la perfección mediante el sacerdocio levítico (pues bajo este se le dio la ley al pueblo), ¿qué necesidad había de que más adelante surgiera otro sacerdote según el orden de Melquisedec y no según el de Aarón? 12 Porque cuando cambia el sacerdocio, también tiene que cambiarse la ley. 13 En efecto, Jesús, de quien se dicen estas cosas, era de otra tribu, de la cual nadie se ha dedicado al servicio del altar. 14 Es evidente que nuestro Señor procedía de la tribu de Judá, respecto a la cual nada dijo Moisés con relación al sacerdocio. 15 Y lo que hemos dicho resulta aún más evidente si, a semejanza de Melquisedec, surge otro sacerdote 16 que ha llegado a serlo no conforme a un requisito legal respecto a linaje humano, sino conforme al poder de una vida indestructible. 17 Pues de él se da testimonio:

«Tú eres sacerdote para siempre,
    según el orden de Melquisedec».[e]

18 Por una parte, la Ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficaz, 19 ya que no perfeccionó nada; y por la otra, se introduce una esperanza mejor, mediante la cual nos acercamos a Dios.

20 ¡Y no fue sin juramento! Los otros sacerdotes llegaron a serlo sin juramento, 21 mientras que este llegó a serlo con el juramento de aquel que le dijo:

«El Señor ha jurado,
    y no cambiará de parecer:
    “Tú eres sacerdote para siempre”».

22 Por tanto, Jesús ha llegado a ser el que garantiza un pacto superior.

23 Ahora bien, a los sacerdotes la muerte les impedía seguir ejerciendo sus funciones y por eso hemos tenido muchos de ellos; 24 pero como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. 25 Por eso también puede salvar por completo[f] a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.

26 Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos. 27 A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo. 28 De hecho, la Ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento posterior a la Ley designa al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.

El sumo sacerdote de un nuevo pacto

Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es este: tenemos un sumo sacerdote que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo y que sirve en el santuario, es decir, en el verdadero santuario levantado por el Señor y no por ningún ser humano.

A todo sumo sacerdote se le nombra para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual fue necesario que Jesús también tuviera algo que ofrecer. Si él estuviera en la tierra, no sería sacerdote, pues aquí ya hay sacerdotes que presentan las ofrendas en conformidad con la Ley. Estos sacerdotes sirven en un santuario que es copia y sombra del que está en el cielo, tal como se le advirtió a Moisés cuando estaba a punto de construir el santuario: «Asegúrate de hacerlo todo según el modelo que se te ha mostrado en el monte».[g] Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas.

Porque si ese primer pacto hubiera sido perfecto, no habría necesidad de proveer un segundo pacto. Pero Dios, reprochándoles sus defectos, dijo:

«Vienen días», afirma el Señor,
    «en que haré un nuevo pacto
con Israel y con Judá.
No será un pacto
    como el que hice con sus antepasados
el día en que los tomé de la mano
    y los saqué de Egipto,
ya que ellos no permanecieron fieles a mi pacto,
    y yo los abandoné»,
    dice el Señor.
10 «Este es el pacto que después de aquel tiempo
    haré con el pueblo de Israel», afirma el Señor.
«Pondré mis leyes en su mente
    y las escribiré en su corazón.
Yo seré su Dios
    y ellos serán mi pueblo.
11 Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo;
    tampoco dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al Señor!”,
porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán.
12 Yo perdonaré sus iniquidades
    y nunca más me acordaré de sus pecados».[h]

13 Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer.

Footnotes

  1. 5:5 Sal 2:7.
  2. 5:6 Sal 110:4.
  3. 5:11 ustedes … y no escuchan. Lit. se han vuelto torpes en los oídos.
  4. 6:14 Gn 22:17.
  5. 7:17 Sal 110:4; también en v. 21.
  6. 7:25 por completo. Alt. para siempre.
  7. 8:5 Éx 25:40.
  8. 8:12 Jer 31:31-34.

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