Lucas 7
Reina Valera Actualizada
Jesús sana al siervo del centurión
7 Una vez concluidas todas sus palabras al pueblo que lo escuchaba, Jesús entró en Capernaúm. 2 Y el siervo de cierto centurión, a quien este tenía en mucha estima, estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando oyó hablar de Jesús, le envió ancianos de los judíos para rogarle que fuera y sanara a su siervo. 4 Ellos fueron a Jesús y le rogaban con insistencia, diciéndole:
—Él es digno de que le concedas esto 5 porque ama a nuestra nación y él mismo nos edificó la sinagoga.
6 Jesús fue con ellos. Y cuando ya no estaban muy lejos de su casa, el centurión le envió unos amigos para decirle:
—Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. 7 Por eso no me tuve por digno de ir a ti. Más bien, di la palabra y mi criado será sanado. 8 Porque yo también soy hombre puesto bajo autoridad y tengo soldados bajo mi mando. Y digo a este: “Ve”, y él va; digo al otro: “Ven”, y él viene; y digo a mi siervo: “Haz esto”, y él lo hace.
9 Cuando Jesús oyó esto, se maravilló de él y, dándose vuelta, dijo a la gente que lo seguía:
—¡Les digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe!
10 Cuando volvieron a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo.
Jesús resucita al hijo de una viuda
11 Aconteció que, poco después, él fue a la ciudad que se llama Naín. Sus discípulos y una gran multitud lo acompañaban. 12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un muerto, el único hijo de su madre la cual era viuda. Bastante gente de la ciudad la acompañaba. 13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo:
—No llores.
14 Luego se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces le dijo:
—Joven, a ti te digo: ¡Levántate!
15 Entonces el que había muerto se sentó y comenzó a hablar. Y Jesús lo entregó a su madre. 16 El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios diciendo:
—¡Un gran profeta se ha levantado entre nosotros! ¡Dios ha visitado a su pueblo!
17 Y esto que se decía de él se difundió por toda Judea y por toda la tierra de alrededor.
Los mensajeros de Juan el Bautista
18 A Juan le informaron sus discípulos acerca de todas estas cosas. Entonces Juan llamó a dos de sus discípulos 19 y los envió al Señor para preguntarle: “¿Eres tú aquel que ha de venir, o esperaremos a otro?”. 20 Cuando los hombres vinieron a Jesús, le dijeron:
—Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: “¿Eres tú aquel que ha de venir, o esperaremos a otro?”.
21 En aquella hora Jesús sanó a muchos de enfermedades, de plagas y de espíritus malos; y a muchos ciegos les dio la vista. 22 Y respondiendo, les dijo:
—Vayan y hagan saber a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son hechos limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio. 23 Bienaventurado es el que no toma ofensa en mí.
Jesús testifica de Juan el Bautista
24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de Juan a las multitudes:
—¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido de ropa delicada? He aquí, los que llevan ropas lujosas y viven en placeres están en los palacios reales. 26 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? ¡Sí, les digo, y más que profeta! 27 Este es aquel de quien está escrito:
He aquí envío mi mensajero
delante de tu rostro,
quien preparará tu camino
delante de ti[a].
28 Les digo que entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan[b]. Sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.
29 Al oírle, todo el pueblo y los publicanos justificaron a Dios, siendo bautizados con el bautismo de Juan. 30 Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron el propósito de Dios para ellos, no siendo bautizados por él.
31 —¿A qué, pues, compararé a los hombres de esta generación? ¿A qué son semejantes? 32 Son semejantes a los muchachos que se sientan en la plaza y gritan los unos a los otros diciendo:
“Les tocamos la flauta
y no bailaron;
entonamos canciones de duelo
y no lloraron”.
33 Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y dicen: “¡Demonio tiene!”. 34 Ha venido el Hijo del Hombre que come y bebe, y dicen: “¡He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores!”. 35 Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
Una mujer pecadora recibe perdón
36 Uno de los fariseos le pidió que comiera con él; y cuando entró en la casa del fariseo se sentó a la mesa. 37 Y he aquí, cuando supo que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, una mujer que era pecadora en la ciudad llevó un frasco de alabastro con perfume. 38 Y estando detrás de Jesús, a sus pies, llorando, comenzó a mojar los pies de él con sus lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza. Y le besaba los pies y los ungía con el perfume. 39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado a comer se dijo a sí mismo:
—Si este fuera profeta conocería quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, porque es una pecadora.
