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No juzguen a los demás

»No se conviertan en jueces de los demás, y así Dios no los juzgará a ustedes. Si son muy duros para juzgar a otras personas, Dios será igualmente duro con ustedes. Él los tratará como ustedes traten a los demás.

»¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo del otro hay una basurita, y no te dieras cuenta de que en tu ojo hay una rama. ¿Cómo te atreves a decirle a otro: “Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo”, si en tu ojo tienes una rama? ¡Hipócrita! Primero saca la rama que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la basurita que está en el ojo del otro.

»No den a los perros las cosas que pertenecen a Dios, ni echen delante de los cerdos lo que para ustedes es más valioso. Los cerdos no sabrán apreciar su valor, y los perros pueden morderlos a ustedes.

Pedir, buscar y llamar

»Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido.

»Nadie le da a su hijo una piedra, si él le pide pan. 10 Ni le da una serpiente, si le pide un pescado.

11 »Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan.

12 »Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados, porque eso nos enseña la Biblia.

La entrada estrecha

13 »Es muy fácil andar por el camino que lleva a la perdición,[a] porque es un camino ancho. ¡Y mucha gente va por ese camino! 14 Pero es muy difícil andar por el camino que lleva a la vida, porque es un camino muy angosto. Por eso, son muy pocos los que lo encuentran.

El árbol y su fruto

15 »¡Cuídense de los profetas mentirosos, que dicen que hablan de parte de Dios! Se presentan ante ustedes tan inofensivos como una oveja, pero en realidad son tan peligrosos como un lobo feroz. 16 Ustedes los podrán reconocer, pues no hacen nada bueno. Son como las espinas, que sólo te hieren. 17-18 El árbol bueno sólo produce frutos buenos y el árbol malo sólo produce frutos malos. 19 El árbol que no da buenos frutos se corta y se quema. 20 Así que ustedes reconocerán a esos mentirosos por el mal que hacen.

¡Cuidado!

21 »No todos los que dicen que yo soy su Señor y dueño entrarán en el reino de Dios. Eso no es suficiente; antes que nada deben obedecer los mandamientos de mi Padre, que está en el cielo. 22 Cuando llegue el día en que Dios juzgará a todo el mundo, muchos me dirán: “Señor y dueño nuestro, nosotros anunciamos de parte tuya el mensaje a otros. Y también usamos tu nombre para echar fuera demonios y para hacer milagros”. 23 Pero yo les diré: ¡Apártense de mí, gente malvada! ¡Yo no tengo nada que ver con ustedes!

Dos clases de personas

24 »El que escucha lo que yo enseño y hace lo que yo digo, es como una persona precavida que construyó su casa sobre piedra firme. 25 Vino la lluvia, y el agua de los ríos subió mucho, y el viento sopló con fuerza contra la casa. Pero la casa no se cayó, porque estaba construida sobre piedra firme.

26 »Pero el que escucha lo que yo enseño y no hace lo que yo digo es como una persona tonta que construyó su casa sobre la arena. 27 Vino la lluvia, y el agua de los ríos subió mucho, y el viento sopló con fuerza contra la casa. Y la casa se cayó y quedó totalmente destruida.»

28 Cuando Jesús terminó de hablar, todos los que escuchaban quedaron admirados de sus enseñanzas, 29 porque Jesús hablaba con toda autoridad, y no como los maestros de la Ley.

Footnotes

  1. Mateo 7:13 Perdición: Es decir, que lleva a la muerte eterna y al infierno.

No juzguen a los demás

»No se conviertan en jueces de los demás, y así Dios no los juzgará a ustedes. Si son muy duros para juzgar a otras personas, Dios será igualmente duro con ustedes. Él los tratará como ustedes traten a los demás.

»¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo del otro hay una basurita, y no te dieras cuenta de que en tu ojo hay una rama. ¿Cómo te atreves a decirle a otro: “Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo”, si en tu ojo tienes una rama? ¡Hipócrita! Primero saca la rama que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la basurita que está en el ojo del otro.

