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Y COMO acabó todas sus palabras oyéndole el pueblo, entró en Capernaum.

Y el siervo de un centurión, al cual tenía él en estima, estaba enfermo y á punto de morir.

Y como oyó hablar de Jesús, envió á él los ancianos de los Judíos, rogándole que viniese y librase á su siervo.

Y viniendo ellos á Jesús, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es digno de concederle esto;

Que ama nuestra nación, y él nos edificó una sinagoga.

Y Jesús fué con ellos. Mas como ya no estuviesen lejos de su casa, envió el centurión amigos á él, diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado;

Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir á ti; mas di la palabra, y mi siervo será sano.

Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí soldados; y digo á éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo: Haz esto, y lo hace.

Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de él, y vuelto, dijo á las gentes que le seguían: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

10 Y vueltos á casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.

11 Y aconteció después, que él iba á la ciudad que se llama Naín, é iban con él muchos de sus discípulos, y gran compañía.

12 Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban fuera á un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda: y había con ella grande compañía de la ciudad.

13 Y como el Señor la vió, compadecióse de ella, y le dice: No llores.

14 Y acercándose, tocó el féretro: y los que lo llevaban, pararon. Y dice: Mancebo, á ti digo, levántate.

15 Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó á hablar. Y dióle á su madre.

16 Y todos tuvieron miedo, y glorificaban á Dios, diciendo: Que un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y que Dios ha visitado á su pueblo.

17 Y salió esta fama de él por toda Judea, y por toda la tierra de alrededor.

18 Y sus discípulos dieron á Juan las nuevas de todas estas cosas: y llamó Juan á dos de sus discípulos,

19 Y envió á Jesús, diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro?

20 Y como los hombres vinieron á él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado á ti, diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro?

21 Y en la misma hora sanó á muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos; y á muchos ciegos dió la vista.

22 Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, dad las nuevas á Juan de lo que habéis visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, á los pobres es anunciado el evangelio:

23 Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí.

24 Y como se fueron los mensajeros de Juan, comenzó á hablar de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto? ¿una caña que es agitada por el viento?

25 Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de vestidos delicados? He aquí, los que están en vestido precioso, y viven en delicias, en los palacios de los reyes están.

26 Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un profeta? También os digo, y aun más que profeta.

27 Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, El cual aparejará tu camino delante de ti.

28 Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista: mas el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.

29 Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justificaron á Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.

30 Mas los Fariseos y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él.

31 Y dice el Señor: ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación, y á qué son semejantes?

32 Semejantes son á los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los unos á los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis: os endechamos, y no llorasteis.

33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y decís: Demonio tiene.

34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.

35 Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos.

36 Y le rogó uno de los Fariseos, que comiese con él. Y entrado en casa del Fariseo, sentóse á la mesa.

37 Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, como entendió que estaba á la mesa en casa de aquel Fariseo, trajo un alabastro de ungüento,

38 Y estando detrás á sus pies, comenzó llorando á regar con lágrimas sus pies, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el ungüento.

39 Y como vió esto el Fariseo que le había convidado, habló entre sí, diciendo: Este, si fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, que es pecadora.

40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dice: Di, Maestro.

41 Un acredor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;

42 Y no teniendo ellos de qué pagar, perdonó á ambos. Di, pues, ¿cuál de éstos le amará más?

43 Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquél al cual perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.

44 Y vuelto á la mujer, dijo á Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha limpiado con los cabellos.

45 No me diste beso, mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.

46 No ungiste mi cabeza con óleo; mas ésta ha ungido con ungüento mis pies.

47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; mas al que se perdona poco, poco ama.

48 Y á ella dijo: Los pecados te son perdonados.

49 Y los que estaban juntamente sentados á la mesa, comenzaron á decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?

50 Y dijo á la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.

La fe del centurión(A)

Cuando terminó de hablar al pueblo, Jesús entró en Capernaúm. Había allí un centurión cuyo siervo, a quien él estimaba mucho, estaba enfermo, a punto de morir. Como oyó hablar de Jesús, el centurión mandó a unos líderes religiosos de los judíos a pedirle que fuera a sanar a su siervo. Cuando llegaron ante Jesús, rogaron con insistencia:

—Este hombre merece que le concedas lo que te pide: aprecia tanto a nuestra nación que nos ha construido una sinagoga.

Así que Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa cuando el centurión mandó unos amigos a decirle:

—Señor, no te tomes tanta molestia, pues no merezco que entres bajo mi techo. Por eso ni siquiera me atreví a presentarme ante ti. Pero con una sola palabra que digas, quedará sano mi siervo. Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores y, además, tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno “ve” y va; y al otro, “ven” y viene. Le digo a mi siervo “haz esto” y lo hace.

Al oírlo, Jesús se asombró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, comentó:

—Les digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.

10 Al regresar a casa, los enviados encontraron sano al siervo.

Jesús resucita al hijo de una viuda

11 Poco después Jesús, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud, se dirigió a un pueblo llamado Naín. 12 Cuando ya se acercaba a las puertas del pueblo, vio que sacaban de allí a un muerto, hijo único de madre viuda. La acompañaba un grupo grande de la población. 13 Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo:

—No llores.

14 Entonces se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo:

—Joven, ¡te ordeno que te levantes!

15 El que había estado muerto se incorporó y comenzó a hablar; luego Jesús se lo entregó a su madre. 16 Todos se llenaron de temor y alababan a Dios.

—Ha surgido entre nosotros un gran profeta —decían—. Dios ha venido en ayuda de[a] su pueblo.

17 Así que esta noticia acerca de Jesús se divulgó por toda Judea[b] y por todas las regiones vecinas.

Jesús y Juan el Bautista(B)

18 Los discípulos de Juan le contaron todo esto. Él llamó a dos de ellos 19 y los envió al Señor a preguntarle:

—¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?

20 Cuando se acercaron a Jesús, ellos le dijeron:

—Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”.

21 En ese mismo momento Jesús sanó a muchos que tenían enfermedades, dolencias y espíritus malignos, además dio la vista a muchos ciegos. 22 Entonces respondió a los enviados:

—Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen alguna enfermedad en su piel son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas noticias. 23 Dichoso el que no tropieza por causa mía.

24 Cuando se fueron los enviados, Jesús comenzó a hablarle a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Claro que no, pues los que se visten ostentosamente y llevan una vida de lujo están en los palacios reales. 26 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo, y más que profeta. 27 Este es de quien está escrito:

»“Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti,
    el cual preparará tu camino”.[c]

28 Les digo que entre los mortales no ha habido nadie más grande que Juan; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él».

29 Al oír esto, todo el pueblo, y hasta los recaudadores de impuestos, reconocieron que el camino de Dios era justo y fueron bautizados con el bautismo de Juan. 30 Pero los fariseos y los expertos en la Ley no se hicieron bautizar por Juan, rechazando así el propósito de Dios respecto a ellos.[d]

31 «Entonces, ¿con qué puedo comparar a la gente de esta generación? ¿A quién se parecen ellos? 32 Se parecen a niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros:

»“Tocamos la flauta
    y ustedes no bailaron;
cantamos por los muertos
    y ustedes no lloraron”.

33 Porque vino Juan el Bautista que no comía pan ni bebía vino y ustedes dicen: “Tiene un demonio”. 34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y ustedes dicen: “Este es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores”. 35 Pero la sabiduría queda demostrada por los que la siguen».[e]

Una mujer pecadora unge a Jesús

36 Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa.[f] 37 Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía fama de pecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume. 38 Llorando, se arrojó a los pies de Jesús,[g] de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.

39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando y qué clase de mujer es: una pecadora».

40 Entonces Jesús dijo a manera de respuesta:

—Simón, tengo algo que decirte.

—Dime, Maestro —respondió.

41 —Dos hombres debían dinero a cierto prestamista. Uno debía quinientas monedas de plata[h] y el otro, cincuenta. 42 Como no tenían con qué pagarle, el prestamista perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más?

43 —Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón.

—Has juzgado bien —dijo Jesús.

44 Luego se volvió hacia la mujer y dijo a Simón:

—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. 45 Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46 Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume. 47 Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama.

48 Entonces le dijo Jesús a ella:

—Tus pecados quedan perdonados.

49 Los otros invitados comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es este que hasta perdona pecados?».

50 —Tu fe te ha salvado —dijo Jesús a la mujer—; vete en paz.

Footnotes

  1. 7:16 ha venido en ayuda de. Lit. ha visitado a.
  2. 7:17 Judea. Alt. la tierra de los judíos.
  3. 7:27 Mal 3:1.
  4. 7:29-30 Algunos intérpretes piensan que estos versículos forman parte del discurso de Jesús.
  5. 7:35 queda … siguen. Lit. ha sido justificada por todos sus hijos.
  6. 7:36 se sentó a la mesa. Lit. se recostó.
  7. 7:38 se arrojó a los pies de Jesús. Lit. se puso detrás junto a sus pies; es decir, detrás del recostadero.
  8. 7:41 quinientas monedas de plata. Lit. quinientos denarios.

Jesús sana al criado de un oficial romano(A)

Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, se fue a Cafarnaúm. Vivía allí un capitán romano que tenía un criado al que estimaba mucho, el cual estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, mandó a unos ancianos de los judíos a rogarle que fuera a sanar a su criado. Ellos se presentaron a Jesús y le rogaron mucho, diciendo:

—Este capitán merece que lo ayudes, porque ama a nuestra nación y él mismo hizo construir nuestra sinagoga.

Jesús fue con ellos, pero cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán mandó unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque yo no merezco que entres en mi casa; por eso, ni siquiera me atreví a ir en persona a buscarte. Solamente da la orden, para que sane mi criado. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace.»

