Lucas 8
Nueva Biblia Viva
Parábola del sembrador
8 Después de esto, Jesús anduvo por muchos pueblos y aldeas anunciando las buenas nuevas del reino de Dios. Lo acompañaban los doce 2 y algunas mujeres a las que él había sanado de espíritus malignos y de diferentes enfermedades. Entre ellas estaba María, a la que llamaban Magdalena, de la que habían salido siete demonios. 3 También estaban Juana, que era esposa de Cuza, el administrador de Herodes, Susana y muchas otras que los ayudaban con lo que tenían.
4 Mucha gente salió de los pueblos para ver a Jesús, y cuando todos estaban reunidos, él les contó esta parábola:
5 «Un sembrador salió a sembrar. Al sembrar la semilla, una parte cayó junto al camino, la pisotearon y los pájaros se la comieron. 6 Otra parte cayó sobre las piedras; esa semilla brotó, pero por falta de humedad se secó. 7 Otra parte cayó entre los espinos y brotó, pero los espinos la ahogaron y no la dejaron crecer. 8 Pero otra parte cayó en buena tierra, brotó, creció y produjo por cada semilla cien granos». Cuando terminó de hablar dijo con voz fuerte: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
9 Luego sus discípulos le preguntaron el significado de esa parábola. 10 Él les contestó: «A ustedes se les ha permitido conocer los secretos del reino de Dios, pero a los demás les hablo por medio de parábolas para que, “aunque miren, no vean y, aunque oigan, no entiendan”. 11 Esto es lo que significa la parábola: La semilla representa la palabra de Dios. 12 Las que cayeron junto al camino representan a los que oyen, pero luego viene el diablo y les quita la palabra del corazón, para que no crean y se salven. 13 La que cayó sobre las piedras representa a los que oyen la palabra y la reciben con alegría, pero como no tienen raíz, creen por un tiempo y después se apartan cuando llega la prueba. 14 La que cayó entre los espinos representa a los que oyen, pero después de un tiempo los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurar. 15 La que cayó en buena tierra representa a los que oyen la palabra con un corazón bueno y sincero. Estos la retienen y, porque perseveran, producen una buena cosecha.
Una lámpara en una repisa
16 »Nadie enciende una lámpara y la cubre con una olla o la pone debajo de la cama. Lo que hace es ponerla en un lugar alto para que los que entren a la casa tengan luz. 17 No hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni hay nada secreto que no llegue a conocerse públicamente. 18 Por eso, pongan mucha atención, pues al que tiene, se le dará más; pero al que no tiene, aun lo que cree tener se le quitará».
La madre y los hermanos de Jesús
19 La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no podían acercarse a él porque había mucha gente. 20 Entonces le avisaron:
―Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte.
21 Pero él les contestó: —Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la obedecen.
Jesús calma la tormenta
22 Un día, Jesús subió a una barca con sus discípulos y les dijo:
―Vamos al otro lado del lago.
Y partieron. 23 Mientras navegaban, él se quedó dormido. Entonces se desató una tormenta sobre el lago, y la barca comenzó a hundirse poniéndolos a ellos en peligro. 24 Los discípulos fueron a despertar a Jesús y lo llamaron a gritos:
―¡Maestro, Maestro, nos estamos hundiendo!
Él se levantó y ordenó al viento y a las olas que se calmaran. La tormenta se detuvo y todo quedó tranquilo.
25 Después les dijo a sus discípulos:
―¿Dónde está la fe de ustedes?
Ellos, llenos de temor y asombro, se decían unos a otros: «¿Quién será este hombre que aun los vientos y el mar lo obedecen?».
Liberación de un endemoniado
26 Siguieron navegando hasta la otra orilla del lago, hasta la región de los gerasenos, frente a Galilea. 27 Al bajar Jesús de la barca, un endemoniado que venía del pueblo le salió al encuentro. Este hombre desde hacía mucho tiempo andaba desnudo y no vivía en una casa sino en los sepulcros. 28 Cuando vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces dijo a gran voz:
―¿Qué quieres conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes!