»No den a los perros las cosas que pertenecen a Dios, ni echen delante de los cerdos lo que para ustedes es más valioso. Los cerdos no sabrán apreciar su valor, y los perros pueden morderlos a ustedes.

Pedir, buscar y llamar

»Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es atendido.

»Nadie le da a su hijo una piedra, si él le pide pan. 10 Ni le da una serpiente, si le pide un pescado.

11 »Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan.

12 »Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados, porque eso nos enseña la Biblia.

La entrada estrecha

13 »Es muy fácil andar por el camino que lleva a la perdición,[a] porque es un camino ancho. ¡Y mucha gente va por ese camino! 14 Pero es muy difícil andar por el camino que lleva a la vida, porque es un camino muy angosto. Por eso, son muy pocos los que lo encuentran.

El árbol y su fruto

15 »¡Cuídense de los profetas mentirosos, que dicen que hablan de parte de Dios! Se presentan ante ustedes tan inofensivos como una oveja, pero en realidad son tan peligrosos como un lobo feroz. 16 Ustedes los podrán reconocer, pues no hacen nada bueno. Son como las espinas, que sólo te hieren. 17-18 El árbol bueno sólo produce frutos buenos y el árbol malo sólo produce frutos malos. 19 El árbol que no da buenos frutos se corta y se quema. 20 Así que ustedes reconocerán a esos mentirosos por el mal que hacen.

¡Cuidado!

21 »No todos los que dicen que yo soy su Señor y dueño entrarán en el reino de Dios. Eso no es suficiente; antes que nada deben obedecer los mandamientos de mi Padre, que está en el cielo. 22 Cuando llegue el día en que Dios juzgará a todo el mundo, muchos me dirán: “Señor y dueño nuestro, nosotros anunciamos de parte tuya el mensaje a otros. Y también usamos tu nombre para echar fuera demonios y para hacer milagros”. 23 Pero yo les diré: ¡Apártense de mí, gente malvada! ¡Yo no tengo nada que ver con ustedes!

Dos clases de personas

24 »El que escucha lo que yo enseño y hace lo que yo digo, es como una persona precavida que construyó su casa sobre piedra firme. 25 Vino la lluvia, y el agua de los ríos subió mucho, y el viento sopló con fuerza contra la casa. Pero la casa no se cayó, porque estaba construida sobre piedra firme.

26 »Pero el que escucha lo que yo enseño y no hace lo que yo digo es como una persona tonta que construyó su casa sobre la arena. 27 Vino la lluvia, y el agua de los ríos subió mucho, y el viento sopló con fuerza contra la casa. Y la casa se cayó y quedó totalmente destruida.»

28 Cuando Jesús terminó de hablar, todos los que escuchaban quedaron admirados de sus enseñanzas, 29 porque Jesús hablaba con toda autoridad, y no como los maestros de la Ley.

Jesús sana a un hombre

Después de que Jesús bajó de la montaña, mucha gente lo siguió. De pronto, un hombre que tenía lepra se acercó a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo:

—Señor, yo sé que tú puedes sanarme.[b] ¿Quieres hacerlo?

Jesús puso la mano sobre él y le contestó:

—¡Quiero hacerlo! ¡Ya estás sano!

Y el hombre quedó sano de inmediato. Después, Jesús le dijo:

—¡Escucha bien esto! No le digas a nadie lo que sucedió. Vete a donde está el sacerdote, y lleva la ofrenda que Moisés ordenó.[c] Así los sacerdotes serán testigos de que ya no tienes esa enfermedad.

Un capitán romano

En cierta ocasión, Jesús fue al pueblo de Cafarnaúm. Allí, se le acercó un capitán del ejército romano y le dijo:

—Señor Jesús, mi sirviente está enfermo en casa. Tiene fuertes dolores y no puede moverse.

