Parábola del banquete de bodas

22 Jesús volvió a hablarles en parábolas y dijo: «El reino de los cielos es como un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero estos se negaron a asistir al banquete. Luego, mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida. Ya han matado mis toros y mis reses cebadas; todo está listo. Vengan al banquete de bodas”. Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a su negocio. Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron. El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad. Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado, pero los que invité no merecían venir. Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren”. 10 Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas.

11 »Cuando el rey entró a ver a los invitados, notó que allí había un hombre que no estaba vestido con el traje de boda. 12 “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje de boda?”, dijo. El hombre se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes”. 14 Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos».

El pago de impuestos al césar(A)

15 Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras. 16 Enviaron algunos de sus discípulos junto con los partidarios del rey Herodes, los cuales le dijeron:

—Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie, porque no te fijas en las apariencias. 17 Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?

18 Conociendo sus malas intenciones, Jesús respondió:

—¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas? 19 Muéstrenme la moneda para el impuesto.

Y se la enseñaron.[a]

20 —¿De quién es esta imagen y esta inscripción? —preguntó.

21 —Del césar —respondieron.

—Entonces —dijo Jesús—, denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.

22 Al oír esto, quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron.

El matrimonio en la resurrección(B)

23 Ese mismo día los saduceos, que dicen que no hay resurrección, se acercaron y le plantearon un problema:

24 —Maestro, Moisés nos enseñó que si un hombre muere sin tener hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. 25 Pues bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se casó y murió y, como no tuvo hijos, dejó la esposa a su hermano. 26 Lo mismo les pasó al segundo y al tercer hermano; fue así hasta llegar al séptimo. 27 Por último, murió la mujer. 28 Ahora bien, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será esposa esta mujer, ya que todos estuvieron casados con ella?

29 Jesús contestó:

—Ustedes andan equivocados porque desconocen las Escrituras y el poder de Dios. 30 En la resurrección, las personas no se casarán ni serán dadas en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. 31 Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que Dios les dijo a ustedes: 32 “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”?[b] Él no es Dios de muertos, sino de vivos.

33 Al oír esto, la gente quedó admirada de su enseñanza.

El mandamiento más importante(C)

34 Los fariseos se reunieron al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos. 35 Uno de ellos, experto en la Ley, le tendió una trampa con esta pregunta:

36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?

37 —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”[c] —respondió Jesús—. 38 Este es el primero y el más importante de los mandamientos. 39 El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[d] 40 De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.

¿De quién es hijo el Cristo?(D)

41 Mientras estaban reunidos los fariseos, Jesús preguntó:

42 —¿Qué piensan ustedes acerca del Cristo? ¿De quién es descendiente?

—De David —respondieron ellos.

Jesús les dijo:

43 —Entonces, ¿cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama “Señor”? Él afirma:

44 »“Dijo el Señor a mi Señor:
    ‘Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
    debajo de tus pies’ ”.[e]

45 Si David lo llama “Señor”, ¿cómo puede entonces ser su descendiente?».

46 Nadie pudo responderle ni una sola palabra y desde ese día ninguno se atrevía a hacerle más preguntas.

Footnotes

  1. 22:19 se la enseñaron. Lit. le trajeron un denario.
  2. 22:32 Éx 3:6.
  3. 22:37 Dt 6:5.
  4. 22:39 Lv 19:18.
  5. 22:44 Sal 110:1.

Genealogía de Jesucristo(A)(B)(C)

Registro genealógico de Jesucristo, hijo[a] de David y de Abraham:

Abraham fue el padre de[b] Isaac;

Isaac, padre de Jacob;

Jacob, padre de Judá y de sus hermanos;

Judá, padre de Fares y de Zera, cuya madre fue Tamar;

Fares, padre de Jezrón;

Jezrón, padre de Aram;

Aram, padre de Aminadab;

Aminadab, padre de Naasón;

Naasón, padre de Salmón;

Salmón, padre de Booz, cuya madre fue Rajab;

Booz, padre de Obed, cuya madre fue Rut;

Obed, padre de Isaí

e Isaí, padre del rey David.

