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El rey mesiánico

En cuanto a ti, Belén Efrata,
tan pequeña entre los clanes de Judá,
de ti saldrá el caudillo de Israel,
cuyo origen se remonta a días antiguos,
a un tiempo inmemorial.
Por eso el Señor abandonará a los suyos
hasta que dé a luz la que ha de dar a luz.
Y el que aún quede de sus hermanos
volverá a reunirse con el pueblo de Israel.
[El que ha de nacer] se mantendrá firme
y pastoreará con la fuerza del Señor
y con la majestad del Señor, su Dios.
Ellos, por su parte, vivirán seguros,
porque él extenderá su poder
hasta los confines mismos de la tierra.
Él nos traerá la paz;
y cuando Asiria invada nuestra tierra
e irrumpa en nuestros palacios,
nos enfrentaremos a ella
con siete pastores y ocho príncipes
que pastorearán Asiria con la espada
y el país de Nemrod con el acero.
Porque él será quien nos libre
cuando Asiria invada nuestra tierra
y ponga su pie en nuestro territorio.

Un resto entre las naciones

Será entonces el resto de Jacob
como rocío del Señor entre las naciones,
como lluvia que cae sobre la hierba
y para nada depende de humanos.
Será entonces el resto de Jacob,
entre pueblos y naciones numerosas,
como un león entre fieras salvajes,
como un cachorro de león
en medio de rebaños de ovejas:
penetra, pisotea y desgarra
sin que haya nadie que defienda.

No sirven los apoyos humanos ni los ídolos

¡Muestra tu poder contra tus adversarios
y destruye a todos tus enemigos!
Aquel día —oráculo del Señor—
exterminaré tus caballos
y haré desaparecer tus carros.
10 Eliminaré las ciudades de tu país
y demoleré todas tus fortalezas;
11 acabaré con tus hechicerías
y no te quedarán adivinos.
12 Destruiré tus ídolos y tus estelas
y no adorarás más la obra de tus manos;
13 Arrancaré tus postes sagrados
y convertiré en ruinas tus ciudades.
14 Con cólera y con furor me vengaré
de las naciones que no han obedecido.

Nuevo proceso contra Israel (6,1—7,7)

Pleito entre el Señor y su pueblo

Escuchad lo que dice el Señor:
Ponte en pie y entabla un pleito
en presencia de las montañas;
que las colinas escuchen tu voz.
Oíd, montañas, y también vosotros,
firmes cimientos de la tierra,
el pleito que entabla el Señor:
el Señor entra en juicio con su pueblo,
se quiere querellar contra Israel.
Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¿en qué te he ofendido? Respóndeme.
Te saqué del país de Egipto,
te rescaté cuando eras esclavo,
te di como guías a Moisés, Aarón y María.
Recuerda, pueblo mío, lo que tramaba Balac,
rey de Moab, y cómo respondió Balaán,
hijo de Beor. [Recuerda como pasaste]
de Sitín a Guilgal;
así reconocerás las victorias del Señor.
¿Con qué me presentaré ante el Señor
y me postraré ante el Dios de lo alto?
Me presentaré ante él con holocaustos,
con novillos que tengan un año.
¿Agradarán al Señor miles de carneros?
¿Le complacerán diez mil ríos de aceite?
¿Le entregaré mi primogénito por mi delito,
el fruto de mis entrañas por mi pecado?
Se te ha hecho conocer lo que está bien,
lo que el Señor exige de ti, ser mortal:
tan sólo respetar el derecho,
practicar con amor la misericordia
y caminar humildemente con tu Dios.