Entonces Jesús le dijo:

—Iré a sanarlo.

Pero el capitán respondió:

—Señor Jesús, yo no merezco que entre usted en mi casa. Basta con que ordene desde aquí que mi sirviente se sane y él quedará sano. Porque yo sé lo que es dar órdenes y lo que es obedecer. Si yo le ordeno a uno de mis soldados que vaya a algún sitio, ese soldado va. Si a otro le ordeno que venga, él viene; y si mando a mi sirviente que haga algo, lo hace.

10 Jesús se quedó admirado al escuchar la respuesta del capitán. Entonces le dijo a la gente que lo seguía:

—¡Les aseguro que, en todo Israel, nunca había conocido a alguien que confiara tanto en mí como este extranjero! 11 Oigan bien esto: De todas partes del mundo vendrá gente que confía en Dios como confía este hombre. Esa gente participará en la gran cena que Dios dará en su reino. Se sentará a la mesa con sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. 12 Pero los que habían sido invitados primero a participar en el reino de Dios, serán echados fuera, a la oscuridad. Allí llorarán de dolor y les rechinarán de terror los dientes.

13 Luego Jesús le dijo al capitán:

—Regresa a tu casa, y que todo suceda tal como has creído.

En ese mismo instante, su sirviente quedó sano.

Jesús sana a mucha gente

14 Jesús fue a casa de Pedro y encontró a la suegra de éste en cama, con mucha fiebre. 15 Jesús la tocó en la mano y la fiebre se le quitó. Entonces ella se levantó y le dio de comer a Jesús.

16 Al anochecer, la gente llevó a muchas personas que tenían demonios. Jesús echó a los demonios con una sola palabra, y también sanó a todos los enfermos que estaban allí.

17 Así, Dios cumplió su promesa, tal como lo había anunciado el profeta Isaías en su libro: «Él nos sanó de nuestras enfermedades».

Los que querían seguir a Jesús

18 Jesús vio que mucha gente lo rodeaba. Por eso, ordenó a sus discípulos que lo acompañaran al otro lado del Lago de Galilea. 19 Cuando llegaron allá, un maestro de la Ley se le acercó y le dijo:

—Maestro, yo te acompañaré a dondequiera que vayas.

20 Jesús le contestó:

—Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero yo, el Hijo del hombre, no tengo un lugar donde descansar.

21 Otro de sus discípulos le dijo después:

—Señor, dame permiso para ir primero a enterrar a mi padre; luego te seguiré.

22 Jesús le contestó:

—¡Deja que los muertos[d] entierren a sus muertos! ¡Tú, sígueme!

La gran tormenta

23 Jesús subió a la barca y se fue con sus discípulos. 24 Todavía estaban navegando cuando se desató una tormenta tan fuerte que las olas se metían en la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. 25 Entonces sus discípulos fueron a despertarlo:

—¡Señor Jesús, sálvanos, porque nos hundimos!

26 Jesús les dijo:

—¿Por qué están tan asustados? ¡Qué poco confían ustedes en Dios!

Jesús se levantó y les ordenó al viento y a las olas que se calmaran, y todo quedó muy tranquilo. 27 Los discípulos preguntaban asombrados:

—¿Quién será este hombre, que hasta el viento y las olas lo obedecen?

Dos hombres con muchos demonios

28 Cuando Jesús llegó a la región de Gadara, que está a la otra orilla del lago, dos hombres que tenían demonios salieron de entre las tumbas. Eran tan peligrosos que nadie podía pasar por ese camino. Cuando los dos hombres se acercaron a Jesús, 29 los demonios gritaron:

—¡Jesús, Hijo de Dios!, ¿qué vas a hacernos? ¿Vas a castigarnos antes del juicio final?

30 No muy lejos de allí había muchos cerdos, y 31 los demonios le suplicaron a Jesús:

—Si nos sacas de estos hombres, déjanos entrar en esos cerdos.