David fue el padre de Salomón, cuya madre había sido la esposa de Urías;

Salomón, padre de Roboán;

Roboán, padre de Abías;

Abías, padre de Asá;

Asá, padre de Josafat;

Josafat, padre de Jorán;

Jorán, padre de Uzías;

Uzías, padre de Jotán;

Jotán, padre de Acaz;

Acaz, padre de Ezequías;

10 Ezequías, padre de Manasés;

Manasés, padre de Amón;

Amón, padre de Josías

11 y Josías, padre de Jeconías[c] y de sus hermanos en tiempos de la deportación a Babilonia.

12 Después de la deportación a Babilonia:

Jeconías fue el padre de Salatiel;

Salatiel, padre de Zorobabel;

13 Zorobabel, padre de Abiud;

Abiud, padre de Eliaquín;

Eliaquín, padre de Azor;

14 Azor, padre de Sadoc;

Sadoc, padre de Aquín;

Aquín, padre de Eliud;

15 Eliud, padre de Eleazar;

Eleazar, padre de Matán;

Matán, padre de Jacob

16 y Jacob, padre de José, que fue el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado el Cristo.

17 Así que hubo en total catorce generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta la deportación a Babilonia, y catorce desde la deportación hasta el Cristo.

Nacimiento de Jesucristo

18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José; pero, antes de unirse a él, resultó que estaba embarazada por el poder del Espíritu Santo. 19 Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, decidió romper en secreto el compromiso.

20 Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por el poder del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús,[d] porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: 23 «La virgen concebirá y dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel»[e] (que significa «Dios con nosotros»).

24 Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa. 25 Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo,[f] a quien le puso por nombre Jesús.

Visita de los sabios

Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios[g] procedentes del Oriente.

—¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse[h] su estrella y hemos venido a adorarlo.

Cuando lo oyó, el rey Herodes se turbó y toda Jerusalén con él. Así que convocó a todos los jefes de los sacerdotes y maestros de la Ley de su pueblo para preguntarles dónde había de nacer el Cristo.

—En Belén de Judea —le respondieron—, porque esto es lo que ha escrito el profeta:

“Pero tú, Belén, en la tierra de Judá,
    de ninguna manera eres la menor entre las principales ciudades de Judá;
porque de ti saldrá un príncipe
    que será el pastor de mi pueblo Israel”.[i]

Luego Herodes llamó en secreto a los sabios y se enteró por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Los envió a Belén y les dijo:

—Vayan e infórmense bien de ese niño y tan pronto como lo encuentren, avísenme para que yo también vaya y lo adore.

Después de oír al rey, siguieron su camino. Sucedió que la estrella que habían visto levantarse iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella, sintieron muchísima alegría. 11 Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y presentaron como regalos: oro, incienso y mirra. 12 Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

La huida a Egipto

13 Cuando ya se habían ido, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

14 Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, 15 donde permaneció hasta la muerte de Herodes. De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».[j]

16 Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se enfureció y mandó a matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los sabios. 17 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:

18 «Se oye un grito en Ramá,
    llanto y gran lamentación.
Es Raquel que llora por sus hijos
    y no quiere ser consolada.
¡Sus hijos ya no existen!».[k]

El regreso a Israel

19 Después que murió Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto 20 y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel, pues ya murieron los que amenazaban con quitarle la vida al niño».

21 Así que se levantó José, tomó al niño y a su madre, y regresó a la tierra de Israel. 22 Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Advertido por Dios en sueños, se retiró al distrito de Galilea 23 y fue a vivir en un pueblo llamado Nazaret. Con esto se cumplió lo dicho por los profetas: «Lo llamarán Nazareno».

Juan el Bautista prepara el camino(D)

En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. Decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca». Juan era aquel de quien había escrito el profeta Isaías:

«Voz de uno que grita en el desierto:
“Preparen el camino para el Señor,
    háganle sendas derechas”».[l]

La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Acudía a él la gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán. Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.

Pero al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, dijo: «¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran del castigo que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. No piensen que podrán decir: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego.

11 »Yo los bautizo a ustedes con[m] agua como señal de su arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 12 Tiene el aventador en la mano y limpiará su era recogiendo el trigo en su granero. La paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará».

