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Jesús envía a los doce discípulos

Cierto día, Jesús reunió a sus doce discípulos[a] y les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y sanar enfermedades. Luego los envió para que anunciaran a todos acerca del reino de Dios y sanaran a los enfermos. Les dio las siguientes instrucciones: «No lleven nada para el viaje, ni bastón, ni bolso de viaje, ni comida, ni dinero,[b] ni siquiera una muda de ropa. Por todo lugar que vayan, quédense en la misma casa hasta salir de la ciudad. Y si en algún pueblo se niegan a recibirlos, sacúdanse el polvo de los pies al salir para mostrar que abandonan a esas personas a su suerte».

Entonces ellos comenzaron su recorrido por las aldeas para predicar la Buena Noticia y sanar a los enfermos.

La confusión de Herodes

Cuando Herodes Antipas, el gobernante de Galilea,[c] oyó hablar de todo lo que Jesús hacía, quedó perplejo. Algunos decían que Juan el Bautista había resucitado de los muertos. Otros pensaban que Jesús era Elías o algún otro profeta, levantado de los muertos.

«Decapité a Juan—decía Herodes—, así que, ¿quién es este hombre de quien oigo tantas historias?». Y siguió tratando de ver a Jesús.

Jesús alimenta a cinco mil

10 Cuando los apóstoles regresaron, le contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Luego él se retiró con ellos sin llamar la atención hacia la ciudad de Betsaida, 11 pero las multitudes descubrieron adónde iba y lo siguieron. Jesús los recibió y les enseñó acerca del reino de Dios y sanó a los que estaban enfermos.

12 Al atardecer, los doce discípulos se le acercaron y le dijeron:

—Despide a las multitudes para que puedan conseguir comida y encontrar alojamiento para la noche en las aldeas y granjas cercanas. En este lugar alejado no hay nada para comer.

13 Jesús les dijo:

—Denles ustedes de comer.

—Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados—le respondieron—. ¿O esperas que vayamos y compremos suficiente comida para toda esta gente?

14 Pues había alrededor de cinco mil hombres allí.

Jesús les respondió:

—Díganles que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno.

15 Entonces todos se sentaron. 16 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Luego, a medida que partía los panes en trozos, se los daba a sus discípulos junto con los pescados para que los distribuyeran entre la gente. 17 Todos comieron cuanto quisieron, y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró.

Declaración de Pedro acerca de Jesús

18 Cierto día, Jesús se alejó de las multitudes para orar a solas. Solo estaban con él sus discípulos, y les preguntó:

—¿Quién dice la gente que soy?

19 —Bueno—contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen que eres uno de los otros antiguos profetas, que volvió de la muerte.

20 Entonces les preguntó:

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?

Pedro contestó:

—¡Tú eres el Mesías[d] enviado por Dios!

Jesús predice su muerte

21 Jesús les advirtió a sus discípulos que no dijeran a nadie quién era él.

22 —El Hijo del Hombre[e] tendrá que sufrir muchas cosas terribles —les dijo—. Será rechazado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los maestros de la ley religiosa. Lo matarán, pero al tercer día resucitará.

23 Entonces dijo a la multitud: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme. 24 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 25 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero te pierdes o destruyes a ti mismo? 26 Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. 27 Les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán sin antes ver el reino de Dios».

La transfiguración

28 Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar. 29 Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca resplandeciente. 30 De repente aparecieron dos hombres, Moisés y Elías, y comenzaron a hablar con Jesús. 31 Se veían llenos de gloria. Y hablaban sobre la partida de Jesús de este mundo, lo cual estaba a punto de cumplirse en Jerusalén.

32 Pedro y los otros se durmieron. Cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres de pie junto a él. 33 Cuando Moisés y Elías comenzaron a irse, Pedro, sin saber siquiera lo que decía, exclamó: «Maestro, ¡es maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas como recordatorios:[f] una para ti, una para Moisés y la otra para Elías». 34 Pero no había terminado de hablar cuando una nube los cubrió y, mientras los cubría, se llenaron de miedo.