32 Jesús les dijo:

—Entren en ellos.

Los demonios salieron de los dos hombres y entraron en los cerdos. Entonces todos los cerdos corrieron sin parar, hasta que cayeron en el lago, donde se ahogaron.

33 Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron al pueblo. Allí contaron lo que había pasado con los cerdos y con los dos hombres que habían tenido demonios. 34 La gente del pueblo fue a ver a Jesús, y le rogaron que se marchara de aquella región.

El hombre que no podía caminar

Después de esto, Jesús subió a una barca y cruzó al otro lado del lago para llegar al pueblo de Cafarnaúm, donde vivía. Allí, algunas personas le llevaron a un hombre acostado en una camilla, pues no podía caminar. Al ver Jesús que estas personas confiaban en él, le dijo al hombre: «¡Ánimo, amigo! Te perdono tus pecados.»

Algunos de los maestros de la Ley, que estaban en aquel lugar, pensaron: «¿Qué se cree éste? ¿Se imagina que es Dios? ¡Qué equivocado está!»

Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, así que les preguntó: «¿Por qué piensan algo tan malo? Díganme: ¿qué es más fácil? ¿Perdonar a este enfermo, o sanarlo? Pues voy a demostrarles que yo, el Hijo del hombre, tengo poder en la tierra para perdonar pecados.»

Entonces Jesús le dijo al que no podía caminar: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»

El hombre se levantó y se fue a su casa. Cuando la gente vio esto, quedó muy impresionada y alabó a Dios por haber dado ese poder a los seres humanos.

Jesús llama a Mateo

Cuando Jesús salió de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado cobrando impuestos para el gobierno de Roma. Entonces Jesús le dijo: «Sígueme».

Mateo se levantó y lo siguió.

10 Ese mismo día, Jesús y sus discípulos fueron a comer a casa de Mateo. Allí también estaban comiendo otros cobradores de impuestos y gente de mala fama. 11 Cuando algunos fariseos vieron a toda esa gente, les preguntaron a los discípulos:

—¿Por qué su maestro come con cobradores de impuestos y con pecadores?

12 Jesús oyó lo que decían los fariseos y les dijo:

—Los que necesitan del médico son los enfermos, no los que están sanos. 13 Mejor vayan y traten de averiguar lo que Dios quiso decir con estas palabras: “Prefiero que sean compasivos con la gente, y no que me traigan ofrendas”. Yo vine a invitar a los pecadores para que sean mis discípulos, no a los que se creen buenos.

Jesús enseña sobre el ayuno

14 Los discípulos de Juan el Bautista fueron a ver a Jesús y le preguntaron:

—Nosotros y los fariseos ayunamos mucho. ¿Por qué tus discípulos no hacen lo mismo?

15 Jesús les respondió:

—En una boda, los invitados no están tristes mientras el novio está con ellos. Pero llegará el momento en que se lleven al novio. Entonces los invitados ayunarán.[e]

16 »Si un vestido viejo se rompe, no se le pone un parche de tela nueva. Porque al lavarse el vestido viejo, la tela nueva se encoge y rompe todo el vestido; y entonces el daño es mayor.

17 »Tampoco se echa vino nuevo en recipientes viejos, porque cuando el vino nuevo fermenta, hace que se reviente el cuero viejo; así se pierde el vino nuevo, y se destruyen los recipientes. Por eso, hay que echar vino nuevo en recipientes de cuero nuevo. De ese modo, ni el vino ni los recipientes se pierden.

Una niña muerta y una mujer enferma

18 Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se arrodilló delante de él y le dijo: «¡Mi hija acaba de morir! Pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a vivir.»

19 Jesús se levantó y se fue con él. Sus discípulos también lo acompañaron.

20-21 En el camino, pasaron por donde estaba una mujer que había estado enferma durante doce años. Su enfermedad le hacía perder mucha sangre. Al verlos pasar, la mujer pensó: «Si tan sólo pudiera tocar el manto de Jesús, con eso quedaría sana.» Entonces se acercó a Jesús por detrás y tocó su manto. 22 Jesús se dio vuelta, vio a la mujer y le dijo: «Ya no te preocupes, tu confianza en Dios te ha sanado.»

