Mateo 22:34-46
Reina-Valera 1995
El gran mandamiento(A)
34 Entonces los fariseos, cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se reunieron. 35 Y uno de ellos, intérprete de la Ley, preguntó para tentarlo, diciendo:
36 —Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la Ley?
37 Jesús le dijo:
—“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” 38 Éste es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” 40 De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.
¿De quién es hijo el Cristo?(B)
41 Estando reunidos los fariseos, Jesús les preguntó, 42 diciendo:
—¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?
Le dijeron:
—De David.
43 Él les dijo:
—¿Cómo, pues, David, en el Espíritu lo llama Señor, diciendo:
44 »“Dijo el Señor a mi Señor:
siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies”?
45 »Pues si David lo llama Señor, ¿cómo es su hijo?
46 Y nadie le podía responder palabra; ni se atrevió ninguno a preguntarle más desde aquel día.
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Levítico 19:1-2
Reina-Valera 1995
Leyes de santidad y de justicia
19 Habló Jehová a Moisés y le dijo: 2 «Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles:
»Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios.
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Levítico 19:15-18
Reina-Valera 1995
15 »No cometerás injusticia en los juicios, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo.
16 »No andarás chismeando entre tu pueblo.
»No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo, Jehová.
17 »No aborrecerás a tu hermano en tu corazón.
»Reprenderás a tu prójimo, para que no participes de su pecado.
18 »No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Jehová.
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Deuteronomio 34
Reina-Valera 1995
Muerte y sepultura de Moisés
34 Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó, y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan, 2 todo Neftalí, la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental, 3 el Neguev, el valle y la llanura de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar. 4 Y le dijo Jehová:
«Ésta es la tierra que prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: “A tu descendencia la daré.” Te he permitido verla con tus ojos, pero no pasarás allá.»
5 Allí murió Moisés, siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. 6 Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor, y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. 7 Tenía Moisés ciento veinte años de edad cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor.
8 Lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; así se cumplieron los días de llanto y de luto por Moisés. 9 Josué hijo de Nun estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él, y los hijos de Israel lo obedecieron haciendo como Jehová mandó a Moisés.
10 Nunca más se levantó un profeta en Israel como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara; 11 nadie como él por todas las señales y prodigios que Jehová le envió a hacer en tierra de Egipto, contra el faraón y todos sus siervos, y contra toda su tierra, 12 y por el gran poder y los hechos grandiosos y terribles que Moisés hizo a la vista de todo Israel.
Salmos 1
Reina-Valera 1995
LIBRO 1
El justo y los pecadores
1 Bienaventurado el varón
que no anduvo en consejo de malos,
ni estuvo en camino de pecadores,
ni en silla de escarnecedores se ha sentado,
2 sino que en la ley de Jehová está su delicia
y en su Ley medita de día y de noche.
3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
que da su fruto en su tiempo
y su hoja no cae,
y todo lo que hace prosperará.
4 No así los malos,
que son como el tamo que arrebata el viento.
5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio
ni los pecadores en la congregación de los justos,
6 porque Jehová conoce el camino de los justos,
mas la senda de los malos perecerá.
1 Tesalonicenses 2:1-8
Reina-Valera 1995
Recuerdos
2 Vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no fue en vano, 2 pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, como sabéis, Dios nos dio valor para anunciaros su evangelio en medio de una fuerte oposición. 3 Nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño. 4 Al contrario, si hablamos es porque Dios nos aprobó y nos confió el evangelio. No procuramos agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones, 5 porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia. Dios es testigo. 6 Tampoco buscamos gloria de los hombres, ni de vosotros ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. 7 Antes bien, nos portamos con ternura entre vosotros, como cuida una madre con amor a sus propios hijos. 8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, porque habéis llegado a sernos muy queridos.
Read full chapterCopyright © 1995 by United Bible Societies