35 Entonces, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi Hijo, mi Elegido.[g] Escúchenlo a él». 36 Cuando la voz terminó de hablar, Jesús estaba allí solo. En aquel tiempo, no le contaron a nadie lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

37 Al día siguiente, después que bajaron del monte, una gran multitud salió al encuentro de Jesús. 38 Un hombre de la multitud le exclamó:

—Maestro, te suplico que veas a mi hijo, el único que tengo. 39 Un espíritu maligno sigue apoderándose de él, haciéndolo gritar. Le causa tales convulsiones que echa espuma por la boca; lo sacude violentamente y casi nunca lo deja en paz. 40 Les supliqué a tus discípulos que expulsaran ese espíritu, pero no pudieron hacerlo.

41 —Gente corrupta y sin fe—dijo Jesús—, ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos?

Entonces le dijo al hombre:

—Tráeme a tu hijo aquí.

42 Cuando el joven se acercó, el demonio lo arrojó al piso y le causó una violenta convulsión; pero Jesús reprendió al espíritu maligno[h] y sanó al muchacho. Después lo devolvió a su padre. 43 El asombro se apoderó de la gente al ver esa majestuosa demostración del poder de Dios.

Jesús predice otra vez su muerte

Mientras todos se maravillaban de las cosas que él hacía, Jesús dijo a sus discípulos: 44 «Escúchenme y recuerden lo que digo. El Hijo del Hombre será traicionado y entregado en manos de sus enemigos». 45 Sin embargo, ellos no entendieron lo que quiso decir. El significado de lo que decía estaba oculto de ellos, por eso no pudieron entender y tenían miedo de preguntarle.

El más importante en el reino

46 Entonces los discípulos comenzaron a discutir entre ellos acerca de quién era el más importante. 47 Pero Jesús conocía lo que ellos pensaban, así que trajo a un niño y lo puso a su lado. 48 Luego les dijo: «Todo el que recibe de mi parte[i] a un niño pequeño como este, me recibe a mí; y todo el que me recibe a mí, también recibe al Padre, quien me envió. El más insignificante entre ustedes es el más importante».

Uso del nombre de Jesús

49 Juan le dijo a Jesús:

—Maestro, vimos a alguien usar tu nombre para expulsar demonios, pero le dijimos que no lo hiciera porque no pertenece a nuestro grupo.

50 Jesús le dijo:

—¡No lo detengan! Todo el que no está en contra de ustedes está a su favor.

Oposición de los samaritanos

51 Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén. 52 Envió mensajeros por delante a una aldea de Samaria para que se hicieran los preparativos para su llegada, 53 pero los habitantes de la aldea no recibieron a Jesús porque iba camino a Jerusalén. 54 Cuando Santiago y Juan vieron eso, le dijeron a Jesús: «Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que los consuma[j]?». 55 Entonces Jesús se volvió a ellos y los reprendió.[k] 56 Así que siguieron de largo hacia otro pueblo.

Lo que cuesta seguir a Jesús

57 Mientras caminaban, alguien le dijo a Jesús:

—Te seguiré a cualquier lugar que vayas.

58 Jesús le respondió:

—Los zorros tienen cuevas donde vivir y los pájaros tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene ni siquiera un lugar donde recostar la cabeza.

59 Dijo a otro:

—Ven, sígueme.

El hombre aceptó, pero le dijo:

—Señor, deja que primero regrese a casa y entierre a mi padre.

60 Jesús le dijo:

—¡Deja que los muertos espirituales entierren a sus propios muertos![l] Tu deber es ir y predicar acerca del reino de Dios.

61 Otro dijo:

—Sí, Señor, te seguiré, pero primero deja que me despida de mi familia.

62 Jesús le dijo:

—El que pone la mano en el arado y luego mira atrás no es apto para el reino de Dios.

Jesús envía a sus discípulos

10 Después el Señor escogió a otros setenta y dos[m] discípulos y los envió de dos en dos delante de él a todas las ciudades y los lugares que tenía pensado visitar. Y les dio las siguientes instrucciones: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos. Ahora vayan, y recuerden que los envío como ovejas en medio de lobos. No lleven con ustedes nada de dinero, ni bolso de viaje, ni un par de sandalias de repuesto; y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

»Cuando entren en la casa de alguien, primero digan: “La paz de Dios sea sobre esta casa”. Si los que viven en la casa son gente de paz, la bendición permanecerá; si no lo son, la bendición regresará a ustedes. No cambien de una casa a otra. Quédense en un lugar, coman y beban lo que les den. No duden en aceptar la hospitalidad, porque los que trabajan merecen recibir su salario.

