Lucas 9
Dios Habla Hoy
Jesús envía a los discípulos a anunciar el reino de Dios(A)
9 Jesús reunió a sus doce discípulos, y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades. 2 Los envió a anunciar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. 3 Les dijo:
—No lleven nada para el camino: ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni ropa de repuesto. 4 En cualquier casa donde lleguen, quédense hasta que se vayan del lugar. 5 Y si en algún pueblo no los quieren recibir, salgan de él y sacúdanse el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia.
6 Salieron ellos, pues, y fueron por todas las aldeas, anunciando la buena noticia y sanando enfermos.
Incertidumbre de Herodes(B)
7 El rey Herodes oyó hablar de todo lo que sucedía; y no sabía qué pensar, porque unos decían que Juan había resucitado, 8 otros decían que había aparecido el profeta Elías, y otros decían que era alguno de los antiguos profetas, que había resucitado. 9 Pero Herodes dijo:
—Yo mismo mandé que le cortaran la cabeza a Juan. ¿Quién será entonces este, de quien oigo contar tantas cosas?
Por eso Herodes procuraba ver a Jesús.
Jesús da de comer a una multitud(C)
10 Cuando los apóstoles regresaron, contaron a Jesús lo que habían hecho. Él, tomándolos aparte, los llevó a un pueblo llamado Betsaida. 11 Pero cuando la gente lo supo, lo siguieron; y Jesús los recibió, les habló del reino de Dios y sanó a los enfermos.
12 Cuando ya comenzaba a hacerse tarde, se acercaron a Jesús los doce discípulos y le dijeron:
—Despide a la gente, para que vayan a descansar y a buscar comida por las aldeas y los campos cercanos, porque en este lugar no hay nada.
13 Jesús les dijo:
—Denles ustedes de comer.
Ellos contestaron:
—No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente.
14 Pues eran unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos:
—Háganlos sentarse en grupos como de cincuenta.
15 Ellos obedecieron e hicieron sentar a todos. 16 Luego Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y se los dio a sus discípulos para que los repartieran entre la gente. 17 La gente comió hasta quedar satisfecha, y recogieron en doce canastos los pedazos sobrantes.
Pedro declara que Jesús es el Mesías(D)
18 Un día en que Jesús estaba orando solo, y sus discípulos estaban con él, les preguntó:
—¿Quién dice la gente que soy yo?
19 Ellos contestaron:
—Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres Elías, y otros dicen que eres uno de los antiguos profetas, que ha resucitado.
20 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? —les preguntó.
Y Pedro le respondió:
—Eres el Mesías de Dios.
Jesús anuncia su muerte(E)
21 Pero Jesús les encargó mucho que no dijeran esto a nadie. 22 Y les dijo:
—El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho, y será rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Lo van a matar, pero al tercer día resucitará.
23 Después les dijo a todos:
—Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la salvará. 25 ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se destruye a sí mismo? 26 Pues si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria y con la gloria de su Padre y de los santos ángeles. 27 Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán sin antes haber visto el reino de Dios.
La transfiguración de Jesús(F)
28 Unos ocho días después de esta conversación, Jesús subió a un cerro a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan. 29 Mientras oraba, el aspecto de su cara cambió, y su ropa se volvió muy blanca y brillante; 30 y aparecieron dos hombres conversando con él. Eran Moisés y Elías, 31 que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo, que iba a tener lugar en Jerusalén. 32 Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. 33 Cuando aquellos hombres se separaban ya de Jesús, Pedro le dijo:
—Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Pero Pedro no sabía lo que decía. 34 Mientras hablaba, una nube se posó sobre ellos, y al verse dentro de la nube tuvieron miedo. 35 Entonces de la nube salió una voz, que dijo: «Éste es mi Hijo, mi elegido: escúchenlo.»
36 Cuando se escuchó esa voz, Jesús quedó solo. Pero ellos mantuvieron esto en secreto y en aquel tiempo a nadie dijeron nada de lo que habían visto.
Jesús sana a un muchacho que tenía un espíritu impuro(G)
37 Al día siguiente, cuando bajaron del cerro, una gran multitud salió al encuentro de Jesús. 38 Y un hombre de entre la gente le dijo con voz fuerte:
—Maestro, por favor, mira a mi hijo, que es el único que tengo; 39 un espíritu lo agarra, y hace que grite y que le den ataques y que eche espuma por la boca. Lo maltrata y no lo quiere soltar. 40 He rogado a tus discípulos que le saquen ese espíritu, pero no han podido.
