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Vino á él una mujer, teniendo un vaso de alabastro de unguento de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado á la mesa.

Lo cual viendo sus discípulos, se enojaron, diciendo: ¿Por qué se pierde esto?

Porque esto se podía vender por gran precio, y darse á los pobres.

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