»Si entran en un pueblo donde los reciben bien, coman todo lo que les ofrezcan. Sanen a los enfermos y díganles: “El reino de Dios ahora está cerca de ustedes”. 10 Pero si un pueblo se niega a recibirlos bien, salgan a las calles y digan: 11 “Nos limpiamos de los pies hasta el polvo de su ciudad para mostrar que los abandonamos a su suerte. Y sepan esto: ¡el reino de Dios está cerca!”. 12 Les aseguro que, el día del juicio, le irá mejor a la perversa Sodoma que a ese pueblo.

13 »¡Qué aflicción les espera, Corazín y Betsaida! Pues, si en las perversas ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran hecho los milagros que hice entre ustedes, hace tiempo sus habitantes se habrían arrepentido de sus pecados vistiéndose de tela áspera y echándose ceniza sobre la cabeza en señal de remordimiento. 14 Así es, el día del juicio, les irá mejor a Tiro y Sidón que a ustedes. 15 Y ustedes, los de Capernaúm, ¿serán honrados en el cielo? No, descenderán al lugar de los muertos[n]».

16 Entonces dijo a sus discípulos: «El que acepta el mensaje de ustedes me acepta también a mí. El que los rechaza a ustedes a mí me rechaza. Y el que me rechaza a mí rechaza a Dios, quien me envió».

17 Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría:

—¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre!

18 —Sí—les dijo—. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. 19 Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño. 20 Pero no se alegren de que los espíritus malignos los obedezcan; alégrense porque sus nombres están escritos en el cielo.

Jesús da gracias al Padre

21 En esa misma ocasión, Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: «Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes y por revelárselas a los que son como niños. Sí, Padre, te agradó hacerlo de esa manera.

22 »Mi Padre me ha confiado todo. Nadie conoce verdaderamente al Hijo excepto el Padre, y nadie conoce verdaderamente al Padre excepto el Hijo y aquellos a quienes el Hijo decide revelarlo».

23 Después, cuando estuvieron a solas, se volvió a sus discípulos y les dijo: «Benditos los ojos que ven lo que ustedes han visto. 24 Les digo que muchos profetas y reyes anhelaron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; y anhelaron oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron».

El mandamiento más importante

25 Cierto día, un experto en la ley religiosa se levantó para probar a Jesús con la siguiente pregunta:

—Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?

26 Jesús contestó:

—¿Qué dice la ley de Moisés? ¿Cómo la interpretas?

27 El hombre contestó:

—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”[o].

28 —¡Correcto!—le dijo Jesús—. ¡Haz eso y vivirás!

29 El hombre quería justificar sus acciones, entonces le preguntó a Jesús:

—¿Y quién es mi prójimo?

Parábola del buen samaritano

30 Jesús respondió con una historia:

—Un hombre judío bajaba de Jerusalén a Jericó y fue atacado por ladrones. Le quitaron la ropa, le pegaron y lo dejaron medio muerto al costado del camino.

31 »Un sacerdote pasó por allí de casualidad, pero cuando vio al hombre en el suelo, cruzó al otro lado del camino y siguió de largo. 32 Un ayudante del templo[p] pasó y lo vio allí tirado, pero también siguió de largo por el otro lado.

33 »Entonces pasó un samaritano despreciado y, cuando vio al hombre, sintió compasión por él. 34 Se le acercó y le alivió las heridas con vino y aceite de oliva, y se las vendó. Luego subió al hombre en su propio burro y lo llevó hasta un alojamiento, donde cuidó de él. 35 Al día siguiente, le dio dos monedas de plata[q] al encargado de la posada y le dijo: “Cuida de este hombre. Si los gastos superan esta cantidad, te pagaré la diferencia la próxima vez que pase por aquí”.

36 »Ahora bien, ¿cuál de los tres te parece que fue el prójimo del hombre atacado por los bandidos?—preguntó Jesús.

37 El hombre contestó:

—El que mostró compasión.

Entonces Jesús le dijo:

—Así es, ahora ve y haz lo mismo.

Jesús visita a Marta y a María

38 Durante el viaje a Jerusalén, Jesús y sus discípulos llegaron a cierta aldea donde una mujer llamada Marta los recibió en su casa. 39 Su hermana María se sentó a los pies del Señor a escuchar sus enseñanzas, 40 pero Marta estaba distraída con los preparativos para la gran cena. Entonces se acercó a Jesús y le dijo:

—Maestro, ¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el trabajo? Dile que venga a ayudarme.