Castigo de Jerusalén

Oíd al Señor que llama a la ciudad,
—y es de sabios respetar su nombre—;
escucha, pueblo y consejo de la ciudad.
10 ¿Voy a seguir soportando vuestra maldad
y el que os hayáis enriquecido inicuamente,
usando medidas menguadas y detestables?
11 ¿Voy a dar por buenas las balanzas trucadas
o la bolsa llena de pesas engañosas?
12 Los ricos están llenos de violencia,
miente la población [de la ciudad],
su boca sólo pronuncia mentiras.
13 Pues bien, he comenzado a golpearte,
a devastarte a causa de tus pecados.
14 Comerás sin poder saciarte
y el hambre te devorará por dentro;
si guardas algo, se echará a perder;
lo que conserves, lo entregaré al pillaje.
15 Sembrarás, pero no cosecharás;
molerás en la prensa la aceituna,
pero no te ungirás con aceite;
harás mosto, pero no beberás el vino.
16 Puesto que sigues lo prescrito por Omrí
y las prácticas de la casa de Ajab,
conduciéndote según sus directrices,
yo te entregaré a la devastación;
tus habitantes serán objeto de escarnio
y soportaréis la desgracia de mi pueblo.

Lamentación del profeta

¡Ay de mí! Soy como quien siega en verano,
como quien rebusca después de la vendimia.
Ni un racimo hay para comer,
ni una de esas brevas que tanto me gustan.
No hay en el país ninguno que sea fiel,
no queda ningún justo entre la gente;
todos acechan para derramar sangre,
se tienden trampas unos a otros.
Emplean sus manos para el mal:
el príncipe pone exigencias para el bien,
el juez se deja sobornar,
el poderoso proclama su ambición.
Es como una zarza el mejor de ellos,
y el más recto [peor] que mata de espinos.
Tú vas a intervenir en el día de la cuenta
que tus centinelas han anunciado;
con ello llegará su desgracia.
No os fiéis de vuestro prójimo,
ni pongáis la confianza en el amigo;
incluso con la que duerme en tu seno,
ten buen cuidado de lo que dices.
El hijo trata con desprecio al padre,
la hija se alza contra la madre
y la nuera contra su suegra:
los enemigos de uno son sus parientes.
Pero yo pongo mi confianza en el Señor,
espero en Dios, mi salvador,
seguro de que mi Dios me escuchará.

Liturgia de esperanza (7,8-20)

Esperanza de restauración

No te alegres de mi suerte, enemiga mía;
si he caído, me levantaré,
si estoy en tinieblas, el Señor es mi luz.
Tengo que soportar la ira del Señor
hasta que se haga cargo de mi causa
y restablezca mi derecho,
pues he pecado contra el Señor.
Él me llevará hasta la luz
y me hará experimentar su victoria.
10 Lo contemplará mi enemiga,
la que decía: “¿Dónde está tu Dios?”,
y quedará cubierta de vergüenza.
Y yo me alegraré al verla pisoteada
como si fuera barro de las calles.
11 Llega el día de reconstruir tus muros,
el día de ensanchar tus fronteras.
12 Ese día llegarán hasta ti
desde Asiria hasta Egipto,
desde Egipto hasta el Éufrates,
de un mar a otro mar,
de una montaña a otra montaña.
13 El país se convertirá en desierto
por la conducta de sus habitantes.
14 Pastorea a tu pueblo con tu cayado,
al rebaño que constituye tu heredad
y pasta solitario entre matorrales;
que paste, como antaño, en Basán y Galaad.
15 Como cuando salió de Egipto,
haré que experimente maravillas.
16 Lo comprobarán las naciones
y quedarán avergonzadas
a pesar de todo su poderío;
se taparán la boca con la mano
y quedarán sordos sus oídos;
17 lamerán el polvo como la serpiente,
como reptiles arrastrándose por tierra.
Temblando saldrán de sus guaridas
para ir hacia el Señor nuestro Dios;
estarán aterradas [las naciones] ante ti.
18 ¿Qué Dios perdona el pecado
y pasa por alto, como haces tú,
las culpas al resto de su heredad?
No mantendrá por siempre su ira,
pues se complace en el amor.
19 Volverá a manifestarnos su ternura,
olvidará y arrojará al mar nuestras culpas.
20 Otorgarás a Jacob tu fidelidad
y dispensarás a Abrahán tu amistad,
como lo prometiste en otro tiempo
a quienes fueron nuestros antepasados.