Parábola de los labradores malvados

12 (A)Entonces comenzó a hablarles en parábolas(B): Un hombre plantó una viña y la cercó con un muro[a], cavó un estanque debajo del lagar y edificó una torre(C); la arrendó a labradores y se fue de viaje. Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña. Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente. Y envió a otro y a este lo mataron; y así con otros muchos, golpeando a unos y matando a otros. Todavía le quedaba[b] uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: «Respetarán a mi hijo». Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: «Este es el heredero; ¡venid, matémosle, y la heredad será nuestra!». Y echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará, entonces, el dueño[c] de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros. 10 ¿Ni aun esta Escritura habéis leído:

«La piedra que desecharon los constructores,
esa, en piedra angular[d] se ha convertido(D);
11 esto fue hecho de parte del Señor,
y es maravilloso a nuestros ojos(E)»?

12 Y procuraban prenderle(F), pero temían a la multitud, porque comprendieron que contra ellos había dicho la parábola. Y dejándole, se fueron(G).

El pago del impuesto al César

13 (H)Y le enviaron* algunos de los fariseos y de los herodianos(I) para sorprenderle en alguna palabra(J). 14 Y cuando ellos llegaron*, le dijeron*: Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor[e] de nadie, porque eres imparcial[f], y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar[g] impuesto al César, o no? 15 ¿Pagaremos[h] o no pagaremos[i]? Pero Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me estáis poniendo a prueba? Traedme un denario[j] para verlo. 16 Se lo trajeron, y Él les dijo*: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César. 17 Entonces Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios(K). Y se maravillaban de Él.

Pregunta sobre la resurrección

18 (L)Y algunos saduceos (los que dicen que no hay resurrección) se le acercaron*, y le preguntaban, diciendo: 19 Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si el hermano de alguno muere y deja mujer y no deja hijo, que su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano(M). 20 Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia. 21 Y el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia; y asimismo el tercero; 22 y así los siete, sin dejar descendencia. Y por último murió también la mujer. 23 En la resurrección, cuando resuciten[k], ¿de cuál de ellos será mujer? Pues los siete la tuvieron por mujer. 24 Jesús les dijo: ¿No es esta la razón por la que estáis equivocados: que no entendéis[l] las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Porque cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán ni serán dados en matrimonio, sino que serán como los ángeles en los cielos. 26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje(N) sobre la zarza ardiendo, cómo Dios le habló, diciendo: «Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob(O)»? 27 Él no es Dios de muertos, sino de vivos(P); vosotros estáis muy equivocados.

El mandamiento supremo

28 (Q)Cuando uno de los escribas se acercó, los oyó discutir, y reconociendo que les había contestado bien(R), le preguntó: ¿Cuál mandamiento es el más importante[m] de todos? 29 Jesús respondió: El más importante[n] es: «Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es(S); 30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza(T)». 31 El segundo es este: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo(U)». No hay otro mandamiento mayor que estos. 32 Y el escriba le dijo: Muy bien, Maestro; con verdad has dicho que Él es uno, y no hay otro además de Él(V); 33 y que amarle con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo(W), es más que todos los holocaustos y los sacrificios(X). 34 Viendo Jesús que él había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y después de eso, nadie se aventuraba a hacerle más preguntas(Y).

Jesús, Hijo y Señor de David

35 (Z)Y tomando la palabra, Jesús decía mientras enseñaba en el templo(AA): ¿Por qué[o] dicen los escribas que el Cristo[p] es hijo de David(AB)? 36 David mismo dijo por el Espíritu Santo:

«El Señor dijo a mi Señor:
siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies(AC)”».

37 David mismo le llama «Señor». ¿En qué sentido es, pues, su hijo? Y la gran multitud(AD) le escuchaba con gusto.

Advertencia contra los escribas

38 (AE)Y en su enseñanza les decía: Cuidaos de los escribas, a quienes les gusta andar con vestiduras largas, y aman los saludos respetuosos en las plazas(AF), 39 los primeros asientos en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes; 40 que devoran las casas de las viudas, y por las apariencias hacen largas oraciones; estos recibirán mayor condenación(AG).