29 Decía eso porque Jesús le había ordenado al espíritu maligno que saliera del hombre. Ese espíritu se había apoderado de él muchas veces. Al hombre le ponían cadenas en los pies y en las manos para sujetarlo, y lo mantenían vigilado, pero él rompía las cadenas y el demonio lo hacía huir a lugares solitarios.
30 Jesús le preguntó:
―¿Cómo te llamas?
Respondió:
―Legión.
Así contestó porque habían entrado en él muchos demonios. 31 Estos le suplicaban que no los mandara al abismo.
32 Como había en la colina muchos cerdos comiendo, los demonios le rogaron a Jesús que los dejara entrar en ellos. Y él les dio permiso. 33 Cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos. Y todos los cerdos corrieron hacia el lago por el despeñadero y se ahogaron.
34 Los que cuidaban a los cerdos vieron lo que pasó y se fueron a llevar la noticia al pueblo y por los campos. 35 La gente salió a ver lo que había pasado. Al llegar, encontraron a Jesús y, sentado a sus pies, al hombre del que habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, se llenaron de miedo. 36 Los que vieron estas cosas le contaron a la gente cómo había sido sanado el endemoniado. 37 Entonces toda la gente de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se fuera de allí, porque todos tenían mucho miedo.
En el momento en que Jesús subía a la barca para irse, 38 el hombre del que habían salido los demonios le suplicó que lo dejara acompañarlo; pero Jesús le dijo:
39 ―Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.
El hombre se fue y le contó a todo el pueblo lo que Jesús había hecho por él.
Una niña muerta y una mujer enferma
40 Cuando Jesús regresó, la gente lo recibió con alegría, pues todos lo estaban esperando. 41 En eso llegó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga. Se arrojó a los pies de Jesús y le suplicó que fuera a su casa, 42 porque su única hija, que tenía doce años, se estaba muriendo.
Mientras Jesús iba hacia allá, la gente lo apretujaba.
43 Entre la gente había una mujer que estaba enferma desde hacía doce años. Tenía derrames de sangre y nadie había podido sanarla, a pesar de haber gastado cuanto tenía en médicos. 44 Ella se acercó a Jesús por detrás y le tocó el borde del manto. En ese mismo momento quedó sana.
45 Jesús preguntó:
―¿Quién me tocó?
Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo:
―Maestro, es mucha la gente que te aprieta y empuja.
46 Jesús respondió:
―Pero alguien me ha tocado; lo sé porque de mí ha salido poder.
47 La mujer, al verse descubierta, fue temblando y se arrojó a los pies de Jesús. Y allí, frente a toda la gente, le contó por qué lo había tocado y cómo en ese mismo momento había quedado sana.
48 Le dijo Jesús:
―Hija, tu fe te ha sanado. Vete tranquila.
49 Jesús estaba todavía hablando, cuando llegó alguien de la casa de Jairo, el jefe de la sinagoga, y le dijo:
―Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.
50 Jesús, que lo oyó, le dijo a Jairo:
―No tengas miedo; nada más cree y ella se sanará.
51 Cuando llegó a la casa de Jairo, sólo permitió que entraran con él Pedro, Juan, Jacobo y el padre y la madre de la niña; y nadie más. 52 Todos estaban llorando y lamentaban la muerte de la niña. Pero Jesús les dijo:
―¡No lloren! Ella no está muerta, sino dormida.
53 La gente empezó a burlarse de él, porque sabían que estaba muerta. 54 Pero él la tomó de la mano y le dijo:
―¡Niña, levántate!
