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Parábola de los labradores malvados(A)

12 Entonces comenzó Jesús a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. Llegada la cosecha, mandó un siervo a los labradores para recibir de ellos una parte del fruto. Pero ellos lo agarraron, lo golpearon y lo despidieron con las manos vacías. Entonces les mandó otro siervo; a este le rompieron la cabeza y lo humillaron. Mandó a otro, y a este lo mataron. Mandó a otros muchos; a unos los golpearon; a otros los mataron.

»Le quedaba todavía uno, su hijo amado. Por último, lo mandó a él, pensando: “¡A mi hijo sí que lo respetarán!” Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: “Este es el heredero. Matémoslo, y la herencia será nuestra”. Así que le echaron mano y lo mataron, y lo arrojaron fuera del viñedo.

»¿Qué hará el dueño? Volverá, acabará con los labradores, y dará el viñedo a otros. 10 ¿No habéis leído esta Escritura:

»“La piedra que desecharon los constructores
    ha llegado a ser la piedra angular;
11 esto es obra del Señor,
    y nos deja maravillados”?»[a]

12 Cayendo en la cuenta de que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaban la manera de arrestarlo. Pero temían a la multitud; así que lo dejaron y se fueron.

El pago de impuestos al césar(B)

13 Luego enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos para tenderle una trampa con sus mismas palabras. 14 Al llegar le dijeron:

―Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro. No te dejas influir por nadie, porque no te fijas en las apariencias, sino que de verdad enseñas el camino de Dios. ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no? 15 ¿Debemos pagar o no?

Pero Jesús, sabiendo que fingían, les replicó:

―¿Por qué me tendéis trampas? Traedme una moneda romana[b] para verla.

16 Le llevaron la moneda, y él les preguntó:

―¿De quién son esta imagen y esta inscripción?

―Del césar —contestaron.

17 ―Dadle, pues, al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios.

Y se quedaron admirados de él.

El matrimonio en la resurrección(C)

18 Entonces los saduceos, que dicen que no hay resurrección, fueron a verlo y le plantearon un problema:

19 ―Maestro, Moisés nos enseñó en sus escritos que, si un hombre muere y deja a la viuda sin hijos, el hermano de ese hombre tiene que casarse con la viuda para que su hermano tenga descendencia. 20 Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar descendencia. 21 El segundo se casó con la viuda, pero también murió sin dejar descendencia. Lo mismo le pasó al tercero. 22 En fin, ninguno de los siete dejó descendencia. Por último, murió también la mujer. 23 Cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, ya que los siete estuvieron casados con ella?

24 ―¿Acaso no andáis desencaminados? —les replicó Jesús—. ¡Es que desconocéis las Escrituras y el poder de Dios! 25 Cuando resuciten los muertos, no se casarán ni serán dados en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo. 26 Pero, en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza, cómo Dios le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”?[c] 27 Él no es Dios de muertos, sino de vivos. ¡Andáis muy desencaminados!

El mandamiento más importante(D)

28 Uno de los maestros de la ley se acercó y los oyó discutiendo. Al ver lo bien que Jesús les había contestado, le preguntó:

―De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?

29 ―El más importante es: “Oye, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor[d] —contestó Jesús—. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.[e] 31 El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[f] No hay otro mandamiento más importante que estos.

32 ―Bien dicho, Maestro —respondió el hombre—. Tienes razón al decir que Dios es uno solo y que no hay otro fuera de él. 33 Amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más importante que todos los holocaustos y sacrificios.

34 Al ver Jesús que había respondido con inteligencia, le dijo:

―No estás lejos del reino de Dios.

Y desde entonces nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

¿De quién es hijo el Cristo?(E)(F)

35 Mientras enseñaba en el templo, Jesús les propuso:

―¿Cómo es que los maestros de la ley dicen que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo, hablando por el Espíritu Santo, declaró:

»“Dijo el Señor a mi Señor:
    ‘Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
    debajo de tus pies’ ”.[g]

37 Si David mismo lo llama “Señor”, ¿cómo puede ser su hijo?»

La muchedumbre lo escuchaba con agrado. 38 Como parte de su enseñanza, Jesús decía:

―Guardaos de los maestros de la ley. Les gusta pasearse con ropas ostentosas y que los saluden en las plazas, 39 ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes. 40 Se apoderan de los bienes de las viudas y a la vez hacen largas plegarias para impresionar a los demás. Estos recibirán peor castigo.