La ofrenda de la viuda

41 (AH)Jesús se sentó frente al arca del tesoro(AI), y observaba cómo la multitud echaba dinero[q] en el arca del tesoro(AJ); y muchos ricos echaban grandes cantidades. 42 Y llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre[r], o sea, un cuadrante[s]. 43 Y llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al[t] tesoro; 44 porque todos ellos echaron de lo que les sobra[u], pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir[v](AK).

Footnotes

  1. Marcos 12:1 O, una cerca
  2. Marcos 12:6 Lit., tenía
  3. Marcos 12:9 Lit., señor
  4. Marcos 12:10 Lit., cabeza del ángulo
  5. Marcos 12:14 Lit., no te preocupas
  6. Marcos 12:14 Lit., no miras la apariencia de los hombres
  7. Marcos 12:14 Lit., dar
  8. Marcos 12:15 Lit., Daremos
  9. Marcos 12:15 Lit., Daremos
  10. Marcos 12:15 Un denario valía aprox. 4 gramos de plata, o el equivalente al salario de un día
  11. Marcos 12:23 La mayoría de los mss. antiguos no incluyen: cuando resuciten
  12. Marcos 12:24 O, no conocéis
  13. Marcos 12:28 O, el primero
  14. Marcos 12:29 O, el primero
  15. Marcos 12:35 Lit., ¿Cómo
  16. Marcos 12:35 I.e., el Mesías
  17. Marcos 12:41 I.e., monedas de cobre
  18. Marcos 12:42 O, blancas; gr., lepta, las monedas de menos valor (1/128 de un denario)
  19. Marcos 12:42 Un cuadrante equivale aprox. a dos blancas; i.e., 1/64 de un denario
  20. Marcos 12:43 Lit., los que estaban poniendo en el
  21. Marcos 12:44 O, de su abundancia
  22. Marcos 12:44 Lit., toda su subsistencia

La viña alquilada

12 Jesús comenzó por ponerles el siguiente ejemplo:

«Un hombre sembró una viña y construyó un cerco alrededor de ella. También preparó un lugar para hacer vino con las uvas que cosechara, y construyó una torre para vigilar el terreno. Luego, alquiló la viña a unos hombres y se fue de viaje.

»Cuando llegó el tiempo de la cosecha, el dueño de la viña envió a un sirviente para pedir la parte de la cosecha que le correspondía. Pero los que alquilaron la viña golpearon al sirviente y lo enviaron con las manos vacías.

»El dueño volvió a enviar a otro sirviente, pero los hombres lo insultaron y lo golpearon en la cabeza.

»Envió luego a un tercer sirviente, y a ése lo mataron. Después envió a muchos otros sirvientes; a unos los golpearon y a otros los mataron.

»Sólo le quedaba su hijo, a quien amaba mucho. Finalmente decidió enviarlo, pues pensó: “A mi hijo sí lo respetarán”.

»Pero los hombres que alquilaron la viña se dijeron unos a otros: “Este muchacho es el que heredará la viña cuando el dueño muera. Vamos a matarlo; así nos quedaremos con todo.”

»Entonces los hombres agarraron al muchacho, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera del terreno.

»¿Qué piensan ustedes que hará el dueño de la viña? Yo se lo voy a decir: irá a la viña, matará a esos hombres, y luego dará la viña a otras personas.

10 »¿No recuerdan lo que dice la Biblia?:

“La piedra que rechazaron
los constructores del templo
es ahora la piedra principal.
11 Esto nos deja maravillados,
pues Dios es quien lo hizo.”»

12 Los sacerdotes principales, los maestros de la Ley y los líderes del país se dieron cuenta de que Jesús había hecho esa comparación para hablar de ellos, y quisieron arrestarlo. Pero no se atrevieron a hacerlo porque tenían miedo de la gente. Entonces lo dejaron y se fueron.