41 Jesús contestó:
—¡Oh gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Trae acá a tu hijo.
42 Cuando el muchacho se acercaba, el demonio lo tiró al suelo e hizo que le diera otro ataque; pero Jesús reprendió al espíritu impuro, sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. 43 Y todos se quedaron admirados de la grandeza de Dios.
Jesús anuncia por segunda vez su muerte(H)
Mientras todos se maravillaban de lo que Jesús hacía, él dijo a sus discípulos:
44 —Oigan bien esto y no lo olviden: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
45 Pero ellos no entendían lo que les decía, pues todavía no se les había abierto el entendimiento para comprenderlo; además tenían miedo de pedirle a Jesús que se lo explicara.
¿Quién es el más importante?(I)
46 Por entonces los discípulos comenzaron a discutir quién de ellos sería el más importante. 47 Jesús, al darse cuenta de lo que estaban pensando, tomó a un niño, lo puso junto a él 48 y les dijo:
—El que recibe a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me envió. Por eso, el más insignificante entre todos ustedes, ése es el más importante.
El que no está contra nosotros, está a nuestro favor(J)
49 Juan le dijo:
—Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre; y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros.
50 Jesús le contestó:
—No se lo prohíban, porque el que no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Jesús reprende a Santiago y a Juan
51 Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. 52 Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; 53 pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron:
—Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos?
55 Pero Jesús se volvió y los reprendió. 56 Luego se fueron a otra aldea.
Para seguir a Jesús(K)
57 Mientras iban de camino, un hombre le dijo a Jesús:
—Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas.
58 Jesús le contestó:
—Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.
59 Jesús le dijo a otro:
—Sígueme.
Pero él respondió:
—Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.
60 Jesús le contestó:
—Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el reino de Dios.
61 Otro le dijo:
—Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de los de mi casa.
62 Jesús le contestó:
—El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el reino de Dios.
Lucas 9
Nueva Versión Internacional
Jesús envía a los doce(A)(B)
9 Habiendo reunido a los doce, Jesús les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y para sanar enfermedades. 2 Entonces los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. 3 «No lleven nada para el camino: ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni dos mudas de ropa —les dijo—. 4 En cualquier casa que entren, quédense allí hasta que salgan del pueblo. 5 Si no los reciben bien, salgan de ese pueblo y sacúdanse el polvo de los pies como un testimonio contra sus habitantes». 6 Así que partieron y fueron por todas partes de pueblo en pueblo, predicando las buenas noticias y sanando a la gente.
7 Herodes, el tetrarca, se enteró de todo lo que estaba sucediendo. Estaba perplejo porque algunos decían que Juan había resucitado; 8 otros, que se había aparecido Elías; y otros, en fin, que había resucitado alguno de los antiguos profetas. 9 Pero Herodes dijo: «A Juan mandé que le cortaran la cabeza; ¿quién es, entonces, este de quien oigo tales cosas?». Y procuraba verlo.
Jesús alimenta a los cinco mil(C)
10 Cuando regresaron los apóstoles, contaron a Jesús lo que habían hecho. Él se los llevó consigo y se retiraron solos a un pueblo llamado Betsaida, 11 pero la gente se enteró y lo siguió. Él los recibió y les habló del reino de Dios. También sanó a los que lo necesitaban.
12 Al atardecer se acercaron los doce y le dijeron:
—Despide a la gente, para que vaya a buscar alojamiento y comida en los campos y pueblos cercanos, pues donde estamos no hay nada.[a]
13 —Denles ustedes mismos de comer —dijo Jesús.
—No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente —objetaron ellos, 14 porque había allí unos cinco mil hombres.
Pero Jesús dijo a sus discípulos:
—Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta cada uno.
15 Así lo hicieron los discípulos y se sentaron todos. 16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. 17 Todos comieron hasta quedar satisfechos y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.
La confesión de Pedro(D)(E)
18 Un día Jesús estaba orando a solas; cuando llegaron sus discípulos, preguntó:
—¿Quién dice la gente que soy yo?
19 Le respondieron:
—Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías y otros que uno de los antiguos profetas ha resucitado.
