Add parallel Print Page Options

Jésus, étant monté dans une barque, traversa la mer, et alla dans sa ville.

Et voici, on lui amena un paralytique couché sur un lit. Jésus, voyant leur foi, dit au paralytique: Prends courage, mon enfant, tes péchés te sont pardonnés.

Sur quoi, quelques scribes dirent au dedans d'eux: Cet homme blasphème.

Et Jésus, connaissant leurs pensées, dit: Pourquoi avez-vous de mauvaises pensées dans vos coeurs?

Car, lequel est le plus aisé, de dire: Tes péchés sont pardonnés, ou de dire: Lève-toi, et marche?

Or, afin que vous sachiez que le Fils de l'homme a sur la terre le pouvoir de pardonner les péchés: Lève-toi, dit-il au paralytique, prends ton lit, et va dans ta maison.

Et il se leva, et s'en alla dans sa maison.

Quand la foule vit cela, elle fut saisie de crainte, et elle glorifia Dieu, qui a donné aux hommes un tel pouvoir.

De là étant allé plus loin, Jésus vit un homme assis au lieu des péages, et qui s'appelait Matthieu. Il lui dit: Suis-moi. Cet homme se leva, et le suivit.

10 Comme Jésus était à table dans la maison, voici, beaucoup de publicains et de gens de mauvaise vie vinrent se mettre à table avec lui et avec ses disciples.

11 Les pharisiens virent cela, et ils dirent à ses disciples: Pourquoi votre maître mange-t-il avec les publicains et les gens de mauvaise vie?

12 Ce que Jésus ayant entendu, il dit: Ce ne sont pas ceux qui se portent bien qui ont besoin de médecin, mais les malades.

13 Allez, et apprenez ce que signifie: Je prends plaisir à la miséricorde, et non aux sacrifices. Car je ne suis pas venu appeler des justes, mais des pécheurs.

14 Alors les disciples de Jean vinrent auprès de Jésus, et dirent: Pourquoi nous et les pharisiens jeûnons-nous, tandis que tes disciples ne jeûnent point?

15 Jésus leur répondit: Les amis de l'époux peuvent-ils s'affliger pendant que l'époux est avec eux? Les jours viendront où l'époux leur sera enlevé, et alors ils jeûneront.

16 Personne ne met une pièce de drap neuf à un vieil habit; car elle emporterait une partie de l'habit, et la déchirure serait pire.

17 On ne met pas non plus du vin nouveau dans de vieilles outres; autrement, les outres se rompent, le vin se répand, et les outres sont perdues; mais on met le vin nouveau dans des outres neuves, et le vin et les outres se conservent.

18 Tandis qu'il leur adressait ces paroles, voici, un chef arriva, se prosterna devant lui, et dit: Ma fille est morte il y a un instant; mais viens, impose-lui les mains, et elle vivra.

19 Jésus se leva, et le suivit avec ses disciples.

20 Et voici, une femme atteinte d'une perte de sang depuis douze ans s'approcha par derrière, et toucha le bord de son vêtement.

21 Car elle disait en elle-même: Si je puis seulement toucher son vêtement, je serai guérie.

22 Jésus se retourna, et dit, en la voyant: Prends courage, ma fille, ta foi t'a guérie. Et cette femme fut guérie à l'heure même.

23 Lorsque Jésus fut arrivé à la maison du chef, et qu'il vit les joueurs de flûte et la foule bruyante,

24 il leur dit: Retirez-vous; car la jeune fille n'est pas morte, mais elle dort. Et ils se moquaient de lui.

25 Quand la foule eut été renvoyée, il entra, prit la main de la jeune fille, et la jeune fille se leva.

26 Le bruit s'en répandit dans toute la contrée.

27 Étant parti de là, Jésus fut suivi par deux aveugles, qui criaient: Aie pitié de nous, Fils de David!

28 Lorsqu'il fut arrivé à la maison, les aveugles s'approchèrent de lui, et Jésus leur dit: Croyez-vous que je puisse faire cela? Oui, Seigneur, lui répondirent-ils.

29 Alors il leur toucha leurs yeux, en disant: Qu'il vous soit fait selon votre foi.

30 Et leurs yeux s'ouvrirent. Jésus leur fit cette recommandation sévère: Prenez garde que personne ne le sache.

31 Mais, dès qu'ils furent sortis, ils répandirent sa renommée dans tout le pays.

32 Comme ils s'en allaient, voici, on amena à Jésus un démoniaque muet.

33 Le démon ayant été chassé, le muet parla. Et la foule étonnée disait: Jamais pareille chose ne s'est vue en Israël.

34 Mais les pharisiens dirent: C'est par le prince des démons qu'il chasse les démons.

35 Jésus parcourait toutes les villes et les villages, enseignant dans les synagogues, prêchant la bonne nouvelle du royaume, et guérissant toute maladie et toute infirmité.

36 Voyant la foule, il fut ému de compassion pour elle, parce qu'elle était languissante et abattue, comme des brebis qui n'ont point de berger.

37 Alors il dit à ses disciples: La moisson est grande, mais il y a peu d'ouvriers.

38 Priez donc le maître de la moisson d'envoyer des ouvriers dans sa moisson.

Jesús sana a un paralítico(A)

Después de esto, Jesús subió a la barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Allí le llevaron un paralítico, tendido sobre una camilla. Cuando Jesús vio la fe de ellos, le dijo al paralítico: «Ten ánimo, hijo; los pecados te son perdonados.» Algunos de los escribas se decían a sí mismos: «Éste blasfema.» Pero Jesús, que conocía los pensamientos de ellos, dijo: «¿Por qué piensan mal dentro de ustedes mismos? ¿Qué es más fácil? ¿Que le diga “los pecados te son perdonados”, o que le diga “levántate y anda”? Pues para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, entonces éste le dice al paralítico: “Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa.”» Entonces el paralítico se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se quedó asombrada y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Llamamiento de Mateo(B)

Al continuar su camino, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado donde se cobraban los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Y Mateo se levantó y lo siguió. 10 Estando Jesús en la casa, sentado a la mesa, muchos cobradores de impuestos y pecadores que habían venido se sentaron también a la mesa, con Jesús y sus discípulos. 11 Cuando los fariseos vieron esto, dijeron a los discípulos: «¿Por qué come su Maestro con cobradores de impuestos y con pecadores?»(C) 12 Al oír esto, Jesús les dijo: «No son los sanos los que necesitan de un médico, sino los enfermos. 13 Vayan y aprendan lo que significa(D) “Misericordia quiero, y no sacrificio”.(E) Porque no he venido a llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores.»

La pregunta sobre el ayuno(F)

14 Los discípulos de Juan se le acercaron entonces, y le preguntaron: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no?» 15 Jesús les respondió: «¿Acaso los invitados a una boda pueden estar de luto mientras el esposo está con ellos? ¡Claro que no! Pero vendrán días, cuando el esposo les será quitado. Entonces ayunarán.» 16 Nadie remienda un vestido viejo con un paño de tela nueva, porque la tela nueva estira la tela vieja, y la rotura se hace peor. 17 Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres, y entonces el vino se derrama y los odres se echan a perder. Más bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos, y tanto lo uno como lo otro se conserva juntamente.

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús(G)

18 Mientras él les decía estas cosas, un magistrado vino y se arrodilló ante él, y le dijo: «Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella, y ella volverá a la vida.» 19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. 20 En eso, una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto, 21 pues pensaba: «Si alcanzo a tocar tan sólo su manto, me sanaré.» 22 Pero Jesús se volvió a mirarla y le dijo: «Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado.» Y a partir de ese momento la mujer quedó sana. 23 Cuando Jesús entró en la casa del magistrado, vio a los que tocaban flautas y a la gente que hacía alboroto, 24 y les dijo: «Váyanse, porque la niña no está muerta, sino dormida.» Ellos se burlaron de él. 25 Pero luego de despedir a la gente, él entró y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. 26 Esta noticia se difundió por toda aquella región.

Dos ciegos reciben la vista

27 Cuando Jesús salió de allí, dos ciegos lo siguieron, y a gritos le decían: «¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!» 28 Cuando Jesús llegó a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: «¿Creen que puedo hacer esto?» Ellos dijeron: «Sí, Señor.» 29 Entonces les tocó los ojos, y les dijo: «Que se haga con ustedes conforme a su fe.» 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Pero Jesús les encargó con mucha firmeza: «Asegúrense de que nadie sepa esto.» 31 Sin embargo, en cuanto ellos salieron, divulgaron la fama de él por toda aquella región.

Un mudo habla

32 En el momento en que salían, le trajeron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. 33 En cuanto el demonio fue expulsado, el mudo comenzó a hablar. Y la gente se asombraba y decía: «¡Nunca se ha visto nada igual en Israel!» 34 Pero los fariseos decían: «Éste expulsa a los demonios por el poder del príncipe de los demonios.»(H)

La mies es mucha

35 Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.(I) 36 Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor.(J) 37 Entonces dijo a sus discípulos: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores. 38 Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies.»(K)

Jesús sana a un paralítico

(Mr. 2.1-12; Lc. 5.17-26)

Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a su casa. Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.

Llamamiento de Mateo

(Mr. 2.13-17; Lc. 5.27-32)

Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. 10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?(A) 12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 13 Id, pues, y aprended lo que significa:(B) Misericordia quiero, y no sacrificio.(C) Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.

La pregunta sobre el ayuno

(Mr. 2.18-22; Lc. 5.33-39)

14 Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? 15 Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. 16 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. 17 Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

(Mr. 5.21-43; Lc. 8.40-56)

18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. 19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos. 20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. 22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. 23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto, 24 les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. 25 Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. 26 Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra.

Dos ciegos reciben la vista

27 Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! 28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. 29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. 31 Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.

Un mudo habla

32 Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado. 33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel. 34 Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.(D)

La mies es mucha

35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.(E) 36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.(F) 37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.(G)