Add parallel Print Page Options

Los endemoniados gadarenos(A)

28 Cuando llegó a la otra orilla, que era la tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y se le acercaron. Eran tan feroces que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. 29 Y entre gritos le dijeron: «Hijo de Dios, ¿qué tienes que ver con nosotros? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?» 30 Lejos de ellos había un hato de muchos cerdos, que pacían. 31 Y los demonios le rogaron: «Si nos expulsas, permítenos ir a aquel hato de cerdos.» 32 Él les dijo: «Vayan.» Ellos salieron, y se fueron a los cerdos, y todo el hato se lanzó al lago por un despeñadero, y perecieron ahogados. 33 Los que cuidaban de los cerdos huyeron y fueron corriendo a la ciudad, y allí contaron todas estas cosas, incluso lo que había pasado con los endemoniados. 34 Y todos en la ciudad fueron a ver a Jesús y, cuando lo encontraron, le rogaron que se fuera de sus contornos.

Read full chapter

El endemoniado geraseno(A)

Llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos, y en cuanto Jesús salió de la barca, se le acercó un hombre que tenía un espíritu impuro. Este hombre vivía entre los sepulcros, y nadie lo podía sujetar, ni siquiera con cadenas. Muchas veces había sido sujetado con grilletes y cadenas, pero él rompía las cadenas y despedazaba los grilletes, de manera que nadie podía dominarlo. Este hombre andaba de día y de noche por los montes y los sepulcros, gritando y lastimándose con las piedras, pero al ver a Jesús de lejos, corrió para arrodillarse delante de él, y a voz en cuello le dijo: «Jesús, Hijo del Dios Altísimo, ¿qué tienes que ver conmigo? ¡Yo te ruego por Dios que no me atormentes!» Y es que Jesús le había dicho: «Espíritu impuro, ¡deja a este hombre!» Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?», y él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.» 10 Y el hombre le rogaba e insistía que no los mandara lejos de aquella región. 11 Cerca del monte pacía un gran hato de cerdos, 12 y todos los demonios le rogaron: «¡Envíanos a los cerdos! ¡Déjanos entrar en ellos!» 13 Jesús se lo permitió. Y en cuanto los espíritus impuros salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran como dos mil, y el hato se lanzó al lago por un despeñadero, y allí se ahogaron.

14 Los que cuidaban de los cerdos huyeron, y fueron a contar todo esto a la ciudad y por los campos. La gente salió a ver qué era lo que había sucedido, 15 y cuando llegaron a donde estaba Jesús, y vieron que el que había estado atormentado por la legión de demonios estaba sentado, vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo. 16 Luego, los que habían visto lo sucedido con el endemoniado y con los cerdos, se lo contaron a los demás, 17 y comenzaron a rogarle a Jesús que se fuera de sus contornos. 18 Cuando Jesús abordó la barca, el que había estado endemoniado le rogó que lo dejara estar con él; 19 pero Jesús, en vez de permitírselo, le dijo: «Vete a tu casa, con tu familia, y cuéntales las grandes cosas que el Señor ha hecho contigo. Cuéntales cómo ha tenido misericordia de ti.» 20 El hombre se fue, y en Decápolis comenzó a contar las grandes cosas que Jesús había hecho con él. Y todos se quedaban asombrados.

Read full chapter