55 Ella volvió a la vida y al instante se levantó. Entonces Jesús mandó que le dieran de comer.
56 Los padres estaban asombrados, pero él les ordenó que no contaran a nadie lo que había sucedido.
Lucas 8
Dios Habla Hoy
Mujeres que ayudaban a Jesús
8 Después de esto, Jesús anduvo por muchos pueblos y aldeas, anunciando la buena noticia del reino de Dios. Los doce apóstoles lo acompañaban, 2 como también algunas mujeres que él había curado de espíritus malignos y enfermedades. Entre ellas iba María, la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; 3 también Juana, esposa de Cuza, el que era administrador de Herodes; y Susana; y muchas otras que los ayudaban con lo que tenían.
La parábola del sembrador(A)
4 Muchos salieron de los pueblos para ver a Jesús, de manera que se reunió mucha gente. Entonces les contó esta parábola: 5 «Un sembrador salió a sembrar su semilla. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y fue pisoteada, y las aves se la comieron. 6 Otra parte cayó entre las piedras; y cuando esa semilla brotó, se secó por falta de humedad. 7 Otra parte de la semilla cayó entre espinos; y al nacer juntamente, los espinos la ahogaron. 8 Pero otra parte cayó en buena tierra; y creció, y dio una buena cosecha, hasta de cien granos por semilla.»
Esto dijo Jesús, y añadió con voz muy fuerte: «¡Los que tienen oídos, oigan!»
El porqué de las parábolas(B)
9 Los discípulos le preguntaron a Jesús qué quería decir aquella parábola. 10 Les dijo: «A ustedes Dios les da a conocer los secretos de su reino; pero a los otros les hablo por medio de parábolas, para que por más que miren no vean, y por más que oigan no entiendan.
Jesús explica la parábola del sembrador(C)
11 »Esto es lo que quiere decir la parábola: La semilla representa el mensaje de Dios; 12 y la parte que cayó por el camino representa a los que oyen el mensaje, pero viene el diablo y se lo quita del corazón, para que no crean y se salven. 13 La semilla que cayó entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y lo reciben con gusto, pero no tienen suficiente raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba fallan. 14 La semilla que cayó entre espinos representa a los que escuchan, pero poco a poco se dejan ahogar por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, de modo que no llegan a dar fruto. 15 Pero la semilla que cayó en buena tierra, son las personas que con corazón bueno y dispuesto escuchan y hacen caso del mensaje y, permaneciendo firmes, dan una buena cosecha.
La parábola de la lámpara(D)
16 »Nadie enciende una lámpara para después taparla con algo o ponerla debajo de la cama, sino que la pone en alto, para que tengan luz los que entran. 17 De la misma manera, no hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse y ponerse en claro.
18 »Así pues, oigan bien, pues al que tiene se le dará más; pero al que no tiene, hasta lo que cree tener se le quitará.»
La madre y los hermanos de Jesús(E)
19 La madre y los hermanos de Jesús se presentaron donde él estaba, pero no pudieron acercarse a él porque había mucha gente. 20 Alguien avisó a Jesús:
—Tu madre y tus hermanos están ahí fuera, y quieren verte.
21 Él contestó:
—Los que oyen el mensaje de Dios y lo ponen en práctica, ésos son mi madre y mis hermanos.
Jesús calma la tormenta(F)
22 Un día, Jesús entró en una barca con sus discípulos, y les dijo:
—Vamos al otro lado del lago.
Partieron, pues, 23 y mientras cruzaban el lago, Jesús se durmió. En esto se desató una fuerte tormenta sobre el lago, y la barca empezó a llenarse de agua y corrían peligro de hundirse. 24 Entonces fueron a despertar a Jesús, diciéndole:
—¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos estamos hundiendo!
Jesús se levantó y dio una orden al viento y a las olas, y todo se calmó y quedó tranquilo. 25 Después dijo a los discípulos:
—¿Qué pasó con su fe?
Pero ellos, asustados y admirados, se preguntaban unos a otros:
—¿Quién será éste, que da órdenes al viento y al agua, y lo obedecen?
El endemoniado de Gerasa(G)
26 Por fin llegaron a la tierra de Gerasa, que está al otro lado del lago, frente a Galilea. 27 Al bajar Jesús a tierra, salió del pueblo un hombre que estaba endemoniado, y se le acercó. Hacía mucho tiempo que no se ponía ropa ni vivía en una casa, sino entre las tumbas. 28 Cuando vio a Jesús, cayó de rodillas delante de él, gritando:
—¡No te metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¡Te ruego que no me atormentes!
29 Dijo esto porque Jesús había ordenado al espíritu impuro que saliera de él. Muchas veces el demonio se había apoderado de él; y aunque la gente le sujetaba las manos y los pies con cadenas para tenerlo seguro, él las rompía y el demonio lo hacía huir a lugares desiertos. 30 Jesús le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Y él contestó:
—Me llamo Legión.
Dijo esto porque eran muchos los demonios que habían entrado en él, 31 los cuales pidieron a Jesús que no los mandara al abismo. 32 Como había muchos cerdos comiendo en el cerro, los espíritus le rogaron que los dejara entrar en ellos; y Jesús les dio permiso. 33 Los demonios salieron entonces del hombre y entraron en los cerdos, y éstos echaron a correr pendiente abajo hasta el lago, y allí se ahogaron.
34 Los que cuidaban de los cerdos, cuando vieron lo sucedido, salieron huyendo y fueron a contarlo en el pueblo y por el campo. 35 La gente salió a ver lo que había pasado. Y cuando llegaron a donde estaba Jesús, encontraron sentado a sus pies al hombre de quien habían salido los demonios, vestido y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. 36 Y los que habían visto lo sucedido, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado. 37 Toda la gente de la región de Gerasa comenzó entonces a rogar a Jesús que se fuera de allí, porque tenían mucho miedo. Así que Jesús entró en la barca y se fue. 38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogó que le permitiera ir con él, pero Jesús le ordenó que se quedara, y le dijo:
39 —Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.
El hombre se fue y contó por todo el pueblo lo que Jesús había hecho por él.
La mujer enferma y la hija de Jairo(H)
40 Cuando Jesús regresó al otro lado del lago, la gente lo recibió con alegría, porque todos lo estaban esperando. 41 En esto llegó uno llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga. Este hombre se postró a los pies de Jesús y le rogó que fuera a su casa, 42 porque tenía una sola hija, de unos doce años, que estaba a punto de morir.
Mientras Jesús iba, se sentía apretujado por la multitud que lo seguía. 43 Entre la gente había una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con derrames de sangre, y que había gastado en médicos todo lo que tenía, sin que ninguno la hubiera podido sanar. 44 Esta mujer se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su capa, y en el mismo momento el derrame de sangre se detuvo. 45 Entonces Jesús preguntó:
—¿Quién me ha tocado?
Como todos negaban haberlo tocado, Pedro dijo:
—Maestro, la gente te oprime y empuja por todos lados.
46 Pero Jesús insistió:
—Alguien me ha tocado, porque me he dado cuenta de que de mí ha salido poder.
47 La mujer, al ver que no podía esconderse, fue temblando a arrodillarse a los pies de Jesús. Le confesó delante de todos por qué razón lo había tocado, y cómo había sido sanada en el acto. 48 Jesús le dijo:
—Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila.
49 Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó un mensajero y le dijo al jefe de la sinagoga:
—Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.
50 Pero Jesús lo oyó y le dijo:
—No tengas miedo; solamente cree, y tu hija se salvará.
51 Al llegar a la casa, no dejó entrar con él a nadie más que a Pedro, a Santiago y a Juan, junto con el padre y la madre de la niña. 52 Todos estaban llorando y lamentándose por ella, pero Jesús les dijo:
—No lloren; la niña no está muerta, sino dormida.
53 Todos se rieron de él, porque sabían que estaba muerta. 54 Entonces Jesús la tomó de la mano y dijo con voz fuerte:
—¡Niña, levántate!
55 Y ella volvió a la vida; al momento se levantó, y Jesús mandó que le dieran de comer. 56 Sus padres estaban muy admirados; pero Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que había pasado.
Lucas 8
Traducción en lenguaje actual
Mujeres que ayudaban a Jesús
8 Los días siguientes, Jesús fue por muchos pueblos y ciudades anunciando las buenas noticias del reino de Dios. Con Jesús andaban también sus doce discípulos 2-3 y muchas mujeres. Estas mujeres ayudaban con dinero a Jesús y a sus discípulos. A algunas de ellas, Jesús las había sanado de diferentes enfermedades y de los espíritus malos. Entre esas mujeres estaba María, a la que llamaban Magdalena, que antes había tenido siete demonios. También estaban Juana y Susana. Juana era la esposa de Cuza, el administrador del rey Herodes Antipas.
El ejemplo de las semillas
4 Mucha gente había venido de distintos pueblos para ver a Jesús. Él les puso este ejemplo:
5 «Un campesino salió a sembrar trigo. Mientras sembraba, unas semillas cayeron en el camino. La gente que pasaba por allí las pisoteaba, y los pájaros se las comían. 6 Otras semillas cayeron en un lugar donde había muchas piedras. Las plantas nacieron, pero pronto se secaron porque no tenían agua. 7 Otras semillas cayeron entre espinos. Las plantas brotaron, pero los espinos las ahogaron y no las dejaron crecer. 8 El resto de las semillas cayó en buena tierra. Las plantas nacieron, crecieron y produjeron espigas que tenían hasta cien semillas.»
Después, Jesús dijo con voz muy fuerte: «¡Si ustedes en verdad tienen oídos, pongan mucha atención!»
¿Por qué Jesús enseña con ejemplos?
9 Luego, los discípulos le preguntaron:
—¿Qué significa ese ejemplo que contaste?
10 Jesús les respondió:
—A ustedes les he explicado los secretos acerca del reino de Dios. Pero a los demás sólo les enseño por medio de ejemplos. Así, aunque miren, no verán, y aunque oigan, no entenderán.
Jesús explica el ejemplo de las semillas
11 »El ejemplo significa lo siguiente: Las semillas representan el mensaje de Dios. 12 Las que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje, pero cuando viene el diablo hace que se les olvide, para que ya no crean ni reciban la salvación que Dios les ofrece. 13 Las semillas que cayeron entre piedras representan a los que reciben el mensaje con alegría. Pero, como no lo entienden bien, en cuanto tienen problemas dejan de confiar en Dios. 14 Las semillas que cayeron entre espinos representan a los que oyen el mensaje, pero no dejan que el mensaje cambie sus vidas, pues viven preocupados por tener más dinero y por divertirse. 15 Las semillas que cayeron en buena tierra representan a los que oyen el mensaje de Dios y lo aceptan con una actitud obediente y sincera. Estos últimos se mantienen firmes, y sus acciones son buenas.
El ejemplo de la luz
16 »Nadie enciende una lámpara para taparla con una olla, o para ponerla debajo de la cama. Más bien, la pone en un lugar alto, para que alumbre a todos los que entran en la casa. 17 Porque todo lo que esté escondido se descubrirá, y todo lo que se mantenga en secreto llegará a conocerse.
18 »Por eso, presten mucha atención, porque a los que saben algo acerca de los secretos del reino se les contarán muchísimas cosas más. Pero a los que no saben nada de los secretos del reino, Dios les hará olvidar hasta lo que creen saber.»
La madre y los hermanos de Jesús
19 La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no podían llegar hasta donde él estaba porque mucha gente lo rodeaba. 20 Entonces alguien le dijo a Jesús:
—Tu madre y tus hermanos están afuera, y quieren hablar contigo.
21 Jesús contestó:
—Mi madre y mis hermanos son todos aquellos que escuchan y obedecen el mensaje de Dios.
La gran tormenta
22 Un día, Jesús subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: «Vamos al otro lado del lago». Entonces partieron, 23-24 y mientras navegaban Jesús se quedó dormido. De pronto se desató una tormenta sobre el lago, y el agua empezó a meterse en la barca. Los discípulos, al ver el grave peligro que corrían, a gritos despertaron a Jesús:
—¡Maestro, Maestro, nos hundimos!