La ofrenda de la viuda(G)

41 Jesús se sentó frente al lugar donde se depositaban las ofrendas, y estuvo observando cómo la gente echaba sus monedas en el cepillo del templo. Muchos ricos echaban grandes cantidades. 42 Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor.[h]

43 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Os aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. 44 Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento».

Footnotes

  1. 12:11 Sal 118:22,23
  2. 12:15 una moneda romana. Lit. un denario.
  3. 12:26 Éx 3:6
  4. 12:29 Dios es el único Señor. Alt. Dios, el Señor es uno.
  5. 12:30 Dt 6:4,5
  6. 12:31 Lv 19:18
  7. 12:36 Sal 110:1
  8. 12:42 dos moneditas de muy poco valor. Lit. dos lepta, que es un cuadrante.

La parábola de los labradores malvados(A)

12 Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas. Les dijo: «Un hombre plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. A su debido tiempo, mandó un criado a pedir a los labradores la parte de la cosecha que le correspondía. Pero ellos le echaron mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Entonces el dueño mandó otro criado, pero a éste lo hirieron en la cabeza y lo insultaron. Mandó a otro, y a éste lo mataron. Después mandó a otros muchos; y a unos los golpearon y a otros los mataron.

»Todavía le quedaba uno: su propio hijo, a quien quería mucho. Por último lo mandó a él, pensando: “Sin duda, respetarán a mi hijo.” Pero los labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el que ha de recibir la herencia; matémoslo, y será nuestra la propiedad.” Así que lo agarraron, lo mataron y arrojaron el cuerpo fuera del viñedo.

»¿Y qué creen ustedes que hará el dueño del viñedo? Pues irá y matará a esos labradores, y dará el viñedo a otros.

10 »¿No han leído ustedes la Escritura? Dice:

“La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.
11 Esto lo hizo el Señor,
y estamos maravillados.”»

12 Quisieron entonces arrestar a Jesús, porque sabían que había usado esta parábola contra ellos. Pero como tenían miedo de la gente, lo dejaron y se fueron.

La pregunta sobre los impuestos(B)

13 Mandaron a Jesús algunos de los fariseos y del partido de Herodes, para hacerle decir algo de que pudieran acusarlo. 14 Éstos fueron y le dijeron:

—Maestro, sabemos que tú dices la verdad, sin dejarte llevar por lo que diga la gente, porque no hablas para darles gusto. Tú enseñas de veras el camino de Dios. ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador romano, o no? ¿Debemos o no debemos pagarlos?

15 Pero Jesús, que conocía su hipocresía, les dijo:

—¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda de denario, para que la vea.

16 Se la llevaron, y Jesús les dijo:

—¿De quién es ésta cara y el nombre que aquí está escrito?

Le contestaron:

—Del emperador.

17 Entonces Jesús les dijo:

—Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.

Y su respuesta los dejó admirados.

La pregunta sobre la resurrección(C)

18 Entonces fueron a ver a Jesús algunos saduceos. Éstos dicen que los muertos no resucitan; por eso le presentaron este caso:

19 —Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda, para darle hijos al hermano que murió. 20 Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. 21 Entonces el segundo se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo pasó con el tercero, 22 y con los siete; pero ninguno dejó hijos. Finalmente murió también la mujer. 23 Pues bien, en la resurrección, cuando vuelvan a vivir, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, si los siete estuvieron casados con ella?

24 Jesús les contestó:

—Ustedes están equivocados, porque no conocen las Escrituras ni el poder de Dios. 25 Cuando los muertos resuciten, los hombres y las mujeres no se casarán, pues serán como los ángeles que están en el cielo. 26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído ustedes en el libro de Moisés el pasaje de la zarza que ardía? Dios le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” 27 ¡Y él no es Dios de muertos, sino de vivos! Ustedes están muy equivocados.

El mandamiento más importante(D)

28 Al ver que Jesús les había contestado bien, uno de los maestros de la ley, que los había oído discutir, se acercó a él y le preguntó:

—¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

29 Jesús le contestó:

—El primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” 31 Pero hay un segundo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Ningún mandamiento es más importante que éstos.

32 El maestro de la ley le dijo:

—Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: hay un solo Dios, y no hay otro fuera de él. 33 Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios que se queman en el altar.

34 Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado con buen sentido, le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.