40 Entonces, respondiendo Jesús le dijo:
—Simón, tengo algo que decirte.
Él dijo:
—Di, Maestro.
41 —Cierto acreedor tenía dos deudores: Uno le debía quinientas monedas, y el otro solamente cincuenta monedas. 42 Como ellos no tenían con qué pagar perdonó a ambos. Entonces, ¿cuál de estos lo amará más?
43 Respondiendo Simón, dijo:
—Supongo que aquel a quien perdonó más.
Y él le dijo:
—Has juzgado correctamente.
44 Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón:
—¿Ves esta mujer? Yo entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero esta ha mojado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45 Tú no me diste un beso, pero desde que entré, esta no ha cesado de besar mis pies. 46 Tú no ungiste mi cabeza con aceite, pero esta ha ungido mis pies con perfume. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados puesto que amó mucho. Pero al que se le perdona poco, poco ama.
48 Y a ella le dijo:
—Tus pecados te son perdonados.
49 Los que estaban con él a la mesa comenzaron a decir entre sí:
—¿Quién es este que hasta perdona pecados?
50 Entonces Jesús le dijo a la mujer:
—Tu fe te ha salvado; vete en paz.
Footnotes
- Lucas 7:27 Mal. 3:1.
- Lucas 7:28 Algunos mss. antiguos tienen no hay mayor profeta que Juan el Bautista.
Lucas 7
Nueva Versión Internacional
La fe del centurión(A)
7 Cuando terminó de hablar al pueblo, Jesús entró en Capernaúm. 2 Había allí un centurión cuyo siervo, a quien él estimaba mucho, estaba enfermo, a punto de morir. 3 Como oyó hablar de Jesús, el centurión mandó a unos líderes religiosos de los judíos a pedirle que fuera a sanar a su siervo. 4 Cuando llegaron ante Jesús, rogaron con insistencia:
—Este hombre merece que le concedas lo que te pide: 5 aprecia tanto a nuestra nación que nos ha construido una sinagoga.
6 Así que Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa cuando el centurión mandó unos amigos a decirle:
—Señor, no te tomes tanta molestia, pues no merezco que entres bajo mi techo. 7 Por eso ni siquiera me atreví a presentarme ante ti. Pero con una sola palabra que digas, quedará sano mi siervo. 8 Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores y, además, tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno “ve” y va; y al otro, “ven” y viene. Le digo a mi siervo “haz esto” y lo hace.
9 Al oírlo, Jesús se asombró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, comentó:
—Les digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.
10 Al regresar a casa, los enviados encontraron sano al siervo.
Jesús resucita al hijo de una viuda
11 Poco después Jesús, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud, se dirigió a un pueblo llamado Naín. 12 Cuando ya se acercaba a las puertas del pueblo, vio que sacaban de allí a un muerto, hijo único de madre viuda. La acompañaba un grupo grande de la población. 13 Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo:
—No llores.
14 Entonces se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo:
—Joven, ¡te ordeno que te levantes!
15 El que había estado muerto se incorporó y comenzó a hablar; luego Jesús se lo entregó a su madre. 16 Todos se llenaron de temor y alababan a Dios.
—Ha surgido entre nosotros un gran profeta —decían—. Dios ha venido en ayuda de[a] su pueblo.
17 Así que esta noticia acerca de Jesús se divulgó por toda Judea[b] y por todas las regiones vecinas.
Jesús y Juan el Bautista(B)
18 Los discípulos de Juan le contaron todo esto. Él llamó a dos de ellos 19 y los envió al Señor a preguntarle:
—¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?
20 Cuando se acercaron a Jesús, ellos le dijeron:
—Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”.
21 En ese mismo momento Jesús sanó a muchos que tenían enfermedades, dolencias y espíritus malignos, además dio la vista a muchos ciegos. 22 Entonces respondió a los enviados:
—Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen alguna enfermedad en su piel son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas noticias. 23 Dichoso el que no tropieza por causa mía.
24 Cuando se fueron los enviados, Jesús comenzó a hablarle a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Claro que no, pues los que se visten ostentosamente y llevan una vida de lujo están en los palacios reales. 26 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo, y más que profeta. 27 Este es de quien está escrito:
»“Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino”.[c]
28 Les digo que entre los mortales no ha habido nadie más grande que Juan; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él».