41 El Señor le dijo:

—Mi apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles! 42 Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará.

Enseñanza acerca de la oración

11 Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se le acercó y le dijo:

—Señor, enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos.

Jesús dijo:

—Deberían orar de la siguiente manera:[r]

»Padre, que siempre sea santificado tu nombre.
    Que tu reino venga pronto.
Danos cada día el alimento que necesitamos[s]
y perdónanos nuestros pecados,
    así como nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros.
Y no permitas que cedamos ante la tentación.[t]

Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la oración: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres panes. Le dices: “Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”. Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”. Les digo que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia.[u]

»Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. 10 Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.

11 »Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden[v] un pescado, ¿les dan una serpiente en su lugar? 12 O si les piden un huevo, ¿les dan un escorpión? ¡Claro que no! 13 Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan».

Jesús y el príncipe de los demonios

14 Cierto día, Jesús expulsó un demonio de un hombre que no podía hablar y, cuando el demonio salió, el hombre comenzó a hablar. Las multitudes quedaron asombradas, 15 pero algunos dijeron: «Con razón puede expulsar demonios. Él recibe su poder de Satanás,[w] el príncipe de los demonios». 16 Otros, con la intención de poner a Jesús a prueba, le exigían que les mostrara alguna señal milagrosa del cielo para demostrar su autoridad.

17 Jesús conocía sus pensamientos, así que dijo: «Todo reino dividido por una guerra civil está condenado al fracaso. Una familia dividida por peleas se desintegrará. 18 Ustedes dicen que mi poder proviene de Satanás, pero si Satanás está dividido y pelea contra sí mismo, ¿cómo puede sobrevivir su reino? 19 Entonces, si mi poder proviene de Satanás, ¿qué me dicen de sus propios exorcistas quienes también expulsan demonios? Así que ellos los condenarán a ustedes por lo que acaban de decir. 20 Sin embargo, si yo expulso a los demonios por el poder de Dios,[x] entonces el reino de Dios ha llegado y está entre ustedes. 21 Cuando un hombre fuerte está armado y protege su palacio, sus posesiones están seguras, 22 hasta que alguien aún más fuerte lo ataca y lo vence, le quita sus armas y se lleva sus pertenencias.

23 »El que no está conmigo a mí se opone, y el que no trabaja conmigo, en realidad, trabaja en mi contra.

24 »Cuando un espíritu maligno[y] sale de una persona, va al desierto en busca de descanso, pero como no lo encuentra, dice: “Volveré a la persona de la cual salí”. 25 De modo que regresa y encuentra que su antigua casa está barrida y en orden. 26 Entonces el espíritu busca a otros siete espíritus más malignos que él, y todos entran en la persona y viven allí. Y entonces esa persona queda peor que antes».

27 Mientras él hablaba, una mujer de la multitud exclamó: «¡Que Dios bendiga a tu madre, el vientre del cual saliste y los pechos que te amamantaron!».

28 Jesús respondió: «Pero aún más bendito es todo el que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica».

La señal de Jonás

29 Al apretujarse la multitud contra Jesús, él dijo: «Esta generación maligna sigue pidiéndome que le muestre una señal milagrosa, pero la única que le daré será la señal de Jonás. 30 Lo que le sucedió a él fue una señal para los habitantes de Nínive de que Dios lo había enviado. Lo que le suceda al Hijo del Hombre[z] será una señal para la gente de este tiempo de que él fue enviado por Dios.

31 »El día del juicio, la reina de Saba[aa] se levantará contra esta generación y la condenará, porque vino de una tierra lejana para oír la sabiduría de Salomón. Ahora alguien superior a Salomón está aquí, pero ustedes se niegan a escuchar. 32 Los habitantes de Nínive también se levantarán contra esta generación el día del juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron de sus pecados al escuchar la predicación de Jonás. Ahora alguien superior a Jonás está aquí, pero ustedes se niegan a arrepentirse.

La lámpara del cuerpo

33 »Nadie enciende una lámpara y luego la esconde o la pone debajo de una canasta.[ab] En cambio, una lámpara se coloca en un lugar alto donde todos los que entren en la casa puedan ver su luz.