¿De quién desciende el Mesías?(E)

35 Jesús estaba enseñando en el templo, y preguntó:

—¿Por qué dicen los maestros de la ley que el Mesías desciende de David? 36 Pues David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, dijo:

“El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.”

37 ¿Pero cómo puede el Mesías descender de David, si David mismo lo llama Señor?

La gente, que era mucha, escuchaba con gusto a Jesús.

Jesús denuncia a los maestros de la ley(F)

38 Jesús decía en su enseñanza: «Cuídense de los maestros de la ley, pues les gusta andar con ropas largas y que los saluden con todo respeto en las plazas. 39 Buscan los asientos de honor en las sinagogas y los mejores lugares en las comidas; 40 y despojan de sus bienes a las viudas, y para disimularlo hacen largas oraciones. Ellos recibirán mayor castigo.»

La ofrenda de la viuda pobre(G)

41 Jesús estaba una vez sentado frente a los cofres de las ofrendas, mirando cómo la gente echaba dinero en ellos. Muchos ricos echaban mucho dinero. 42 En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. 43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:

—Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dinero en los cofres; 44 pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir.

La viña alquilada

12 Jesús comenzó por ponerles el siguiente ejemplo:

«Un hombre sembró una viña y construyó un cerco alrededor de ella. También preparó un lugar para hacer vino con las uvas que cosechara, y construyó una torre para vigilar el terreno. Luego, alquiló la viña a unos hombres y se fue de viaje.

»Cuando llegó el tiempo de la cosecha, el dueño de la viña envió a un sirviente para pedir la parte de la cosecha que le correspondía. Pero los que alquilaron la viña golpearon al sirviente y lo enviaron con las manos vacías.

»El dueño volvió a enviar a otro sirviente, pero los hombres lo insultaron y lo golpearon en la cabeza.

»Envió luego a un tercer sirviente, y a ése lo mataron. Después envió a muchos otros sirvientes; a unos los golpearon y a otros los mataron.

»Sólo le quedaba su hijo, a quien amaba mucho. Finalmente decidió enviarlo, pues pensó: “A mi hijo sí lo respetarán”.

»Pero los hombres que alquilaron la viña se dijeron unos a otros: “Este muchacho es el que heredará la viña cuando el dueño muera. Vamos a matarlo; así nos quedaremos con todo.”

»Entonces los hombres agarraron al muchacho, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera del terreno.

»¿Qué piensan ustedes que hará el dueño de la viña? Yo se lo voy a decir: irá a la viña, matará a esos hombres, y luego dará la viña a otras personas.

10 »¿No recuerdan lo que dice la Biblia?:

“La piedra que rechazaron
los constructores del templo
es ahora la piedra principal.
11 Esto nos deja maravillados,
pues Dios es quien lo hizo.”»

12 Los sacerdotes principales, los maestros de la Ley y los líderes del país se dieron cuenta de que Jesús había hecho esa comparación para hablar de ellos, y quisieron arrestarlo. Pero no se atrevieron a hacerlo porque tenían miedo de la gente. Entonces lo dejaron y se fueron.

Una trampa para Jesús

13 Después mandaron a algunos de los fariseos y a unos partidarios del rey Herodes,[a] para ponerle a Jesús una trampa. 14 Ellos fueron y le dijeron:

—Maestro, sabemos que siempre dices la verdad. No te importa lo que digan los demás acerca de tus enseñanzas, porque siempre insistes en que debemos obedecer a Dios en todo. Dinos qué opinas. ¿Está bien que le paguemos impuestos al emperador de Roma?

15 Como Jesús sabía que ellos eran unos hipócritas, les respondió:

—¿Por qué quieren ponerme una trampa? Tráiganme una de las monedas que se usan para pagar el impuesto.

16 Entonces ellos le llevaron una moneda de plata, y Jesús les preguntó:

—¿De quién es la imagen que está en la moneda? ¿De quién es el nombre escrito en ella?

Ellos contestaron:

—Del emperador de Roma.

17 Jesús les dijo:

—Denle entonces al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.

Al escuchar la respuesta de Jesús, todos quedaron muy asombrados.

Los saduceos hablan con Jesús

18 Unos saduceos fueron a ver a Jesús y, como no creían que los muertos pueden volver a vivir, le preguntaron:

19 —Maestro, Moisés escribió que, si un hombre muere sin tener hijos con su esposa, el hermano de ese hombre debe casarse con esa mujer y tener hijos con ella. De acuerdo con la ley, esos hijos son del hermano muerto y llevan su nombre.