29 Al oír esto, todo el pueblo, y hasta los recaudadores de impuestos, reconocieron que el camino de Dios era justo y fueron bautizados con el bautismo de Juan. 30 Pero los fariseos y los expertos en la Ley no se hicieron bautizar por Juan, rechazando así el propósito de Dios respecto a ellos.[d]
31 «Entonces, ¿con qué puedo comparar a la gente de esta generación? ¿A quién se parecen ellos? 32 Se parecen a niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros:
»“Tocamos la flauta
y ustedes no bailaron;
cantamos por los muertos
y ustedes no lloraron”.
33 Porque vino Juan el Bautista que no comía pan ni bebía vino y ustedes dicen: “Tiene un demonio”. 34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y ustedes dicen: “Este es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores”. 35 Pero la sabiduría queda demostrada por los que la siguen».[e]
Una mujer pecadora unge a Jesús
36 Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa.[f] 37 Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía fama de pecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume. 38 Llorando, se arrojó a los pies de Jesús,[g] de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.
39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando y qué clase de mujer es: una pecadora».
40 Entonces Jesús dijo a manera de respuesta:
—Simón, tengo algo que decirte.
—Dime, Maestro —respondió.
41 —Dos hombres debían dinero a cierto prestamista. Uno debía quinientas monedas de plata[h] y el otro, cincuenta. 42 Como no tenían con qué pagarle, el prestamista perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más?
43 —Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón.
—Has juzgado bien —dijo Jesús.
44 Luego se volvió hacia la mujer y dijo a Simón:
—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. 45 Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46 Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume. 47 Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama.
48 Entonces le dijo Jesús a ella:
—Tus pecados quedan perdonados.
49 Los otros invitados comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es este que hasta perdona pecados?».
50 —Tu fe te ha salvado —dijo Jesús a la mujer—; vete en paz.
Footnotes
- 7:16 ha venido en ayuda de. Lit. ha visitado a.
- 7:17 Judea. Alt. la tierra de los judíos.
- 7:27 Mal 3:1.
- 7:29-30 Algunos intérpretes piensan que estos versículos forman parte del discurso de Jesús.
- 7:35 queda … siguen. Lit. ha sido justificada por todos sus hijos.
- 7:36 se sentó a la mesa. Lit. se recostó.
- 7:38 se arrojó a los pies de Jesús. Lit. se puso detrás junto a sus pies; es decir, detrás del recostadero.
- 7:41 quinientas monedas de plata. Lit. quinientos denarios.
路加福音 7
Chinese New Version (Traditional)
治好百夫長的僕人(A)