Una trampa para Jesús

13 Después mandaron a algunos de los fariseos y a unos partidarios del rey Herodes,[a] para ponerle a Jesús una trampa. 14 Ellos fueron y le dijeron:

—Maestro, sabemos que siempre dices la verdad. No te importa lo que digan los demás acerca de tus enseñanzas, porque siempre insistes en que debemos obedecer a Dios en todo. Dinos qué opinas. ¿Está bien que le paguemos impuestos al emperador de Roma?

15 Como Jesús sabía que ellos eran unos hipócritas, les respondió:

—¿Por qué quieren ponerme una trampa? Tráiganme una de las monedas que se usan para pagar el impuesto.

16 Entonces ellos le llevaron una moneda de plata, y Jesús les preguntó:

—¿De quién es la imagen que está en la moneda? ¿De quién es el nombre escrito en ella?

Ellos contestaron:

—Del emperador de Roma.

17 Jesús les dijo:

—Denle entonces al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.

Al escuchar la respuesta de Jesús, todos quedaron muy asombrados.

Los saduceos hablan con Jesús

18 Unos saduceos fueron a ver a Jesús y, como no creían que los muertos pueden volver a vivir, le preguntaron:

19 —Maestro, Moisés escribió que, si un hombre muere sin tener hijos con su esposa, el hermano de ese hombre debe casarse con esa mujer y tener hijos con ella. De acuerdo con la ley, esos hijos son del hermano muerto y llevan su nombre.

20 »Pues bien, aquí vivían siete hermanos. El mayor se casó, y tiempo después murió sin tener hijos. 21 Entonces el segundo hermano se casó con la mujer que dejó el mayor, pero al poco tiempo también él murió sin tener hijos. Con el tercer hermano pasó lo mismo. 22 Y así pasó con los siete hermanos. Finalmente, murió la mujer.

23 »Ahora bien, cuando Dios haga que todos los muertos vuelvan a vivir, ¿de quién será esposa esta mujer, si estuvo casada con los siete?

24 Jesús les contestó:

—Ustedes están equivocados. No saben lo que dice la Biblia, ni conocen el poder de Dios. 25 Cuando Dios haga que los muertos vuelvan a vivir, nadie se va a casar, porque todos serán como los ángeles del cielo. 26 Y en cuanto a si los muertos vuelven a vivir, ustedes pueden leer en la Biblia la historia de la zarza. Allí, Dios le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus antepasados.” 27 Por tanto, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Dios todos ellos están vivos. ¡Qué equivocados están ustedes!

Los dos mandamientos más importantes

28 Uno de los maestros de la Ley escuchó la conversación entre Jesús y los saduceos. Al ver que Jesús les respondió muy bien, se acercó y le preguntó:

—¿Cuál es el mandamiento más importante de todos?

29 Jesús le contestó:

—El primero y más importante de los mandamientos es el que dice así: “¡Escucha, pueblo de Israel! Nuestro único Dios es el Dios de Israel. 30 Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales.” 31 Y el segundo mandamiento en importancia es: “Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo.” Ningún otro mandamiento es más importante que estos dos.

32 El maestro de la Ley le dijo:

—Muy bien, Maestro. Lo que dices es cierto: sólo Dios es nuestro dueño, y no hay otro como él. 33 Debemos amarlo con todo nuestro ser, y amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. Estos mandamientos son más importantes que cumplir con todos los ritos y deberes religiosos.

34 Como Jesús vio que el maestro de la Ley le dio una buena respuesta, le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

La pregunta acerca del Mesías

35 Mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó:

«¿Por qué dicen los maestros de la Ley que el Mesías será de la familia del rey David? 36 Recuerden que el Espíritu Santo dijo lo siguiente a través de David:

“Dios le dijo a mi Señor el Mesías:
‘Siéntate a la derecha de mi trono,
hasta que yo derrote a tus enemigos.’”

37 »A ver, explíquenme: ¿Por qué el rey David llama Señor al Mesías? ¿Cómo puede el Mesías ser su descendiente? ¡Hasta David lo considera más importante que él mismo!»

Había allí mucha gente, y todos escuchaban a Jesús con agrado.

