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¿De quién desciende el Mesías?(A)

35 Jesús estaba enseñando en el templo, y preguntó:

—¿Por qué dicen los maestros de la ley que el Mesías desciende de David? 36 Pues David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, dijo:

“El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.”

37 ¿Pero cómo puede el Mesías descender de David, si David mismo lo llama Señor?

La gente, que era mucha, escuchaba con gusto a Jesús.

Jesús denuncia a los maestros de la ley(B)

38 Jesús decía en su enseñanza: «Cuídense de los maestros de la ley, pues les gusta andar con ropas largas y que los saluden con todo respeto en las plazas. 39 Buscan los asientos de honor en las sinagogas y los mejores lugares en las comidas; 40 y despojan de sus bienes a las viudas, y para disimularlo hacen largas oraciones. Ellos recibirán mayor castigo.»

La ofrenda de la viuda pobre(C)

41 Jesús estaba una vez sentado frente a los cofres de las ofrendas, mirando cómo la gente echaba dinero en ellos. Muchos ricos echaban mucho dinero. 42 En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. 43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:

—Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dinero en los cofres; 44 pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir.

Jesús anuncia que el templo será destruido(D)

13 Al salir Jesús del templo, uno de sus discípulos le dijo:

—¡Maestro, mira qué piedras y qué edificios!

Jesús le contestó:

—¿Ves estos grandes edificios? Pues no va a quedar de ellos ni una piedra sobre otra. Todo será destruido.

Señales antes del fin(E)

Luego se fueron al Monte de los Olivos, que está frente al templo. Jesús se sentó, y Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte cuándo iba a ocurrir esto y cuál sería la señal de que todo esto estaría para llegar a su término.

Jesús les contestó: «Tengan cuidado de que nadie los engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: “Yo soy”, y engañarán a mucha gente.

»Cuando ustedes tengan noticias de que hay guerras aquí y allá, no se asusten. Así tiene que ocurrir; sin embargo, aún no será el fin. Porque una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres. Eso apenas será el comienzo de los dolores.

»Cuídense ustedes mismos; porque los entregarán a las autoridades y los golpearán en las sinagogas. Los harán comparecer ante gobernadores y reyes por causa mía; así podrán dar testimonio de mí delante de ellos. 10 Pues antes del fin, el evangelio tiene que anunciarse a todas las naciones. 11 Y no se preocupen ustedes por lo que hayan de decir cuando los entreguen a las autoridades. En esos momentos digan lo que Dios les dé a decir, porque no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu Santo. 12 Los hermanos entregarán a la muerte a sus hermanos, y los padres a los hijos; y los hijos se volverán contra sus padres y los matarán. 13 Todo el mundo los odiará a ustedes por causa mía; pero el que siga firme hasta el fin, se salvará.