Y desde ese momento la mujer quedó sana.

23 Jesús siguió su camino hasta la casa del jefe judío. Cuando llegó, vio a los músicos preparados para el entierro, y a mucha gente llorando a gritos. 24 Jesús les dijo: «Salgan de aquí. La niña no está muerta, sino dormida.»

La gente se rió de Jesús. 25 Pero una vez que sacaron a todos, Jesús entró, tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.

26 Todos en esa región supieron lo que había pasado.

Jesús sana a dos ciegos

27 Cuando Jesús salió de allí, dos ciegos lo siguieron y comenzaron a gritarle:

—¡Jesús, tú que eres el Mesías, ten compasión de nosotros!

28 Los ciegos siguieron a Jesús hasta la casa. Y cuando ya estaban adentro, Jesús les preguntó:

—¿Creen ustedes que puedo sanarlos?

Ellos respondieron:

—Sí, Señor; lo creemos.

29 Entonces Jesús les tocó los ojos y dijo:

—Por haber confiado en mí, serán sanados.

30 De inmediato, los ciegos pudieron volver a ver. Pero Jesús les ordenó:

—No le cuenten a nadie lo que pasó.

31 Sin embargo, ellos salieron y le contaron a toda la gente de aquella región lo que Jesús había hecho.

Jesús sana a un mudo

32 Después de que aquellos hombres salieron de la casa, unas personas le trajeron a Jesús un hombre que no podía hablar porque tenía un demonio. 33 Cuando Jesús expulsó al demonio, el hombre pudo hablar. La gente que estaba allí se quedó asombrada, y decía: «¡Nunca se había visto algo así en Israel!»

34 Pero los fariseos decían: «Si Jesús expulsa a los demonios, es porque el jefe mismo de todos los demonios le da ese poder.»

Jesús tiene compasión de la gente

35 Jesús recorría todos los pueblos y las ciudades. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias del reino de Dios, y sanaba a la gente que sufría de dolores y de enfermedades. 36 Y al ver la gran cantidad de gente que lo seguía, Jesús sintió mucha compasión, porque vio que era gente confundida, que no tenía quien la defendiera. ¡Parecían un rebaño de ovejas sin pastor!

37 Jesús les dijo a sus discípulos: «Son muchos los que necesitan entrar al reino de Dios, pero son muy pocos los discípulos para anunciarles las buenas noticias. 38 Por eso, pídanle a Dios que envíe más discípulos, para que compartan las buenas noticias con toda esa gente.»

Los doce discípulos

10 Jesús reunió a sus doce discípulos. A cada uno le dio poder para expulsar malos espíritus y para sanar toda clase de enfermedades.

A los doce discípulos que Jesús eligió, los llamó apóstoles. Éstos son sus nombres: Simón, mejor conocido como Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan, hijos de Zebedeo; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el cobrador de impuestos, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el patriota[f] y Judas Iscariote, que fue el que después traicionó a Jesús.

Jesús envía a los doce

Jesús envió a estos doce discípulos con las siguientes instrucciones:

«No vayan por lugares donde vive gente que no es judía. Tampoco vayan a los pueblos de la región de Samaria. Mejor vayan a los israelitas, pues son un pueblo que anda como rebaño perdido.

»Cuando vayan, anuncien este mensaje: “Ya está por llegar el reino de Dios”.

»Sanen también a los enfermos. Devuélvanles la vida a los muertos. Sanen a los leprosos, y libren de los demonios a la gente. ¡No cobren nada por hacerlo, pues el poder que Dios les ha dado a ustedes tampoco les costó nada!