Jesús advierte a la gente y a sus discípulos

38 Jesús siguió enseñando y les dijo:

«¡Cuídense de los maestros de la Ley! A ellos les gusta vestirse como gente importante, y que en el mercado los saluden con mucho respeto. 39 Cuando van a una fiesta o a la sinagoga, les gusta ocupar los mejores asientos. 40 ¡Y son ellos los que roban las casas de las viudas, y luego hacen oraciones muy largas! Pero Dios los castigará más duro que a los demás.»

La ofrenda de la viuda pobre

41 Un día, Jesús estaba en el templo, y se sentó frente a las cajas de las ofrendas. Allí veía cómo la gente echaba dinero en ellas. Mucha gente rica echaba grandes cantidades de dinero. 42 En eso llegó una viuda pobre, y echó en una de las cajas dos moneditas de poquísimo valor. 43 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:

—Les aseguro que esta viuda pobre dio más que todos los ricos. 44 Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba, pero ella, que es tan pobre, dio todo lo que tenía para vivir.

Footnotes

  1. Marcos 12:13 Partidarios del rey Herodes: Véase la nota en 3.6.

Parábola de los agricultores malvados

12 Después Jesús comenzó a enseñarles con historias: «Un hombre plantó un viñedo. Lo cercó con un muro, cavó un hoyo para extraer el jugo de las uvas y construyó una torre de vigilancia. Luego les alquiló el viñedo a unos agricultores arrendatarios y se mudó a otro país. Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su parte de la cosecha; pero los agricultores agarraron al siervo, le dieron una paliza y lo mandaron de regreso con las manos vacías. Entonces el dueño envió a otro siervo, pero lo insultaron y le pegaron en la cabeza. Al próximo siervo que envió, lo mataron. Envió a otros, a unos los golpearon y a otros los mataron, hasta que le quedó solo uno, su hijo, a quien amaba profundamente. Finalmente, el dueño lo envió porque pensó: “Sin duda, respetarán a mi hijo”.

»Los agricultores se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. ¡Matémoslo y nos quedaremos con la propiedad!”. Así que lo agarraron, lo asesinaron y tiraron su cuerpo fuera del viñedo.

»¿Qué creen qué hará el dueño del viñedo? —preguntó Jesús—. Les diré: irá y matará a esos agricultores y alquilará el viñedo a otros. 10 ¿Nunca leyeron en las Escrituras:

“La piedra que los constructores rechazaron
    ahora se ha convertido en la piedra principal.
11 Esto es obra del Señor
    y es maravilloso verlo”[a] ?».

12 Los líderes religiosos[b] querían arrestar a Jesús porque se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados; pero tenían miedo de la multitud, así que lo dejaron y se marcharon.

Los impuestos para el César

13 Después los ancianos enviaron a algunos fariseos y partidarios de Herodes para hacer que Jesús cayera en la trampa de decir algo por lo cual pudiera ser arrestado.

14 —Maestro—dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Eres imparcial y no tienes favoritismos. Enseñas con verdad el camino de Dios. Ahora dinos, ¿es correcto que paguemos impuestos al César o no? 15 ¿Debemos o no pagarlos?

Jesús se dio cuenta de su hipocresía y dijo:

—¿Por qué intentan atraparme? Muéstrenme una moneda romana,[c] y les diré.

16 Cuando se la dieron, les preguntó:

—¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda?

—Al César—contestaron.

17 —Bien —dijo Jesús—, entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios.

Su respuesta los dejó totalmente asombrados.

Discusión acerca de la resurrección

18 Después se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección después de la muerte. Le plantearon la siguiente pregunta:

19 —Maestro, Moisés nos dio una ley que dice que, si un hombre muere y deja a una esposa sin hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe.[d] 20 Ahora bien, supongamos que había siete hermanos. El mayor se casó y murió sin dejar hijos. 21 Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero también murió sin dejar hijos. Luego el tercer hermano se casó con ella. 22 Lo mismo sucedió con los siete y aún no había hijos. Por último, la mujer también murió. 23 Entonces dinos, ¿de quién será esposa en la resurrección? Pues los siete estuvieron casados con ella.

