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La gente que sigue a Dios ha desaparecido;
    no queda ni una sola persona honrada sobre la tierra.
Son todos asesinos;
    les tienden trampas hasta a sus propios hermanos.
¡Con ambas manos son hábiles para hacer el mal!
    Tanto los funcionarios como los jueces exigen sobornos.
La gente con influencia obtiene lo que quiere
    y juntos traman para torcer la justicia.
Hasta el mejor de ellos es como una zarza;
    el más honrado es tan peligroso como un cerco de espinos.
Pero ahora viene con prontitud el día de juicio.
    Su hora de castigo ha llegado, un tiempo de confusión.

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