34 »Tu ojo es como una lámpara que da luz a tu cuerpo. Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo está enfermo, tu cuerpo está lleno de oscuridad. 35 Asegúrate de que la luz que crees tener no sea en realidad oscuridad. 36 Si estás lleno de luz, sin rincones oscuros, entonces toda tu vida será radiante, como si un reflector te llenara con su luz».

Jesús critica a los líderes religiosos

37 Mientras Jesús hablaba, uno de los fariseos lo invitó a comer en su casa. Jesús fue y se sentó a la mesa.[ac] 38 Su anfitrión se sorprendió de que se sentara a la mesa sin antes realizar la ceremonia de lavarse las manos que exigía la costumbre judía. 39 Entonces el Señor le dijo: «Ustedes, los fariseos, son tan cuidadosos para limpiar la parte exterior de la taza y del plato pero están sucios por dentro, ¡llenos de avaricia y de perversidad! 40 ¡Necios! ¿No hizo Dios tanto el interior como el exterior? 41 Por lo tanto, limpien el interior dando de sus bienes a los pobres, y quedarán completamente limpios.

42 »¡Qué aflicción les espera, fariseos! Pues se cuidan de dar el diezmo sobre el más mínimo ingreso de sus jardines de hierbas,[ad] pero pasan por alto la justicia y el amor de Dios. Es cierto que deben diezmar, pero sin descuidar las cosas más importantes.

43 »¡Qué aflicción les espera, fariseos! Pues les encanta ocupar los asientos de honor en las sinagogas y recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas. 44 ¡Sí, qué aflicción les espera! Pues son como tumbas escondidas en el campo. Las personas caminan sobre ellas sin saber de la corrupción que están pisando».

45 —Maestro—le dijo un experto en la ley religiosa—, nos has insultado a nosotros también con lo que has dicho.

46 —Sí—dijo Jesús—, ¡qué aflicción les espera también a ustedes, expertos en la ley religiosa! Pues aplastan a la gente bajo el peso de exigencias religiosas insoportables y jamás mueven un dedo para aligerar la carga. 47 ¡Qué aflicción les espera! Pues levantan monumentos a los profetas que sus propios antepasados mataron tiempo atrás. 48 Por lo cual, ustedes quedan como testigos que aprueban lo que hicieron sus antepasados. Ellos mataron a los profetas, ¡y ustedes se convierten en cómplices al edificar los monumentos! 49 Esto es lo que Dios en su sabiduría dijo acerca de ustedes:[ae] “Les enviaré profetas y apóstoles, pero ellos matarán a unos y perseguirán a otros”.

50 »Como consecuencia, a esta generación se le hará responsable del asesinato de todos los profetas de Dios desde la creación del mundo, 51 desde el asesinato de Abel hasta el de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Sí, de verdad se culpará a esta generación.

52 »¡Qué aflicción les espera a ustedes, expertos en la ley religiosa! Pues le quitan a la gente la llave del conocimiento. Ustedes mismos no entran al reino e impiden que otros entren.

53 Mientras Jesús se retiraba, los maestros de la ley religiosa y los fariseos se pusieron agresivos y trataron de provocarlo con muchas preguntas. 54 Querían tenderle una trampa para que dijera algo que pudieran usar en su contra.

Advertencia contra la hipocresía

12 Mientras tanto, las multitudes crecieron hasta que miles de personas se arremolinaban y se atropellaban unas a otras. Jesús primero se dirigió a sus discípulos y les advirtió: «Tengan cuidado con la levadura de los fariseos, es decir, su hipocresía. Llegará el tiempo en que todo lo que está encubierto será revelado y todo lo secreto se dará a conocer a todos. Todo lo que hayan dicho en la oscuridad se oirá a plena luz, y todo lo que hayan susurrado a puerta cerrada, ¡se gritará desde los techos para que todo el mundo lo oiga!

»Queridos amigos, no teman a los que quieren matarles el cuerpo; después de eso, no pueden hacerles nada más. Les diré a quién temer: teman a Dios, quien tiene el poder de quitarles la vida y luego arrojarlos al infierno.[af] Claro, él es a quien deben temer.

»¿Cuánto cuestan cinco gorriones: dos monedas de cobre[ag] ? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. Y, en cuanto a ustedes, cada cabello de su cabeza está contado. Así que no tengan miedo; para Dios ustedes son más valiosos que toda una bandada de gorriones.