»Y no lleven dinero 10 ni provisiones para el camino. Tampoco lleven bastón ni otro par de zapatos, ni otra muda de ropa. Porque todo el que trabaja tiene derecho a ser alimentado.

11 »Cuando lleguen a un pueblo o a una ciudad, busquen a alguien que merezca su confianza, y quédense a vivir en su casa hasta que se vayan del lugar. 12 Cuando entren en esa casa, saluden ofreciendo la paz a todos los que vivan en ella. 13 Si merecen la paz, la tendrán. Si no la merecen, no la tendrán.

14 »Si en alguna casa o pueblo se niegan a recibirlos o escucharlos, salgan de ese lugar y sacúdanse el polvo de los pies en señal de rechazo. 15 Les aseguro que, en el día del juicio final, ese pueblo será más castigado que las ciudades de Sodoma y Gomorra.[g]

Advertencia sobre el peligro

16 »El trabajo que yo los envío a hacer es peligroso. Es como enviar ovejas a un lugar lleno de lobos. Por eso, sean listos y estén atentos como las serpientes, pero sean también humildes, como las palomas.

17 »Tengan cuidado, porque los entregarán a las autoridades y los golpearán en las sinagogas. 18 Por ser ustedes mis discípulos, los llevarán ante reyes y gobernadores, y ustedes hablarán de mi parte ante ellos y ante su gente.

19 »Cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir, ni cómo van a decirlo, porque en ese momento Dios les indicará lo que deben decir. 20 Ustedes no son los que van a hablar, sino que el Espíritu de Dios hablará por ustedes.

21 »Entre hermanos se traicionarán unos a otros. Cada uno entregará al otro para que lo maten. Los padres traicionarán a sus hijos, y los hijos atacarán a sus padres y los matarán. 22 ¡Todo el mundo los odiará a ustedes por ser mis discípulos! Pero si ustedes confían en mí hasta el final, yo los salvaré.

23 »Cuando la gente de un pueblo los persiga para maltratarlos, huyan a otro pueblo. Les aseguro que yo, el Hijo del hombre, regresaré con todo el poder de Dios, antes de que ustedes terminen de recorrer todos los pueblos de Israel.

24 »El discípulo no es más importante que su maestro, ni el esclavo es más importante que su amo. 25 Lo más que puede hacer el discípulo es ser igual a su maestro, y el esclavo, igual a su amo. Si la gente dice que yo soy el diablo,[h] entonces, ¿qué no dirán de ustedes, que son mis discípulos?

Consejos

26 »No le tengan miedo a nadie. Porque todo lo que esté escondido se descubrirá, y todo lo que se mantenga en secreto llegará a conocerse. 27 Si les digo algo en la oscuridad, díganlo ustedes a plena luz del día. Si les cuento un secreto, cuéntenselo a todo el mundo. 28 No tengan miedo de la gente que puede destruir el cuerpo, pero no la vida que está en ustedes. Más bien, teman a Dios, que tiene el poder de destruirlos totalmente en el infierno.

29 »Dos pajaritos no valen más que una moneda. Sin embargo, ningún pajarito muere sin que Dios, el Padre de ustedes, lo permita. 30 ¡Dios sabe hasta cuántos cabellos tienen ustedes en la cabeza! 31 Por eso, no tengan miedo. Ustedes valen mucho más que todos los pajaritos.

Hablar de Jesús

32 »Si ustedes les dicen a otros que son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre, que en verdad lo son. 33 Pero si ustedes le dicen a la gente que no son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre que no lo son.

Jesús advierte a sus discípulos

34 »No crean ustedes que he venido para establecer la paz en este mundo. No he venido a traer paz, sino pleitos y dificultades. 35 He venido para poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre, y a la nuera en contra de su suegra. 36 El peor enemigo de ustedes lo tendrán en su propia familia.