20 »Pues bien, aquí vivían siete hermanos. El mayor se casó, y tiempo después murió sin tener hijos. 21 Entonces el segundo hermano se casó con la mujer que dejó el mayor, pero al poco tiempo también él murió sin tener hijos. Con el tercer hermano pasó lo mismo. 22 Y así pasó con los siete hermanos. Finalmente, murió la mujer.

23 »Ahora bien, cuando Dios haga que todos los muertos vuelvan a vivir, ¿de quién será esposa esta mujer, si estuvo casada con los siete?

24 Jesús les contestó:

—Ustedes están equivocados. No saben lo que dice la Biblia, ni conocen el poder de Dios. 25 Cuando Dios haga que los muertos vuelvan a vivir, nadie se va a casar, porque todos serán como los ángeles del cielo. 26 Y en cuanto a si los muertos vuelven a vivir, ustedes pueden leer en la Biblia la historia de la zarza. Allí, Dios le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus antepasados.” 27 Por tanto, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Dios todos ellos están vivos. ¡Qué equivocados están ustedes!

Los dos mandamientos más importantes

28 Uno de los maestros de la Ley escuchó la conversación entre Jesús y los saduceos. Al ver que Jesús les respondió muy bien, se acercó y le preguntó:

—¿Cuál es el mandamiento más importante de todos?

29 Jesús le contestó:

—El primero y más importante de los mandamientos es el que dice así: “¡Escucha, pueblo de Israel! Nuestro único Dios es el Dios de Israel. 30 Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales.” 31 Y el segundo mandamiento en importancia es: “Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo.” Ningún otro mandamiento es más importante que estos dos.

32 El maestro de la Ley le dijo:

—Muy bien, Maestro. Lo que dices es cierto: sólo Dios es nuestro dueño, y no hay otro como él. 33 Debemos amarlo con todo nuestro ser, y amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. Estos mandamientos son más importantes que cumplir con todos los ritos y deberes religiosos.

34 Como Jesús vio que el maestro de la Ley le dio una buena respuesta, le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

La pregunta acerca del Mesías

35 Mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:

«¿Por qué dicen los maestros de la Ley que el Mesías será de la familia del rey David? 36 Recuerden que el Espíritu Santo dijo lo siguiente a través de David:

“Dios le dijo a mi Señor el Mesías:
‘Siéntate a la derecha de mi trono,
hasta que yo derrote a tus enemigos.’”

37 »A ver, explíquenme: ¿Por qué el rey David llama Señor al Mesías? ¿Cómo puede el Mesías ser su descendiente? ¡Hasta David lo considera más importante que él mismo!»

Había allí mucha gente, y todos escuchaban a Jesús con agrado.

Jesús advierte a la gente y a sus discípulos

38 Jesús siguió enseñando y les dijo:

«¡Cuídense de los maestros de la Ley! A ellos les gusta vestirse como gente importante, y que en el mercado los saluden con mucho respeto. 39 Cuando van a una fiesta o a la sinagoga, les gusta ocupar los mejores asientos. 40 ¡Y son ellos los que roban las casas de las viudas, y luego hacen oraciones muy largas! Pero Dios los castigará más duro que a los demás.»

La ofrenda de la viuda pobre

41 Un día, Jesús estaba en el templo, y se sentó frente a las cajas de las ofrendas. Allí veía cómo la gente echaba dinero en ellas. Mucha gente rica echaba grandes cantidades de dinero. 42 En eso llegó una viuda pobre, y echó en una de las cajas dos moneditas de poquísimo valor. 43 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:

—Les aseguro que esta viuda pobre dio más que todos los ricos. 44 Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba, pero ella, que es tan pobre, dio todo lo que tenía para vivir.

Footnotes

  1. Marcos 12:13 Partidarios del rey Herodes: Véase la nota en 3.6.

12 And he began to speak unto them by parables. A certain man planted a vineyard, and set an hedge about it, and digged a place for the winefat, and built a tower, and let it out to husbandmen, and went into a far country.

And at the season he sent to the husbandmen a servant, that he might receive from the husbandmen of the fruit of the vineyard.

And they caught him, and beat him, and sent him away empty.