24 Jesús contestó:

—El error de ustedes es que no conocen las Escrituras y no conocen el poder de Dios. 25 Pues, cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se entregarán en matrimonio. En este sentido, serán como los ángeles del cielo.

26 »Ahora bien, en cuanto a si los muertos resucitarán, ¿nunca han leído acerca de esto en los escritos de Moisés, en la historia de la zarza ardiente? Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieron, Dios le dijo a Moisés:[e] “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”[f]. 27 Por lo tanto, él es Dios de los que están vivos, no de los muertos. Ustedes han cometido un grave error.

El mandamiento más importante

28 Uno de los maestros de la ley religiosa estaba allí escuchando el debate. Se dio cuenta de que Jesús había contestado bien, entonces le preguntó:

—De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?

29 Jesús contestó:

—El mandamiento más importante es: “¡Escucha, oh Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”[g]. 31 El segundo es igualmente importante: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”[h]. Ningún otro mandamiento es más importante que estos.

32 El maestro de la ley religiosa respondió:

—Bien dicho, Maestro. Has hablado la verdad al decir que hay solo un Dios y ningún otro. 33 Además yo sé que es importante amarlo con todo mi corazón y todo mi entendimiento y todas mis fuerzas, y amar a mi prójimo como a mí mismo. Esto es más importante que presentar todas las ofrendas quemadas y sacrificios exigidos en la ley.

34 Al ver cuánto entendía el hombre, Jesús le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Y, a partir de entonces, nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

¿De quién es hijo el Mesías?

35 Tiempo después, Jesús estaba enseñando al pueblo en el templo y preguntó: «¿Por qué afirman los maestros de la ley religiosa que el Mesías es hijo de David? 36 Pues el propio David, mientras hablaba bajo la inspiración del Espíritu Santo, dijo:

“El Señor le dijo a mi Señor:
‘Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
    hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies’”[i] .

37 Ya que David mismo llamó al Mesías “mi Señor”, ¿cómo es posible que el Mesías sea su hijo?». La gran multitud se deleitaba al escucharlo.

38 Jesús también enseñó: «¡Cuídense de los maestros de la ley religiosa! Pues les gusta pavonearse en túnicas largas y sueltas y recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas. 39 ¡Y cómo les encanta ocupar los asientos de honor en las sinagogas y sentarse a la mesa principal en los banquetes! 40 Sin embargo, estafan descaradamente a las viudas para apoderarse de sus propiedades y luego pretenden ser piadosos haciendo largas oraciones en público. Por eso, serán castigados con más severidad».

La ofrenda de la viuda

41 Jesús se sentó cerca de la caja de las ofrendas del templo y observó mientras la gente depositaba su dinero. Muchos ricos echaban grandes cantidades. 42 Entonces llegó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas.[j]

43 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les digo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan. 44 Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía para vivir».

Footnotes

  1. 12:10-11 Sal 118:22-23.
  2. 12:12 En griego Ellos.
  3. 12:15 En griego un denario.
  4. 12:19 Ver Dt 25:5-6.
  5. 12:26a En griego en la historia de la zarza? Dios le dijo.
  6. 12:26b Ex 3:6.
  7. 12:29-30 Dt 6:4-5.
  8. 12:31 Lv 19:18.
  9. 12:36 Sal 110:1.
  10. 12:42 En griego dos leptas, que es un kodrante [es decir, un cuadrante].

La parábola de los labradores malvados(A)

12 Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas. Les dijo: «Un hombre plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. A su debido tiempo, mandó un criado a pedir a los labradores la parte de la cosecha que le correspondía. Pero ellos le echaron mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Entonces el dueño mandó otro criado, pero a éste lo hirieron en la cabeza y lo insultaron. Mandó a otro, y a éste lo mataron. Después mandó a otros muchos; y a unos los golpearon y a otros los mataron.

»Todavía le quedaba uno: su propio hijo, a quien quería mucho. Por último lo mandó a él, pensando: “Sin duda, respetarán a mi hijo.” Pero los labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el que ha de recibir la herencia; matémoslo, y será nuestra la propiedad.” Así que lo agarraron, lo mataron y arrojaron el cuerpo fuera del viñedo.