Jesús se levantó, y ordenó al viento y a las olas que se calmaran. Y así fue; todo quedó tranquilo. 25 Luego les dijo a los discípulos:
—¡Ustedes no confían en mí!
Pero ellos estaban tan asustados y asombrados que se decían: «¿Quién es este hombre, que hasta el viento y las olas lo obedecen?»
El hombre con muchos demonios
26 Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del lago, a la región de Gerasa. 27 Cuando Jesús bajó de la barca, le salió al encuentro un hombre de ese lugar, que tenía muchos demonios.
Ese hombre no vivía en una casa, sino en el cementerio, y hacía ya mucho tiempo que andaba desnudo. 28-29 Como los demonios lo atacaban muchas veces, la gente le ponía cadenas en las manos y en los pies, y lo mantenía vigilado. Pero él rompía las cadenas, y los demonios lo hacían huir a lugares solitarios.
Cuando este hombre vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces Jesús ordenó a los demonios que salieran del hombre, pero ellos gritaron:
—¡Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¿Qué vas a hacer con nosotros? Te rogamos que no nos hagas sufrir.
30 Jesús le preguntó al hombre:
—¿Cómo te llamas?
Él contestó:
—Me llamo Ejército.
Dijo eso porque eran muchos los demonios que habían entrado en él.
31 Los demonios le rogaron a Jesús que no los mandara al abismo, donde se castiga a los demonios.
32 Cerca de allí, en un cerro, había muchos cerdos comiendo. Los demonios le suplicaron a Jesús que los dejara entrar en esos animales, y él les dio permiso. 33 Los demonios salieron del hombre y se metieron dentro de los cerdos. Entonces los cerdos corrieron cuesta abajo, y cayeron en el lago y se ahogaron.
34 Cuando los hombres que cuidaban los cerdos vieron lo que había pasado, corrieron al pueblo y les contaron a todos lo sucedido.
35 La gente fue a ver qué había pasado. Al llegar, vieron sentado a los pies de Jesús al hombre que antes había tenido los demonios. El hombre estaba vestido y se comportaba normalmente, y los que estaban allí temblaban de miedo.
36 Los que vieron cómo Jesús había sanado a aquel hombre, empezaron a contárselo a todo el mundo. 37 Entonces los habitantes de la región de Gerasa le rogaron a Jesús que se fuera de allí, porque tenían mucho miedo.
Cuando Jesús subió a la barca para regresar a Galilea, 38 el hombre que ahora estaba sano le rogó a Jesús que lo dejara ir con él. Pero Jesús le dijo: 39 «Vuelve a tu casa y cuéntales a todos lo que Dios ha hecho por ti.»
El hombre se fue al pueblo y contó todo lo que Jesús había hecho por él.
Una niña muerta y una mujer enferma
40 Cuando Jesús regresó a Galilea, la gente lo recibió con mucha alegría, pues lo había estado esperando. 41 En ese momento llegó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga. Se acercó a Jesús, se inclinó hasta el suelo y le suplicó que fuera a su casa, 42 porque su única hija, que tenía doce años, se estaba muriendo.
Jesús se fue con Jairo. Mucha gente los siguió y se amontonó alrededor de Jesús. 43 Entre esa gente estaba una mujer enferma. Desde hacía doce años tenía una enfermedad que le hacía perder mucha sangre. Había gastado todo su dinero en médicos, pero ninguno había podido sanarla. 44 Ella se acercó a Jesús por detrás, tocó levemente su manto, y enseguida quedó sana. 45 Entonces Jesús le preguntó a la gente:
—¿Quién me tocó?
Como todos decían que no había sido ninguno de ellos, Pedro le dijo:
—Maestro, ¿no ves que todos se amontonan a tu alrededor y te empujan?
46 Pero Jesús volvió a decirles:
—Estoy seguro de que alguien me ha tocado, pues sentí que de mí salió poder.