20 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —preguntó Jesús.
—El Cristo de Dios —afirmó Pedro.
21 Jesús ordenó terminantemente que no dijeran esto a nadie. 22 Y les dijo:
—El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los líderes religiosos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley. Es necesario que lo maten y que resucite al tercer día.
23 Dirigiéndose a todos, declaró:
—Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. 24 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. 25 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo? 26 Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. 27 Además, les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios.
La transfiguración(F)
28 Unos ocho días después de decir esto, Jesús, acompañado de Pedro, Juan y Santiago, subió a una montaña a orar. 29 Mientras oraba, su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca y radiante. 30 Y aparecieron dos personajes —Moisés y Elías—, que conversaban con Jesús. 31 Tenían un aspecto glorioso, y hablaban de la partida de Jesús, que él iba a cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño, pero cuando se despabilaron, vieron su gloria y a los dos personajes que estaban con él. 33 Mientras estos se apartaban de Jesús, Pedro, sin saber lo que estaba diciendo, propuso:
—Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Podemos levantar tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
34 Estaba hablando todavía cuando apareció una nube que los envolvió y al entrar en la nube se asustaron. 35 Entonces salió de la nube una voz que dijo: «Este es mi Hijo, mi escogido. ¡Escúchenlo!». 36 Después de oírse la voz, Jesús quedó solo. Los discípulos guardaron esto en secreto y por algún tiempo a nadie contaron nada de lo que habían visto.
Jesús sana a un muchacho endemoniado(G)
37 Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, le salió al encuentro mucha gente. 38 Y un hombre de entre la multitud exclamó:
—Maestro, te ruego que atiendas a mi hijo, pues es el único que tengo. 39 Resulta que un espíritu se posesiona de él y de repente el muchacho se pone a gritar; también lo sacude con violencia y hace que eche espumarajos. Cuando lo atormenta, a duras penas lo suelta. 40 Ya rogué a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.
41 —¡Ah, generación incrédula y malvada! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos? Trae acá a tu hijo.
42 Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre. 43 Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios.
En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
44 —Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
45 Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto. Estaba encubierto para que no lo comprendieran y no se atrevían a preguntárselo.
¿Quién va a ser el más importante?(H)(I)
46 Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién de ellos sería el más importante. 47 Como Jesús sabía bien lo que pensaban, tomó a un niño y lo puso a su lado.
48 —El que recibe en mi nombre a este niño —dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. Porque el que es más pequeño entre todos ustedes, ese es el más importante.
49 —Maestro —dijo Juan—, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre y se lo impedimos, porque no es de los nuestros.
50 —No se lo impidan —respondió Jesús—, porque el que no está contra ustedes está a favor de ustedes.
La oposición de los samaritanos
51 Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén. 52 Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento; 53 pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando los discípulos Santiago y Juan vieron esto, preguntaron:
—Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para[b] que los destruya?
55 Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió. 56 Luego[c] siguieron la jornada a otra aldea.
Lo que cuesta seguir a Jesús(J)
57 Iban por el camino cuando alguien dijo a Jesús:
—Te seguiré adondequiera que vayas.
58 —Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
59 A otro le dijo:
—Sígueme.
Él contestó:
—Señor, primero déjame ir a enterrar a mi padre.
60 —Deja que los muertos entierren a sus muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —respondió Jesús.
61 Otro afirmó:
—Te seguiré, Señor, pero primero deja despedirme de mi familia.
62 Jesús respondió:
—Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.
Footnotes
- 9:12 donde estamos no hay nada. Lit. aquí estamos en un lugar desierto.
- 9:54 cielo para. Var. cielo, como hizo Elías, para.
- 9:55-56 reprendió. 56 Luego. Var. reprendió. / —Ustedes no saben de qué espíritu son —les dijo—, 56 porque el Hijo del hombre no vino para destruir la vida de las personas, sino para salvarla. / Luego.
Luc 9
Louis Segond
9 Jésus, ayant assemblé les douze, leur donna force et pouvoir sur tous les démons, avec la puissance de guérir les maladies.
2 Il les envoya prêcher le royaume de Dieu, et guérir les malades.
3 Ne prenez rien pour le voyage, leur dit-il, ni bâton, ni sac, ni pain, ni argent, et n'ayez pas deux tuniques.
4 Dans quelque maison que vous entriez, restez-y; et c'est de là que vous partirez.
5 Et, si les gens ne vous reçoivent pas, sortez de cette ville, et secouez la poussière de vos pieds, en témoignage contre eux.