Bautismo de Jesús(E)

13 Un día Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. 14 Pero Juan trató de disuadirlo.

—Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? —objetó.

15 —Hagámoslo como te digo, pues nos conviene cumplir con lo que es justo —contestó Jesús.

Entonces Juan consintió.

16 Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. 17 Y una voz desde el cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».

Tentación de Jesús(F)

Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se acercó y le propuso:

—Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.

Jesús respondió:

—Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.[n]

Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del Templo y le dijo:

—Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Pues escrito está:

»“Ordenará que sus ángeles te protejan
    y ellos te sostendrán en sus manos
    para que no tropieces con piedra alguna”».[o]

—También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”[p] —contestó Jesús.

De nuevo el diablo lo llevó a una montaña muy alta. Allí le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. Y le dijo:

—Todo esto te daré si te postras y me adoras.

10 —¡Vete, Satanás! —dijo Jesús—. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.[q]

11 Entonces el diablo lo dejó y ángeles acudieron a servirle.

Jesús comienza a predicar

12 Cuando Jesús oyó que habían encarcelado a Juan, regresó a Galilea. 13 Partió de Nazaret y se fue a vivir a Capernaúm, que está junto al lago en la región de Zabulón y de Neftalí, 14 para cumplir lo dicho por el profeta Isaías:

15 «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
    desde el Camino del Mar, al otro lado del Jordán,
    Galilea de los gentiles;
16 el pueblo que habitaba en la oscuridad
    ha visto una gran luz;
sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte
    una luz ha resplandecido».[r]

17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».

Jesús llama a sus primeros discípulos(G)

18 Mientras caminaba junto al lago de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro, Andrés. Estaban echando la red al lago, pues eran pescadores. 19 «Vengan, síganme —dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres». 20 Al instante dejaron las redes y lo siguieron.

21 Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca remendando las redes. Jesús los llamó 22 y dejaron enseguida la barca y a su padre para seguirlo.

Jesús sana a los enfermos

23 Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas noticias del reino y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente. 24 Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los sanaba. 25 Lo seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y de la región al otro lado del Jordán.

Las bienaventuranzas(H)

Cuando vio a las multitudes, subió a la ladera de una montaña y se sentó. Sus discípulos se le acercaron, tomó él la palabra y comenzó a enseñarles diciendo:

«Dichosos los pobres en espíritu,
    porque el reino de los cielos les pertenece.
Dichosos los que sufren,
    porque serán consolados.
Dichosos los humildes,
    porque recibirán la tierra como herencia.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
    porque serán saciados.
Dichosos los compasivos,
    porque serán tratados con compasión.
Dichosos los de corazón limpio,
    porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
    porque serán llamados hijos de Dios.
10 Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
    porque el reino de los cielos les pertenece.

11 »Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. 12 Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes.

La sal y la luz

13 »Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo lo recobrará? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.

14 »Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una montaña no puede esconderse. 15 Tampoco se enciende una lámpara para cubrirla con una vasija. Por el contrario, se pone en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos.

El cumplimiento de la Ley

17 »No piensen que he venido a anular la Ley o los Profetas; no he venido a anularlos, sino a darles cumplimiento. 18 Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la Ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido. 19 Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos. 20 Porque les digo a ustedes que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere la de los fariseos y la de los maestros de la Ley.

El homicidio(I)

21 »Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates”.[s] También se les dijo que todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal. 22 Pero yo digo que todo el que se enoje[t] con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte[u] a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Y cualquiera que le diga: “Insensato”, quedará sujeto al fuego del infierno.

23 »Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.

25 »Si tu adversario te va a denunciar, llega a un acuerdo con él lo más pronto posible. Hazlo mientras vayan de camino al juzgado, no sea que te entregue al juez, el juez al guardia y te echen en la cárcel. 26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.[v]

El adulterio

27 »Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio”.[w] 28 Pero yo digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te hace pecar, córtatela y arrójala. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo y no que todo él vaya al infierno.

El divorcio

31 »Se ha dicho: “El que se divorcia de su esposa debe darle un certificado de divorcio”.[x] 32 Pero yo digo que, excepto en caso de inmoralidad sexual, todo el que se divorcia de su esposa la induce a cometer adulterio y el que se casa con la divorciada comete adulterio.