47 Cuando la mujer vio que ya no podía esconderse, temblando de miedo fue y se arrodilló delante de Jesús. Luego, frente a todos los que estaban allí, contó por qué había tocado el manto de Jesús, y cómo de inmediato había quedado sana.
48 Jesús entonces le dijo a la mujer:
—Hija, fuiste sanada porque confiaste en mí. Puedes irte en paz.
49 Jesús no había terminado de hablar cuando llegó un mensajero, que venía de la casa de Jairo, y le dijo:
—Ya murió su hija. No moleste usted más al Maestro.
50 Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo:
—No tengas miedo. Confía en mí y ella se pondrá bien.
51-53 Cuando llegaron a la casa, todos lloraban y lamentaban la muerte de la niña, pero Jesús les dijo: «¡No lloren! La niña no está muerta; sólo está dormida.» La gente empezó a burlarse de Jesús, pues sabían que la niña estaba muerta. Entonces Jesús entró con Pedro, Santiago, Juan, Jairo y la madre de la niña, y no dejó que nadie más entrara. 54 Tomó de la mano a la niña y le dijo: «¡Niña, levántate!»
55 La niña volvió a vivir, y al instante se levantó. Jesús mandó entonces que le dieran a la niña algo de comer. 56 Los padres estaban muy asombrados, pero Jesús les pidió que no le contaran a nadie lo que había pasado.
路加福音 8
Chinese Union Version Modern Punctuation (Simplified)
8 过了不多日,耶稣周游各城各乡传道,宣讲神国的福音。和他同去的有十二个门徒, 2 还有被恶鬼所附、被疾病所累已经治好的几个妇女,内中有称为抹大拉的马利亚,曾有七个鬼从她身上赶出来, 3 又有希律的家宰苦撒的妻子约亚拿,并苏撒拿和好些别的妇女,都是用自己的财物供给耶稣和门徒。
撒种的比喻
4 当许多人聚集,又有人从各城里出来见耶稣的时候,耶稣就用比喻说: 5 “有一个撒种的出去撒种。撒的时候,有落在路旁的,被人践踏,天上的飞鸟又来吃尽了。 6 有落在磐石上的,一出来就枯干了,因为得不着滋润。 7 有落在荆棘里的,荆棘一同生长,把它挤住了。 8 又有落在好土里的,生长起来,结实百倍。”耶稣说了这些话,就大声说:“有耳可听的,就应当听!”
解明撒种的比喻
9 门徒问耶稣说:“这比喻是什么意思呢?” 10 他说:“神国的奥秘只叫你们知道,至于别人,就用比喻,叫他们‘看也看不见,听也听不明’。 11 这比喻乃是这样:种子就是神的道。 12 那些在路旁的,就是人听了道,随后魔鬼来,从他们心里把道夺去,恐怕他们信了得救。 13 那些在磐石上的,就是人听道,欢喜领受,但心中没有根,不过暂时相信,及至遇见试炼就退后了。 14 那落在荆棘里的,就是人听了道,走开以后,被今生的思虑、钱财、宴乐挤住了,便结不出成熟的子粒来。 15 那落在好土里的,就是人听了道,持守在诚实善良的心里,并且忍耐着结实。
16 “没有人点灯用器皿盖上或放在床底下,乃是放在灯台上,叫进来的人看见亮光。 17 因为掩藏的事没有不显出来的,隐瞒的事没有不露出来被人知道的。 18 所以,你们应当小心怎样听。因为凡有的,还要加给他;凡没有的,连他自以为有的也要夺去。”
信者皆为亲属
19 耶稣的母亲和他弟兄来了,因为人多,不得到他跟前。 20 有人告诉他说:“你母亲和你弟兄站在外边,要见你。” 21 耶稣回答说:“听了神之道而遵行的人,就是我的母亲、我的弟兄了。”
平静风和海
22 有一天,耶稣和门徒上了船,对门徒说:“我们可以渡到湖那边去。”他们就开了船。 23 正行的时候,耶稣睡着了。湖上忽然起了暴风,船将满了水,甚是危险。 24 门徒来叫醒了他,说:“夫子!夫子!我们丧命啦!”耶稣醒了,斥责那狂风大浪,风浪就止住,平静了。 25 耶稣对他们说:“你们的信心在哪里呢?”他们又惧怕又稀奇,彼此说:“这到底是谁?他吩咐风和水,连风和水也听从他了!”