7 耶穌向群眾講完這一切話,就進了迦百農。 2 有百夫長所重用的一個奴僕,病得快要死了。 3 百夫長聽見耶穌的事,就打發猶太人中幾個長老到他那裡,求他去醫治他的奴僕。 4 長老們就來見耶穌,懇切地求他說:“你給他行這事,是他配得的, 5 因為他愛我們的人民,給我們建造會堂。” 6 耶穌就和他們同去。離那家不遠的時候,百夫長派幾個朋友來說:“主啊,不必勞駕,因為你到舍下來,我實在不敢當, 7 我也覺得沒有資格去見你;只要你說一句話,我的僕人就必好了。 8 因為我自己是在別人的權下,也有兵在我以下;我對這個說:‘去!’他就去;對另一個說:‘來!’他就來;對我的僕人說:‘作這個!’他就作。” 9 耶穌聽見這些話,就很驚奇,轉身對跟隨的眾人說:“我告訴你們,這樣的信心,我在以色列中從來沒有見過。” 10 奉派的人回到家裡,見那奴僕已經好了。
使拿因城寡婦的兒子復活
11 後來耶穌往拿因城去,與他同去的有門徒和一大群人。 12 他走近城門的時候,有人把一個死人抬出來,是個獨生子,他母親又是個寡婦。城裡有一大群人陪著她。 13 主看見了,就憐憫她,對她說:“不要哭!” 14 於是上前按著槓子,抬的人就站住。他說:“青年人,我吩咐你起來!” 15 那死人就坐起來,開口說話,耶穌就把他交給他母親。 16 眾人都驚懼,頌讚 神說:“有偉大的先知在我們中間興起來了!”又說:“ 神眷顧他的子民了!” 17 於是這話傳遍了猶太和周圍各地。
約翰派門徒去見耶穌(B)
18 約翰的門徒把這一切事告訴約翰。他就叫了兩個門徒, 19 差他們往主那裡去,說:“你就是那位要來的,還是我們要等別人呢?” 20 兩人來到耶穌跟前,說:“施洗的約翰差我們來問你:‘你就是那位要來的,還是我們要等別人呢?’” 21 就在那時候,耶穌治好許多患疾病的、遭災難的、身上有污鬼附著的,並且施恩給瞎眼的,使他們看見。 22 耶穌回答他們:“你們回去,把看見和聽見的都告訴約翰,就是瞎的可以看見,跛的可以走路,患痲風的得到潔淨,聾的可以聽見,死人復活,窮人有福音聽。 23 那不被我絆倒的,就有福了。”
耶穌論約翰(C)
24 約翰差來的人走了以後,耶穌對群眾講起約翰來,說:“你們到曠野去,是要看甚麼?被風吹動的蘆葦嗎? 25 你們出去到底要看甚麼?身穿華麗衣服的人嗎?這些衣服華麗,生活奢侈的人,是在王宮裡的。 26 那麼,你們出去要看甚麼?先知嗎?我告訴你們,是的。他比先知重要得多了。 27 聖經所記:
‘看哪,我差遣我的使者在你面前,
他必在你前頭預備你的道路’,
這句話是指著他說的。 28 我告訴你們,婦人所生的,沒有一個比約翰更大,然而在 神的國裡最小的比他還大。” 29 眾人和稅吏受過約翰的洗禮,聽見這話,就稱 神為義。 30 但法利賽人和律法師,未受過約翰的洗禮,就拒絕 神對他們的美意。 31 耶穌又說:“我要把這世代的人比作甚麼呢?他們好像甚麼呢? 32 他們好像小孩子坐在巿中心,彼此呼叫,說:
‘我們給你們吹笛子,你們卻不跳舞;
我們唱哀歌,你們也不啼哭。’
33 因為施洗的約翰來了,不吃飯,不喝酒,你們說他是鬼附的。 34 人子來了,又吃又喝,你們說:‘你看,這人貪食好酒,與稅吏和罪人為友。’ 35 但 神的智慧,藉著他的兒女就證實是公義的了。”
赦免犯了罪的女人(參(D)
36 有一個法利賽人,請耶穌同他吃飯,他就到法利賽人家去赴席。 37 那城裡有一個女人,是個罪人,知道他在法利賽人家裡吃飯,就拿著一瓶香膏, 38 站在耶穌背後,挨近他的腳哭,眼淚滴濕他的腳,又用自己的頭髮擦乾,不住地吻他的腳,並且抹上香膏。 39 請他的法利賽人看見了,心裡說:“這人若是先知,必定知道摸他的是誰,是怎樣的女人,因為她是個罪人!” 40 耶穌對他說:“西門,我有句話要對你說。”他說:“老師,請說。” 41 耶穌說:“一個債主有兩個債戶,一個欠五百銀幣,一個欠五十。 42 他們都無力償還,債主就把兩人豁免了。他們之中哪一個更愛他呢?” 43 西門回答:“我想是那個多得恩免的。”耶穌說:“你判斷對了。” 44 於是轉身向著那女人,對西門說:“你看見這女人嗎?我進了你的家,你沒有給我水洗腳,但這女人用眼淚濕了我的腳,用頭髮擦乾。 45 你沒有和我親吻;但這女人,自從我進來,就不住地親我的腳。 46 你沒有用油抹我的頭;但這女人用香膏抹我的腳。 47 所以我告訴你,她許多罪都蒙赦免了,因為她的愛多;那赦免少的,愛就少。” 48 耶穌就對她說:“你的罪赦免了。” 49 跟他一起吃飯的人心裡說:“這是誰,竟然赦罪呢?” 50 耶穌對那女人說:“你的信救了你,平安地去吧!”
Lucas 7
Dios Habla Hoy
Jesús sana al criado de un oficial romano(A)
7 Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, se fue a Cafarnaúm. 2 Vivía allí un capitán romano que tenía un criado al que estimaba mucho, el cual estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, mandó a unos ancianos de los judíos a rogarle que fuera a sanar a su criado. 4 Ellos se presentaron a Jesús y le rogaron mucho, diciendo:
—Este capitán merece que lo ayudes, 5 porque ama a nuestra nación y él mismo hizo construir nuestra sinagoga.
6 Jesús fue con ellos, pero cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán mandó unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque yo no merezco que entres en mi casa; 7 por eso, ni siquiera me atreví a ir en persona a buscarte. Solamente da la orden, para que sane mi criado. 8 Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace.»
9 Jesús se quedó admirado al oír esto, y mirando a la gente que lo seguía dijo:
—Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.