»Les digo la verdad, a todo el que me reconozca en público aquí en la tierra, el Hijo del Hombre[ah] también lo reconocerá en presencia de los ángeles de Dios. Pero el que me niegue aquí en la tierra será negado delante de los ángeles de Dios. 10 El que hable en contra del Hijo del Hombre puede ser perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no será perdonado.

11 »Cuando sean sometidos a juicio en las sinagogas y delante de gobernantes y autoridades, no se preocupen por cómo defenderse o qué decir, 12 porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que hay que decir».

Parábola del rico insensato

13 Entonces alguien de la multitud exclamó:

—Maestro, por favor, dile a mi hermano que divida la herencia de nuestro padre conmigo.

14 Jesús le respondió:

—Amigo, ¿quién me puso por juez sobre ustedes para decidir cosas como esa?

15 Y luego dijo: «¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto tienen».

16 Luego les contó una historia: «Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas. 17 Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”. 18 Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes. 19 Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’”.

20 »Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?”.

21 »Así es, el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios es un necio».

Enseñanza acerca del dinero y las posesiones

22 Luego, dirigiéndose a sus discípulos, dijo: «Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento para comer o suficiente ropa para vestirse. 23 Pues la vida es más que la comida, y el cuerpo es más que la ropa. 24 Miren los cuervos. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque Dios los alimenta. ¡Y ustedes son para él mucho más valiosos que cualquier pájaro! 25 ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? 26 Y, si por mucho preocuparse no se logra algo tan pequeño como eso, ¿de qué sirve preocuparse por cosas más grandes?

27 »Miren cómo crecen los lirios. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. 28 Y, si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe?

29 »No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. 30 Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades. 31 Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten.

32 »Así que no se preocupe, pequeño rebaño. Pues al Padre le da mucha felicidad entregarles el reino.

33 »Vendan sus posesiones y den a los que pasan necesidad. ¡Eso almacenará tesoros para ustedes en el cielo! Y las bolsas celestiales nunca se ponen viejas ni se agujerean. El tesoro de ustedes estará seguro; ningún ladrón podrá robarlo y ninguna polilla, destruirlo. 34 Donde esté su tesoro, allí estarán también los deseos de su corazón.

Preparados para la venida del Señor

35 »Estén vestidos, listos para servir y mantengan las lámparas encendidas, 36 como si esperaran el regreso de su amo de la fiesta de bodas. Entonces estarán listos para abrirle la puerta y dejarlo entrar en el momento que llegue y llame. 37 Los siervos que estén listos y a la espera de su regreso serán recompensados. Les digo la verdad, él mismo les indicará dónde sentarse, se pondrá el delantal y les servirá mientras están a la mesa y comen. 38 Puede ser que llegue en la mitad de la noche o durante la madrugada,[ai] pero cualquiera sea la hora a la que llegue, recompensará a los siervos que estén preparados.

39 »Entiendan lo siguiente: si el dueño de una casa supiera exactamente a qué hora viene un ladrón, no dejaría que asaltara su casa. 40 Ustedes también deben estar preparados todo el tiempo, porque el Hijo del Hombre vendrá cuando menos lo esperen».

41 Pedro preguntó:

—Señor, ¿esa ilustración es solo para nosotros o es para todos?

42 Y el Señor respondió:

—Un siervo fiel y sensato es aquel a quien el amo puede darle la responsabilidad de dirigir a los demás siervos y alimentarlos. 43 Si el amo regresa y encuentra que el siervo ha hecho un buen trabajo, habrá una recompensa. 44 Les digo la verdad, el amo pondrá a ese siervo a cargo de todo lo que posee. 45 ¿Pero qué tal si el siervo piensa: “Mi amo no regresará por un tiempo” y comienza a golpear a los otros siervos, a parrandear y a emborracharse? 46 El amo regresará inesperadamente y sin previo aviso, cortará al siervo en pedazos y lo expulsará junto con los infieles.

47 »Un siervo que sabe lo que su amo quiere, pero no se prepara ni cumple las instrucciones, será severamente castigado. 48 Pero alguien que no lo sabe y hace algo malo, será castigado levemente. Alguien a quien se le ha dado mucho, mucho se le pedirá a cambio; y alguien a quien se le ha confiado mucho, aún más se le exigirá.

