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Otra parte cayó sobre la roca y, cuando creció, se secó porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre los espinos, y los espinos crecieron al mismo tiempo y la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra y, cuando creció, llevó fruto a ciento por uno”.

Hablando de estas cosas, exclamó: “El que tiene oídos para oír, oiga”.

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