10 Al regresar a la casa, los enviados encontraron que el criado ya estaba sano.
Jesús resucita al hijo de una viuda
11 Después de esto, Jesús se dirigió a un pueblo llamado Naín. Iba acompañado de sus discípulos y de mucha gente. 12 Al llegar cerca del pueblo, vio que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda. Mucha gente del pueblo la acompañaba. 13 Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo:
—No llores.
14 En seguida se acercó y tocó la camilla, y los que la llevaban se detuvieron. Jesús le dijo al muerto:
—Joven, a ti te digo: ¡Levántate!
15 Entonces el que había estado muerto se sentó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a la madre. 16 Al ver esto, todos tuvieron miedo y comenzaron a alabar a Dios, diciendo:
—Un gran profeta ha aparecido entre nosotros.
También decían:
—Dios ha venido a ayudar a su pueblo.
17 Y por toda Judea y sus alrededores se supo lo que había hecho Jesús.
Los enviados de Juan el Bautista(B)
18 Juan tuvo noticias de todas estas cosas, pues sus seguidores se las contaron. Llamó a dos de ellos 19 y los envió al Señor, a preguntarle si él era de veras el que había de venir o si debían esperar a otro. 20 Los enviados de Juan se acercaron, pues, a Jesús y le dijeron:
—Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si tú eres el que ha de venir, o si debemos esperar a otro.
21 En aquel mismo momento Jesús curó a muchas personas de sus enfermedades y sufrimientos, y de los espíritus malignos, y dio la vista a muchos ciegos. 22 Luego les contestó:
—Vayan y díganle a Juan lo que han visto y oído. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. 23 ¡Y dichoso aquel que no pierda su fe en mí!
24 Cuando los enviados de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de Juan, diciendo: «¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 Y si no, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas lujosas? Ustedes saben que los que se visten lujosamente y viven en placeres, están en las casas de los reyes. 26 En fin, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, de veras, y uno que es mucho más que profeta. 27 Juan es aquel de quien dice la Escritura:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que te prepare el camino.”
28 Les digo que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.»
29 Todos los que oyeron a Juan, incluso los que cobraban impuestos para Roma, se hicieron bautizar por él, cumpliendo así las justas exigencias de Dios; 30 pero los fariseos y los maestros de la ley no se hicieron bautizar por Juan, despreciando de este modo lo que Dios había querido hacer en favor de ellos.
31 «¿A qué compararé la gente de este tiempo? ¿A qué se parece? 32 Se parece a los niños que se sientan a jugar en la plaza y gritan a sus compañeros: “Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron; cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron.” 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y ustedes dicen que tiene un demonio. 34 Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y ustedes dicen que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma. 35 Pero la sabiduría de Dios se demuestra por todos sus resultados.»
Jesús en casa de Simón el fariseo
36 Un fariseo invitó a Jesús a comer, y Jesús fue a su casa. Estaba sentado a la mesa, 37 cuando una mujer de mala vida, que vivía en el mismo pueblo y que supo que Jesús había ido a comer a casa del fariseo, llegó con un frasco de alabastro lleno de perfume. 38 Llorando, se puso junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas. Luego los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume. 39 El fariseo que había invitado a Jesús, al ver esto, pensó: «Si este hombre fuera de veras un profeta, se daría cuenta de qué clase de persona es ésta que lo está tocando: una mujer de mala vida.» 40 Entonces Jesús le dijo al fariseo:
—Simón, tengo algo que decirte.
El fariseo contestó:
—Dímelo, Maestro.
41 Jesús siguió:
—Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42 y como no le podían pagar, el prestamista les perdonó la deuda a los dos. Ahora dime, ¿cuál de ellos le amará más?
43 Simón le contestó:
—Me parece que el hombre a quien más le perdonó.
Jesús le dijo:
—Tienes razón.
44 Entonces, mirando a la mujer, Jesús dijo a Simón:
—¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; en cambio, esta mujer me ha bañado los pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45 No me saludaste con un beso, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46 No me pusiste ungüento en la cabeza, pero ella ha derramado perfume sobre mis pies. 47 Por esto te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; pero la persona a quien poco se le perdona, poco amor muestra.
48 Luego dijo a la mujer:
—Tus pecados te son perdonados.
49 Los otros invitados que estaban allí, comenzaron a preguntarse:
—¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?
50 Pero Jesús añadió, dirigiéndose a la mujer:
—Por tu fe has sido salvada; vete tranquila.
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