And again he sent unto them another servant; and at him they cast stones, and wounded him in the head, and sent him away shamefully handled.

And again he sent another; and him they killed, and many others; beating some, and killing some.

Having yet therefore one son, his wellbeloved, he sent him also last unto them, saying, They will reverence my son.

But those husbandmen said among themselves, This is the heir; come, let us kill him, and the inheritance shall be ours.'

And they took him, and killed him, and cast him out of the vineyard.

What shall therefore the lord of the vineyard do? he will come and destroy the husbandmen, and will give the vineyard unto others.

10 And have ye not read this scripture; The stone which the builders rejected is become the head of the corner:

11 This was the Lord's doing, and it is marvellous in our eyes?

12 And they sought to lay hold on him, but feared the people: for they knew that he had spoken the parable against them: and they left him, and went their way.

13 And they send unto him certain of the Pharisees and of the Herodians, to catch him in his words.

14 And when they were come, they say unto him, Master, we know that thou art true, and carest for no man: for thou regardest not the person of men, but teachest the way of God in truth: Is it lawful to give tribute to Caesar, or not?

15 Shall we give, or shall we not give? But he, knowing their hypocrisy, said unto them, Why tempt ye me? bring me a penny, that I may see it.

16 And they brought it. And he saith unto them, Whose is this image and superscription? And they said unto him, Caesar's.

17 And Jesus answering said unto them, Render to Caesar the things that are Caesar's, and to God the things that are God's. And they marvelled at him.

18 Then come unto him the Sadducees, which say there is no resurrection; and they asked him, saying,

19 Master, Moses wrote unto us, If a man's brother die, and leave his wife behind him, and leave no children, that his brother should take his wife, and raise up seed unto his brother.

20 Now there were seven brethren: and the first took a wife, and dying left no seed.

21 And the second took her, and died, neither left he any seed: and the third likewise.

22 And the seven had her, and left no seed: last of all the woman died also.

23 In the resurrection therefore, when they shall rise, whose wife shall she be of them? for the seven had her to wife.

24 And Jesus answering said unto them, Do ye not therefore err, because ye know not the scriptures, neither the power of God?

25 For when they shall rise from the dead, they neither marry, nor are given in marriage; but are as the angels which are in heaven.

26 And as touching the dead, that they rise: have ye not read in the book of Moses, how in the bush God spake unto him, saying, I am the God of Abraham, and the God of Isaac, and the God of Jacob?

27 He is not the God of the dead, but the God of the living: ye therefore do greatly err.

28 And one of the scribes came, and having heard them reasoning together, and perceiving that he had answered them well, asked him, Which is the first commandment of all?

29 And Jesus answered him, The first of all the commandments is, Hear, O Israel; The Lord our God is one Lord:

30 And thou shalt love the Lord thy God with all thy heart, and with all thy soul, and with all thy mind, and with all thy strength: this is the first commandment.

31 And the second is like, namely this, Thou shalt love thy neighbour as thyself. There is none other commandment greater than these.

32 And the scribe said unto him, Well, Master, thou hast said the truth: for there is one God; and there is none other but he:

33 And to love him with all the heart, and with all the understanding, and with all the soul, and with all the strength, and to love his neighbour as himself, is more than all whole burnt offerings and sacrifices.

34 And when Jesus saw that he answered discreetly, he said unto him, Thou art not far from the kingdom of God. And no man after that durst ask him any question.

35 And Jesus answered and said, while he taught in the temple, How say the scribes that Christ is the son of David?

36 For David himself said by the Holy Ghost, The Lord said to my Lord, Sit thou on my right hand, till I make thine enemies thy footstool.

37 David therefore himself calleth him Lord; and whence is he then his son? And the common people heard him gladly.

38 And he said unto them in his doctrine, Beware of the scribes, which love to go in long clothing, and love salutations in the marketplaces,

39 And the chief seats in the synagogues, and the uppermost rooms at feasts:

40 Which devour widows' houses, and for a pretence make long prayers: these shall receive greater damnation.

41 And Jesus sat over against the treasury, and beheld how the people cast money into the treasury: and many that were rich cast in much.

42 And there came a certain poor widow, and she threw in two mites, which make a farthing.

43 And he called unto him his disciples, and saith unto them, Verily I say unto you, That this poor widow hath cast more in, than all they which have cast into the treasury:

44 For all they did cast in of their abundance; but she of her want did cast in all that she had, even all her living.