6 Ils partirent, et ils allèrent de village en village, annonçant la bonne nouvelle et opérant partout des guérisons.
7 Hérode le tétrarque entendit parler de tout ce qui se passait, et il ne savait que penser. Car les uns disaient que Jean était ressuscité des morts;
8 d'autres, qu'Élie était apparu; et d'autres, qu'un des anciens prophètes était ressuscité.
9 Mais Hérode disait: J'ai fait décapiter Jean; qui donc est celui-ci, dont j'entends dire de telles choses? Et il cherchait à le voir.
10 Les apôtres, étant de retour, racontèrent à Jésus tout ce qu'ils avaient fait. Il les prit avec lui, et se retira à l'écart, du côté d'une ville appelée Bethsaïda.
11 Les foules, l'ayant su, le suivirent. Jésus les accueillit, et il leur parlait du royaume de Dieu; il guérit aussi ceux qui avaient besoin d'être guéris.
12 Comme le jour commençait à baisser, les douze s'approchèrent, et lui dirent: Renvoie la foule, afin qu'elle aille dans les villages et dans les campagnes des environs, pour se loger et pour trouver des vivres; car nous sommes ici dans un lieu désert.
13 Jésus leur dit: Donnez-leur vous-mêmes à manger. Mais ils répondirent: Nous n'avons que cinq pains et deux poissons, à moins que nous n'allions nous-mêmes acheter des vivres pour tout ce peuple.
14 Or, il y avait environ cinq mille hommes. Jésus dit à ses disciples: Faites-les asseoir par rangées de cinquante.
15 Ils firent ainsi, ils les firent tous asseoir.
16 Jésus prit les cinq pains et les deux poissons, et, levant les yeux vers le ciel, il les bénit. Puis, il les rompit, et les donna aux disciples, afin qu'ils les distribuassent à la foule.
17 Tous mangèrent et furent rassasiés, et l'on emporta douze paniers pleins des morceaux qui restaient.
18 Un jour que Jésus priait à l'écart, ayant avec lui ses disciples, il leur posa cette question: Qui dit-on que je suis?
19 Ils répondirent: Jean Baptiste; les autres, Élie; les autres, qu'un des anciens prophètes est ressuscité.
20 Et vous, leur demanda-t-il, qui dites-vous que je suis? Pierre répondit: Le Christ de Dieu.
21 Jésus leur recommanda sévèrement de ne le dire à personne.
22 Il ajouta qu'il fallait que le Fils de l'homme souffrît beaucoup, qu'il fût rejeté par les anciens, par les principaux sacrificateurs et par les scribes, qu'il fût mis à mort, et qu'il ressuscitât le troisième jour.
23 Puis il dit à tous: Si quelqu'un veut venir après moi, qu'il renonce à lui-même, qu'il se charge chaque jour de sa croix, et qu'il me suive.
24 Car celui qui voudra sauver sa vie la perdra, mais celui qui la perdra à cause de moi la sauvera.
25 Et que servirait-il à un homme de gagner tout le monde, s'il se détruisait ou se perdait lui-même?
26 Car quiconque aura honte de moi et de mes paroles, le Fils de l'homme aura honte de lui, quand il viendra dans sa gloire, et dans celle du Père et des saints anges.
27 Je vous le dis en vérité, quelques-uns de ceux qui sont ici ne mourront point qu'ils n'aient vu le royaume de Dieu.
28 Environ huit jours après qu'il eut dit ces paroles, Jésus prit avec lui Pierre, Jean et Jacques, et il monta sur la montagne pour prier.
29 Pendant qu'il priait, l'aspect de son visage changea, et son vêtement devint d'une éclatante blancheur.
30 Et voici, deux hommes s'entretenaient avec lui: c'étaient Moïse et Élie,
31 qui, apparaissant dans la gloire, parlaient de son départ qu'il allait accomplir à Jérusalem.
32 Pierre et ses compagnons étaient appesantis par le sommeil; mais, s'étant tenus éveillés, ils virent la gloire de Jésus et les deux hommes qui étaient avec lui.