37 »Si ustedes prefieren a su padre o a su madre más que a mí, o si prefieren a sus hijos o a sus hijas más que a mí, no merecen ser míos. 38 Y si no cargan su cruz[i] y me siguen, no merecen ser míos. 39 Si sólo se preocupan por su propia vida, la van a perder. Pero si están dispuestos a dar su vida por causa mía, les aseguro que la van a ganar.

Los premios

40 »Cuando una persona los recibe a ustedes, también me recibe a mí. Y cuando una persona me recibe a mí, también recibe a Dios, que es quien me envió.

41 »Dios les dará un premio a los que reciban en su casa a un profeta, sólo por saber que el profeta anuncia el mensaje de Dios. El premio será igual al que Dios les da a sus profetas.

»De la misma manera, Dios dará un premio a los que reciban a alguien que obedece a Dios. El premio será el mismo que Dios les da a quienes lo obedecen y hacen lo bueno.

42 »Les aseguro que Dios no se olvidará de premiar al que dé un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores, aunque se trate del menos importante.»

Juan el Bautista

11 Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, se fue para enseñar y anunciar las buenas noticias en otros pueblos.

Juan el Bautista, que estaba en la cárcel, oyó hablar de todo lo que Jesús hacía y envió a algunos de sus propios discípulos para que le preguntaran a Jesús:

—¿Eres tú el Mesías que Dios prometió enviarnos, o debemos esperar a otro?

Jesús respondió:

—Regresen y cuéntenle a Juan todo lo que ustedes están oyendo y viendo:

»Ahora los ciegos pueden ver
y los cojos caminan bien.
Los leprosos quedan sanos,
y los sordos ya pueden oír.
Los que estaban muertos
han vuelto a la vida,
y a los pobres se les anuncia
la buena noticia de salvación.

»Dios va a bendecir a los que me ven hacer esto y no me abandonan.»

Cuando los discípulos de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar con la gente acerca de Juan, y les dijo:

«Cuando ustedes fueron al desierto, ¿a quién vieron allí? ¿Acaso vieron a un hombre doblado, como las cañas que dobla el viento? ¿Acaso vieron a alguien vestido con ropa muy lujosa? Recuerden que los que se visten así, viven en palacios, como los reyes. ¿A quién vieron entonces? ¿Acaso vieron a un profeta? ¡Por supuesto que sí! En realidad, Juan era más que un profeta; 10 era el mensajero de quien Dios había hablado cuando dijo:

“Yo envío a mi mensajero
delante de ti,
a preparar todo
para tu llegada.”

11 »Les aseguro que todavía no ha nacido un hombre más importante que Juan el Bautista. Pero en el reino de Dios, la persona menos importante es superior a Juan.

12 »Desde que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora, el reino de Dios avanza a pesar de sus enemigos. Sólo la gente valiente y decidida logra formar parte de él.[j] 13 Dios ya había anunciado en la Biblia todo lo que iba a pasar, hasta el momento en que viniera Juan el Bautista. 14 Y créanlo o no, cuando Dios dijo que enviaría al profeta Elías, se estaba refiriendo a Juan el Bautista. 15 Si en verdad tienen oídos, ¡presten atención!

16 »Ustedes, los que viven en esta época, son como los niños que se sientan a jugar en las plazas y les gritan a otros niños:

17 “Tocamos la flauta,
pero ustedes no bailaron.
Cantamos canciones tristes,
pero ustedes no lloraron.”

18 »Porque Juan el Bautista ayunaba, y ustedes decían que dentro de él había un demonio. 19 Luego vine yo, el Hijo del hombre, que como y bebo, y ustedes dicen que soy un glotón y un borracho, que soy amigo de gente de mala fama y de los que no obedecen a Dios. Pero recuerden que la sabiduría de Dios se prueba por sus resultados.»