Los juramentos

33 »También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor”. 34 Pero yo digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. 37 Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier otra cosa que digan más allá de esto proviene del maligno.

Ojo por ojo

38 »Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”.[y] 39 Pero yo digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. 40 Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa. 41 Si alguien te obliga a llevarle la carga una milla,[z] llévasela dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.

El amor a los enemigos

43 »Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo[aa] y odia a tu enemigo”. 44 Pero yo digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen,[ab] 45 para que sean hijos de su Padre que está en los cielos. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. 46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? 47 Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? 48 Por tanto, sean perfectos como su Padre celestial es perfecto.

El dar a los necesitados

»Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa.

»Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa. Más bien, cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.

La oración(J)

»Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.

»Ustedes deben orar así:

»“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino.
Hágase tu voluntad
    en la tierra como en el cielo.
11 Danos hoy nuestro pan cotidiano.[ac]
12 Perdónanos nuestras ofensas,
    como también nosotros hemos perdonado a nuestros ofensores.
13 Y no nos dejes caer en tentación,
    sino líbranos del maligno”.[ad]

14 »Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. 15 Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre perdonará a ustedes las suyas.

El ayuno

16 »Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que cambian sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que estos ya han obtenido toda su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara 18 para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino solo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.

Tesoros en el cielo(K)

19 »No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. 20 Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. 21 Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

22 »Los ojos son la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tus ojos son buenos, todo tu ser disfrutará de la luz. 23 Pero si los ojos son malos, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad!

24 »Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas.

De nada sirve preocuparse(L)

25 »Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida y el cuerpo más que la ropa? 26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan, ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? 27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?[ae]

28 »¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; 29 sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 30 Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? 31 Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?”, o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?”. 32 Los paganos andan tras todas estas cosas, pero su Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. 33 Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas estas cosas les serán añadidas. 34 Por lo tanto, no se preocupen por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.

Footnotes

  1. 1:1 hijo. Alt. descendiente.
  2. 1:2 fue el padre de. Lit. engendró a; y así sucesivamente en el resto de esta genealogía.
  3. 1:11 Jeconías. Es decir, Joaquín; también en v. 12.
  4. 1:21 Jesús es la forma griega del nombre hebreo Josué, que significa el Señor salva.
  5. 1:23 Is 7:14.
  6. 1:25 un hijo. Var. su hijo primogénito.
  7. 2:1 sabios. Lit. magos; también en vv. 7 y 16.
  8. 2:2 levantarse. Alt. en el oriente; también en v. 9.
  9. 2:6 Mi 5:2.
  10. 2:15 Os 11:1.
  11. 2:18 Jer 31:15.
  12. 3:3 Is 40:3.
  13. 3:11 con. Alt. en.
  14. 4:4 Dt 8:3.
  15. 4:6 Sal 91:11,12.
  16. 4:7 Dt 6:16.
  17. 4:10 Dt 6:13.
  18. 4:16 Is 9:1,2.
  19. 5:21 Éx 20:13.
  20. 5:22 se enoje. Var. se enoje sin causa.
  21. 5:22 insulte. Lit. le diga: “Raca” (estúpido en arameo).
  22. 5:26 centavo. Lit. cuadrante.
  23. 5:27 Éx 20:14.
  24. 5:31 Dt 24:1.
  25. 5:38 Éx 21:24; Lv 24:20; Dt 19:21.
  26. 5:41 Es decir, aprox. 1.5 km.
  27. 5:43 Lv 19:18.
  28. 5:44 Amen … persiguen. Var. Amen a sus enemigos, bendigan a quienes los maldicen, hagan bien a quienes los odian, y oren por quienes los ultrajan y los persiguen (véase Lc 6:27,28).
  29. 6:11 nuestro pan cotidiano. Alt. el pan que necesitamos.
  30. 6:13 del maligno. Alt. del mal. Var. del maligno, porque tuyos son el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén.
  31. 6:27 puede añadir … su vida. Alt. puede aumentar su estatura siquiera medio metro (lit. un codo).

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