22 Y he aquí, una mujer cananea que había salido de aquella comarca, comenzó a gritar, diciendo: Señor, Hijo de David(A), ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada(B). 23 Pero Él no le respondió palabra. Y acercándose sus discípulos, le rogaban, diciendo: Atiéndela[a], pues viene gritando tras nosotros. 24 Y respondiendo Él, dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel(C). 25 Pero acercándose ella, se postró[b] ante Él(D), diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Y Él respondió y dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echárselo a los perrillos. 27 Pero ella dijo: Sí, Señor; pero[c] también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Oh mujer, grande es tu fe(E); que te suceda como deseas. Y su hija quedó sana desde aquel momento[d].

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Footnotes

  1. Mateo 15:23 Lit., Despídela
  2. Mateo 15:25 O, adoró
  3. Mateo 15:27 Lit., porque
  4. Mateo 15:28 Lit., desde aquella hora

22 Una mujer de esa región, que era del grupo al que los judíos llamaban cananeos, se acercó a Jesús y le dijo a gritos:

—¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de mí y ayúdame! ¡Mi hija tiene un demonio que la hace sufrir mucho!

23 Jesús no le hizo caso. Pero los discípulos se acercaron a él y le rogaron:

—Atiende a esa mujer, pues viene gritando detrás de nosotros.

24 Jesús respondió:

—Dios me envió para ayudar sólo a los israelitas, pues ellos son para mí como ovejas perdidas.

25 Pero la mujer se acercó a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo:

—¡Señor, ayúdame!

26 Jesús le dijo:

—No está bien quitarles la comida a los hijos para echársela a los perros.[a]

27 La mujer le respondió:

—¡Señor, eso es cierto! Pero aun los perros comen de las sobras que caen de la mesa de sus dueños.

28 Entonces Jesús le dijo:

—¡Mujer, tú sí que tienes confianza en Dios! Lo que me has pedido se hará.

Y en ese mismo instante su hija quedó sana.

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Footnotes

  1. Mateo 15:26 Echársela a los perros: Algunas veces los judíos llamaban perros a la gente que no era judía.

22 Una mujer de los gentiles,[a] que vivía allí, se le acercó y le rogó: «¡Ten misericordia de mí, oh Señor, Hijo de David! Pues mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente».

23 Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos le pidieron que la despidiera. «Dile que se vaya—dijeron—. Nos está molestando con sus súplicas».

24 Entonces Jesús le dijo a la mujer:

—Fui enviado para ayudar solamente a las ovejas perdidas de Dios, el pueblo de Israel.

25 Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más:

—¡Señor, ayúdame!

26 Jesús le respondió:

—No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros.

27 —Es verdad, Señor—respondió la mujer—, pero hasta a los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos.

28 —Apreciada mujer—le dijo Jesús—, tu fe es grande. Se te concede lo que pides.

Y al instante la hija se sanó.

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Footnotes

  1. 15:22 Gentil[es], que no es judío. En griego cananea.

22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

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