鬼入猪群
26 他们到了格拉森[a]人的地方,就是加利利的对面。 27 耶稣上了岸,就有城里一个被鬼附着的人迎面而来。这个人许久不穿衣服,不住房子,只住在坟茔里。 28 他见了耶稣,就俯伏在他面前,大声喊叫说:“至高神的儿子耶稣,我与你有什么相干?求你不要叫我受苦!” 29 是因耶稣曾吩咐污鬼从那人身上出来。原来这鬼屡次抓住他;他常被人看守,又被铁链和脚镣捆锁,他竟把锁链挣断,被鬼赶到旷野去。 30 耶稣问他说:“你名叫什么?”他说:“我名叫‘群’。”这是因为附着他的鬼多。 31 鬼就央求耶稣,不要吩咐他们到无底坑里去。 32 那里有一大群猪在山上吃食。鬼央求耶稣准他们进入猪里去,耶稣准了他们。 33 鬼就从那人出来,进入猪里去。于是那群猪闯下山崖,投在湖里淹死了。 34 放猪的看见这事就逃跑了,去告诉城里和乡下的人。 35 众人出来要看是什么事,到了耶稣那里,看见鬼所离开的那人坐在耶稣脚前,穿着衣服,心里明白过来,他们就害怕。 36 看见这事的,便将被鬼附着的人怎么得救告诉他们。 37 格拉森四围的人因为害怕得很,都求耶稣离开他们,耶稣就上船回去了。 38 鬼所离开的那人恳求和耶稣同在,耶稣却打发他回去,说: 39 “你回家去,传说神为你做了何等大的事。”他就去,满城里传扬耶稣为他做了何等大的事。
40 耶稣回来的时候,众人迎接他,因为他们都等候他。 41 有一个管会堂的,名叫睚鲁,来俯伏在耶稣脚前,求耶稣到他家里去, 42 因他有一个独生女儿,约有十二岁,快要死了。耶稣去的时候,众人拥挤他。
医患血漏的女人
43 有一个女人患了十二年的血漏,在医生手里花尽了她一切养生的,并没有一人能医好她。 44 她来到耶稣背后,摸他的衣裳穗子,血漏立刻就止住了。 45 耶稣说:“摸我的是谁?”众人都不承认。彼得和同行的人都说:“夫子,众人拥拥挤挤紧靠着你[b]。” 46 耶稣说:“总有人摸我,因我觉得有能力从我身上出去。” 47 那女人知道不能隐藏,就战战兢兢地来俯伏在耶稣脚前,把摸他的缘故和怎样立刻得好了,当着众人都说出来。 48 耶稣对她说:“女儿,你的信救了你,平平安安地去吧!”
耶稣叫睚鲁的女儿复活
49 还说话的时候,有人从管会堂的家里来,说:“你的女儿死了,不要劳动夫子。” 50 耶稣听见就对他说:“不要怕,只要信!你的女儿就必得救。” 51 耶稣到了他的家,除了彼得、约翰、雅各和女儿的父母,不许别人同他进去。 52 众人都为这女儿哀哭捶胸。耶稣说:“不要哭,她不是死了,是睡着了。” 53 他们晓得女儿已经死了,就嗤笑耶稣。 54 耶稣拉着她的手,呼叫说:“女儿,起来吧!” 55 她的灵魂便回来,她就立刻起来了。耶稣吩咐给她东西吃。 56 她的父母惊奇得很。耶稣嘱咐他们,不要把所做的事告诉人。
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