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22 La lámpara del cuerpo es el ojo: así que, si tu ojo fuere sincero, todo tu cuerpo será luminoso:

23 Mas si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Así que, si la lumbre que en ti hay son tinieblas, ¿cuántas serán las mismas tinieblas?

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20 PORQUE el reino de los cielos es semejante á un hombre, padre de familia, que salió por la mañana á ajustar obreros para su viña.

Y habiéndose concertado con los obreros en un denario al día, los envió á su viña.

Y saliendo cerca de la hora de las tres, vió otros que estaban en la plaza ociosos;

Y les dijo: Id también vosotros á mi viña, y os daré lo que fuere justo. Y ellos fueron.

Salió otra vez cerca de las horas sexta y nona, é hizo lo mismo.

Y saliendo cerca de la hora undécima, halló otros que estaban ociosos; y díceles: ¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?

Dícenle: Porque nadie nos ha ajustado. Díceles: Id también vosotros á la viña, y recibiréis lo que fuere justo.

Y cuando fué la tarde del día, el señor de la viña dijo á su mayordomo: Llama á los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.

Y viniendo los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.

10 Y viniendo también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.

11 Y tomándolo, murmuraban contra el padre de la familia,

12 Diciendo: Estos postreros sólo han trabajado una hora, y los has hecho iguales á nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día.

13 Y él respondiendo, dijo á uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no te concertaste conmigo por un denario?

14 Toma lo que es tuyo, y vete; mas quiero dar á este postrero, como á ti.

15 ¿No me es lícito á mi hacer lo que quiero con lo mío? ó ¿es malo tu ojo, porque yo soy bueno?

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Y SE juntaron á él los Fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalem;

Los cuales, viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es á saber, no lavadas, los condenaban.

(Porque los Fariseos y todos los Judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.

Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)

Y le preguntaron los Fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme á la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos comunes?

Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, Mas su corazón lejos está de mí.

Y en vano me honra, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres; las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras muchas cosas semejantes.

Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

10 Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre, y: El que maldijera al padre ó á la madre, morirá de muerte.

11 Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre ó á la madre: Es Corbán (quiere decir, don mío á Dios) todo aquello con que pudiera valerte;

12 Y no le dejáis hacer más por su padre ó por su madre,

13 Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y muchas cosas hacéis semejantes á éstas.

14 Y llamando á toda la multitud, les dijo: Oidme todos, y entended:

15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar: mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.

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13 Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.

14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no miraréis.

15 Porque el corazón de este pueblo está engrosado, Y de los oídos oyen pesadamente, Y de sus ojos guiñan: Para que no vean de los ojos, Y oigan de los oídos, Y del corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.

16 Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

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