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Cuando Jesús salió de la barca(A), enseguida se acercó a Él, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo(B), que tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas; porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo.

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