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31 Los demonios seguían suplicándole a Jesús que no los enviara al abismo sin fondo.[a]

32 Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana, y los demonios le suplicaron que les permitiera entrar en los cerdos.

Entonces Jesús les dio permiso. 33 Así que los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos, y toda la manada se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó.

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Footnotes

  1. 8:31 O al abismo, o al averno.

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