²³ Dirigiéndose a todos, declaró:

—Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. ²⁴ Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.

³³ De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo.

¹³ Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán.

⁵ Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. ⁶ Por estas cosas viene el castigo de Dios.^[a]

²² Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ²³ ser renovados en la actitud de su mente; ²⁴ y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.

²⁴ Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

²⁰ He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.