Jesús causa división

49 »Yo he venido para encender con fuego el mundo, ¡y quisiera que ya estuviera en llamas! 50 Me espera un terrible bautismo de sufrimiento, y estoy bajo una carga pesada hasta que se lleve a cabo. 51 ¿Piensan que vine a traer paz a la tierra? No, ¡vine a causar división entre las personas! 52 De ahora en adelante, las familias estarán divididas, tres a mi favor y dos en mi contra, o dos a favor y tres en contra.

53 “Habrá divisiones, el padre estará contra el hijo
    y el hijo contra el padre;
la madre contra la hija
    y la hija contra la madre;
la suegra contra la nuera,
    y la nuera contra la suegra”[aj] .

54 Entonces Jesús se dirigió a la multitud y dijo: «Cuando ustedes ven que se forman nubes en el occidente, dicen: “Viene la lluvia”. Y tienen razón. 55 Cuando sopla viento del sur, dicen: “Hoy será un día de mucho calor”. Y así sucede. 56 ¡Necios! Saben interpretar las señales del clima en la tierra y en los cielos, pero no saben interpretar los tiempos presentes.

57 »¿Por qué no pueden decidir por ustedes mismos lo que es correcto? 58 Cuando vayan camino al juicio con el que los acusa, traten de resolver el asunto antes de llegar. De no ser así, su acusador podría arrastrarlos ante el juez, quien los entregará a un oficial, que los meterá en la cárcel. 59 Y, si eso sucede, no los pondrán en libertad hasta que hayan pagado el último centavo[ak]».

Footnotes

  1. 9:1 En griego los Doce; otros manuscritos dicen los doce apóstoles.
  2. 9:3 O monedas de plata.
  3. 9:7 En griego Herodes el tetrarca. Herodes Antipas era hijo del rey Herodes y gobernador de Galilea.
  4. 9:20 O el Cristo. Tanto Mesías (término hebreo) como Cristo (término griego) significan «ungido».
  5. 9:22 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo.
  6. 9:33 En griego tres tabernáculos.
  7. 9:35 Algunos manuscritos dicen Este es mi Hijo muy amado.
  8. 9:42 En griego impuro.
  9. 9:48 En griego en mi nombre.
  10. 9:54 Algunos manuscritos agregan como hizo Elías.
  11. 9:55 Algunos manuscritos amplían el versículo 55 y agregan una oración adicional en el versículo 56: Y él dijo: «Ustedes no se dan cuenta de cómo es su corazón. 56 Pues el Hijo del Hombre no vino a destruir vidas, sino a salvarlas».
  12. 9:60 En griego Deja que los muertos entierren a sus propios muertos.
  13. 10:1 Algunos manuscritos dicen setenta; también en 10:17.
  14. 10:15 En griego al Hades.
  15. 10:27 Dt 6:5; Lv 19:18.
  16. 10:32 En griego Un levita.
  17. 10:35 En griego dos denarios. Un denario equivalía a la paga de un obrero por una jornada completa de trabajo.
  18. 11:2 Algunos manuscritos agregan frases adicionales en el Padrenuestro, como aparece en Mt 6:9-13.
  19. 11:3 O Danos cada día nuestro alimento para ese día; o Danos cada día nuestro alimento para mañana.
  20. 11:4 O Y líbranos de ser puestos a prueba.
  21. 11:8 O para evitar la vergüenza, o para que su reputación no se vea dañada.
  22. 11:11 Algunos manuscritos agregan pan, ¿les dan una piedra? O [si les piden].
  23. 11:15 En griego Beelzeboul; también en 11:18, 19. Otros manuscritos dicen Beezeboul; la versión latina dice Beelzebú.
  24. 11:20 En griego por el dedo de Dios.
  25. 11:24 En griego impuro.
  26. 11:30 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo.
  27. 11:31 En griego la reina del sur.
  28. 11:33 Algunos manuscritos no incluyen o la pone debajo de una canasta.
  29. 11:37 O se reclinó.
  30. 11:42 En griego sobre la menta, la ruda y cada hierba.
  31. 11:49 En griego Por lo tanto, la sabiduría de Dios dijo.
  32. 12:5 En griego Gehena.
  33. 12:6 En griego dos ases [moneda romana equivalente a 1/16 de un denario].
  34. 12:8 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo.
  35. 12:38 En griego en la segunda o la tercera vigilia.
  36. 12:53 Mi 7:6.
  37. 12:59 En griego último lepton [la más pequeña de las monedas judías].

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