33 Au moment où ces hommes se séparaient de Jésus, Pierre lui dit: Maître, il est bon que nous soyons ici; dressons trois tentes, une pour toi, une pour Moïse, et une pour Élie. Il ne savait ce qu'il disait.
34 Comme il parlait ainsi, une nuée vint les couvrir; et les disciples furent saisis de frayeur en les voyant entrer dans la nuée.
35 Et de la nuée sortit une voix, qui dit: Celui-ci est mon Fils élu: écoutez-le!
36 Quand la voix se fit entendre, Jésus se trouva seul. Les disciples gardèrent le silence, et ils ne racontèrent à personne, en ce temps-là, rien de ce qu'ils avaient vu.
37 Le lendemain, lorsqu'ils furent descendus de la montagne, une grande foule vint au-devant de Jésus.
38 Et voici, du milieu de la foule un homme s'écria: Maître, je t'en prie, porte les regards sur mon fils, car c'est mon fils unique.
39 Un esprit le saisit, et aussitôt il pousse des cris; et l'esprit l'agite avec violence, le fait écumer, et a de la peine à se retirer de lui, après l'avoir tout brisé.
40 J'ai prié tes disciples de le chasser, et ils n'ont pas pu.
41 Race incrédule et perverse, répondit Jésus, jusqu'à quand serai-je avec vous, et vous supporterai-je? Amène ici ton fils.
42 Comme il approchait, le démon le jeta par terre, et l'agita avec violence. Mais Jésus menaça l'esprit impur, guérit l'enfant, et le rendit à son père.
43 Et tous furent frappés de la grandeur de Dieu. Tandis que chacun était dans l'admiration de tout ce que faisait Jésus, il dit à ses disciples:
44 Pour vous, écoutez bien ceci: Le Fils de l'homme doit être livré entre les mains des hommes.
45 Mais les disciples ne comprenaient pas cette parole; elle était voilée pour eux, afin qu'ils n'en eussent pas le sens; et ils craignaient de l'interroger à ce sujet.
46 Or, une pensée leur vint à l'esprit, savoir lequel d'entre eux était le plus grand.
47 Jésus, voyant la pensée de leur coeur, prit un petit enfant, le plaça près de lui,
48 et leur dit: Quiconque reçoit en mon nom ce petit enfant me reçoit moi-même; et quiconque me reçoit reçoit celui qui m'a envoyé. Car celui qui est le plus petit parmi vous tous, c'est celui-là qui est grand.
49 Jean prit la parole, et dit: Maître, nous avons vu un homme qui chasse des démons en ton nom; et nous l'en avons empêché, parce qu'il ne nous suit pas.
50 Ne l'en empêchez pas, lui répondit Jésus; car qui n'est pas contre vous est pour vous.
51 Lorsque le temps où il devait être enlevé du monde approcha, Jésus prit la résolution de se rendre à Jérusalem.
52 Il envoya devant lui des messagers, qui se mirent en route et entrèrent dans un bourg des Samaritains, pour lui préparer un logement.
53 Mais on ne le reçut pas, parce qu'il se dirigeait sur Jérusalem.
54 Les disciples Jacques et Jean, voyant cela, dirent: Seigneur, veux-tu que nous commandions que le feu descende du ciel et les consume?
55 Jésus se tourna vers eux, et les réprimanda, disant: Vous ne savez de quel esprit vous êtes animés.
56 Car le Fils de l'homme est venu, non pour perdre les âmes des hommes, mais pour les sauver. Et ils allèrent dans un autre bourg.
57 Pendant qu'ils étaient en chemin, un homme lui dit: Seigneur, je te suivrai partout où tu iras.
58 Jésus lui répondit: Les renards ont des tanières, et les oiseaux du ciel ont des nids: mais le Fils de l'homme n'a pas un lieu où il puisse reposer sa tête.
59 Il dit à un autre: Suis-moi. Et il répondit: Seigneur, permets-moi d'aller d'abord ensevelir mon père.
60 Mais Jésus lui dit: Laisse les morts ensevelir leurs morts; et toi, va annoncer le royaume de Dieu.
61 Un autre dit: Je te suivrai, Seigneur, mais permets-moi d'aller d'abord prendre congé de ceux de ma maison.
62 Jésus lui répondit: Quiconque met la main à la charrue, et regarde en arrière, n'est pas propre au royaume de Dieu.
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