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Jesús sana a un paralítico(A)

Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le llevaron un paralítico tendido sobre una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico:

—Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.

Entonces algunos de los escribas se decían a sí mismos: «Éste blasfema». Conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo:

—¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Los pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —dijo entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

Entonces él se levantó y se fue a su casa. La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.

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Jesús sana a un paralítico(A)

17 Aconteció un día que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la Ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. 18 Sucedió que unos hombres que traían en una camilla a un hombre que estaba paralítico, procuraban entrar y ponerlo delante de él. 19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa y por el tejado lo bajaron con la camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús. 20 Al ver él la fe de ellos, le dijo:

—Hombre, tus pecados te son perdonados.

21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a pensar, diciendo: «¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»

22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, les preguntó:

—¿Qué pensáis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? 24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

25 Al instante se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa glorificando a Dios. 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios. Llenos de temor, decían:

—Hoy hemos visto maravillas.

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