»¿Y qué creen ustedes que hará el dueño del viñedo? Pues irá y matará a esos labradores, y dará el viñedo a otros.

10 »¿No han leído ustedes la Escritura? Dice:

“La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.
11 Esto lo hizo el Señor,
y estamos maravillados.”»

12 Quisieron entonces arrestar a Jesús, porque sabían que había usado esta parábola contra ellos. Pero como tenían miedo de la gente, lo dejaron y se fueron.

La pregunta sobre los impuestos(B)

13 Mandaron a Jesús algunos de los fariseos y del partido de Herodes, para hacerle decir algo de que pudieran acusarlo. 14 Éstos fueron y le dijeron:

—Maestro, sabemos que tú dices la verdad, sin dejarte llevar por lo que diga la gente, porque no hablas para darles gusto. Tú enseñas de veras el camino de Dios. ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador romano, o no? ¿Debemos o no debemos pagarlos?

15 Pero Jesús, que conocía su hipocresía, les dijo:

—¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda de denario, para que la vea.

16 Se la llevaron, y Jesús les dijo:

—¿De quién es ésta cara y el nombre que aquí está escrito?

Le contestaron:

—Del emperador.

17 Entonces Jesús les dijo:

—Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.

Y su respuesta los dejó admirados.

La pregunta sobre la resurrección(C)

18 Entonces fueron a ver a Jesús algunos saduceos. Éstos dicen que los muertos no resucitan; por eso le presentaron este caso:

19 —Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda, para darle hijos al hermano que murió. 20 Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. 21 Entonces el segundo se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo pasó con el tercero, 22 y con los siete; pero ninguno dejó hijos. Finalmente murió también la mujer. 23 Pues bien, en la resurrección, cuando vuelvan a vivir, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, si los siete estuvieron casados con ella?

24 Jesús les contestó:

—Ustedes están equivocados, porque no conocen las Escrituras ni el poder de Dios. 25 Cuando los muertos resuciten, los hombres y las mujeres no se casarán, pues serán como los ángeles que están en el cielo. 26 Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído ustedes en el libro de Moisés el pasaje de la zarza que ardía? Dios le dijo a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” 27 ¡Y él no es Dios de muertos, sino de vivos! Ustedes están muy equivocados.

El mandamiento más importante(D)

28 Al ver que Jesús les había contestado bien, uno de los maestros de la ley, que los había oído discutir, se acercó a él y le preguntó:

—¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

29 Jesús le contestó:

—El primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” 31 Pero hay un segundo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Ningún mandamiento es más importante que éstos.

32 El maestro de la ley le dijo:

—Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: hay un solo Dios, y no hay otro fuera de él. 33 Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios que se queman en el altar.

34 Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado con buen sentido, le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.

¿De quién desciende el Mesías?(E)

35 Jesús estaba enseñando en el templo, y preguntó:

—¿Por qué dicen los maestros de la ley que el Mesías desciende de David? 36 Pues David mismo, inspirado por el Espíritu Santo, dijo:

“El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.”

37 ¿Pero cómo puede el Mesías descender de David, si David mismo lo llama Señor?

La gente, que era mucha, escuchaba con gusto a Jesús.

Jesús denuncia a los maestros de la ley(F)

38 Jesús decía en su enseñanza: «Cuídense de los maestros de la ley, pues les gusta andar con ropas largas y que los saluden con todo respeto en las plazas. 39 Buscan los asientos de honor en las sinagogas y los mejores lugares en las comidas; 40 y despojan de sus bienes a las viudas, y para disimularlo hacen largas oraciones. Ellos recibirán mayor castigo.»

La ofrenda de la viuda pobre(G)

41 Jesús estaba una vez sentado frente a los cofres de las ofrendas, mirando cómo la gente echaba dinero en ellos. Muchos ricos echaban mucho dinero. 42 En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. 43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:

—Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dinero en los cofres; 44 pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir.