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31 El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras permanecerán para siempre.

32 »Nadie sabe el día ni la hora en que yo vendré; no lo saben ni siquiera los ángeles del cielo. Es más, ni yo lo sé. Dios es el único que lo sabe.

33 »Por eso, tengan cuidado y estén alerta, porque no saben cuándo volveré.

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