La gente que no cree

20 Jesús estaba muy disgustado con los pueblos donde había hecho la mayoría de sus milagros, porque la gente de esos lugares no había cambiado su forma de vivir ni quería obedecer sólo a Dios. Por eso les dijo:

21 «Habitantes de Corazín, ¡qué mal les va a ir a ustedes! ¡Y también les va a ir mal a ustedes, los que viven en Betsaida! Si los milagros que se han hecho entre ustedes se hubieran hecho en las ciudades de Tiro y de Sidón, hace tiempo que los que allí viven habrían cambiado su manera de vivir. Se habrían vestido con ropas ásperas y se habrían echado ceniza en la cabeza, para mostrar su arrepentimiento. 22 Les aseguro que en el día del juicio final ustedes van a recibir un castigo mayor que el de ellos.

23 »Y ustedes, habitantes del pueblo de Cafarnaúm, que creen que ya están en el cielo, déjenme decirles que van a ser enviados a lo más profundo del infierno. Si los milagros que se han hecho entre ustedes se hubieran hecho entre los habitantes de la ciudad de Sodoma, ellos habrían cambiado y la ciudad aún existiría. 24 Les aseguro que en el día del juicio final el castigo que ustedes recibirán será peor que el de ellos.»

Jesús alaba a Dios

25 En ese momento, Jesús se dirigió a Dios y le dijo:

«¡Padre, tú gobiernas en el cielo y en la tierra! Te doy gracias porque no mostraste estas cosas a los que saben mucho y son sabios, sino que las mostraste a los niños. 26 Y todo, Padre, porque tú así lo has querido.»

27 A los que estaban allí les dijo:

«Mi Padre me ha dado todo, y es el único que me conoce, porque soy su Hijo. Nadie conoce a mi Padre tan bien como yo. Por eso quiero hablarles a otros acerca de mi Padre, para que ellos también puedan conocerlo.

28 »Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar. 29 Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy paciente y humilde de verdad. Conmigo podrán descansar. 30 Lo que yo les impongo no es difícil de cumplir, ni es pesada la carga que les hago llevar.»

Footnotes

  1. Mateo 7:13 Perdición: Es decir, que lleva a la muerte eterna y al infierno.
  2. Mateo 8:2 Puedes sanarme: lit. puedes limpiarme. En tiempos de Jesús, las personas con enfermedades en la piel eran consideradas como impuras delante de Dios. A esas personas no las dejaban vivir con los demás, pues todos tenían miedo de contagiarse de la enfermedad y quedar impuros también. Cuando Jesús sanó a este hombre, le dio la oportunidad de volver a vivir una vida normal.
  3. Mateo 8:4 La ofrenda que Moisés ordenó: Es decir, algunos corderos para ser sacrificados y la ofrenda de harina mezclada con aceite de oliva.
  4. Mateo 8:22 Los muertos: En este caso, muertos se refiere a los que no obedecen a Dios ni confían en él. Esa clase de personas tiene todo el tiempo para dedicarse a cosas menos importantes que seguir y obedecer a Jesús. Pero cuando Jesús dice sus muertos, se refiere a los que han muerto físicamente.
  5. Mateo 9:15 Ayunarán: Los judíos acostumbraban ayunar cuando moría algún familiar o algún amigo, o cuando sufrían alguna desgracia personal o nacional. Por eso aquí el ayuno aparece en relación con la tristeza, aunque en este caso Jesús se refiere a su propia muerte.
  6. Mateo 10:4 Patriota: El texto griego dice cananeo, palabra del idioma arameo que significa celoso o patriota (véase Lucas 6.15).
  7. Mateo 10:15 Sodoma y Gomorra: En los días de Abraham, Dios destruyó esos pueblos porque la gente de allí era muy mala.
  8. Mateo 10:25 Diablo: lit. Beelzebú.
  9. Mateo 10:38 Si no cargan su cruz: Es decir, si no están dispuestos a sufrir la burla y el desprecio de la gente que no cree en Dios.
  10. Mateo 11:12 Otra posible traducción: Desde que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora, el reino de Dios ha sido atacado con furia por gente violenta que trata de destruirlo.