Jesús se quedó admirado al oír esto, y mirando a la gente que lo seguía dijo:

—Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe como en este hombre.

10 Al regresar a la casa, los enviados encontraron que el criado ya estaba sano.

Jesús resucita al hijo de una viuda

11 Después de esto, Jesús se dirigió a un pueblo llamado Naín. Iba acompañado de sus discípulos y de mucha gente. 12 Al llegar cerca del pueblo, vio que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda. Mucha gente del pueblo la acompañaba. 13 Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo:

—No llores.

14 En seguida se acercó y tocó la camilla, y los que la llevaban se detuvieron. Jesús le dijo al muerto:

—Joven, a ti te digo: ¡Levántate!

15 Entonces el que había estado muerto se sentó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a la madre. 16 Al ver esto, todos tuvieron miedo y comenzaron a alabar a Dios, diciendo:

—Un gran profeta ha aparecido entre nosotros.

También decían:

—Dios ha venido a ayudar a su pueblo.

17 Y por toda Judea y sus alrededores se supo lo que había hecho Jesús.

Los enviados de Juan el Bautista(B)

18 Juan tuvo noticias de todas estas cosas, pues sus seguidores se las contaron. Llamó a dos de ellos 19 y los envió al Señor, a preguntarle si él era de veras el que había de venir o si debían esperar a otro. 20 Los enviados de Juan se acercaron, pues, a Jesús y le dijeron:

—Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si tú eres el que ha de venir, o si debemos esperar a otro.

21 En aquel mismo momento Jesús curó a muchas personas de sus enfermedades y sufrimientos, y de los espíritus malignos, y dio la vista a muchos ciegos. 22 Luego les contestó:

—Vayan y díganle a Juan lo que han visto y oído. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia. 23 ¡Y dichoso aquel que no pierda su fe en mí!

24 Cuando los enviados de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de Juan, diciendo: «¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 Y si no, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas lujosas? Ustedes saben que los que se visten lujosamente y viven en placeres, están en las casas de los reyes. 26 En fin, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, de veras, y uno que es mucho más que profeta. 27 Juan es aquel de quien dice la Escritura:

“Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que te prepare el camino.”

28 Les digo que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.»

29 Todos los que oyeron a Juan, incluso los que cobraban impuestos para Roma, se hicieron bautizar por él, cumpliendo así las justas exigencias de Dios; 30 pero los fariseos y los maestros de la ley no se hicieron bautizar por Juan, despreciando de este modo lo que Dios había querido hacer en favor de ellos.

31 «¿A qué compararé la gente de este tiempo? ¿A qué se parece? 32 Se parece a los niños que se sientan a jugar en la plaza y gritan a sus compañeros: “Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron; cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron.” 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y ustedes dicen que tiene un demonio. 34 Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y ustedes dicen que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma. 35 Pero la sabiduría de Dios se demuestra por todos sus resultados.»

Jesús en casa de Simón el fariseo

36 Un fariseo invitó a Jesús a comer, y Jesús fue a su casa. Estaba sentado a la mesa, 37 cuando una mujer de mala vida, que vivía en el mismo pueblo y que supo que Jesús había ido a comer a casa del fariseo, llegó con un frasco de alabastro lleno de perfume. 38 Llorando, se puso junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas. Luego los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume. 39 El fariseo que había invitado a Jesús, al ver esto, pensó: «Si este hombre fuera de veras un profeta, se daría cuenta de qué clase de persona es ésta que lo está tocando: una mujer de mala vida.» 40 Entonces Jesús le dijo al fariseo:

—Simón, tengo algo que decirte.

El fariseo contestó:

—Dímelo, Maestro.

41 Jesús siguió:

—Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42 y como no le podían pagar, el prestamista les perdonó la deuda a los dos. Ahora dime, ¿cuál de ellos le amará más?

43 Simón le contestó:

—Me parece que el hombre a quien más le perdonó.

Jesús le dijo:

—Tienes razón.

44 Entonces, mirando a la mujer, Jesús dijo a Simón:

—¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; en cambio, esta mujer me ha bañado los pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45 No me saludaste con un beso, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46 No me pusiste ungüento en la cabeza, pero ella ha derramado perfume sobre mis pies. 47 Por esto te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; pero la persona a quien poco se le perdona, poco amor muestra.

48 Luego dijo a la mujer:

—Tus pecados te son perdonados.

49 Los otros invitados que estaban allí, comenzaron a preguntarse:

—¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?

50 Pero Jesús añadió, dirigiéndose a la mujer:

—Por tu fe has sido salvada; vete tranquila.

The Faith of the Centurion(A)

When Jesus had finished saying all this(B) to the people who were listening, he entered Capernaum. There a centurion’s servant, whom his master valued highly, was sick and about to die. The centurion heard of Jesus and sent some elders of the Jews to him, asking him to come and heal his servant. When they came to Jesus, they pleaded earnestly with him, “This man deserves to have you do this, because he loves our nation and has built our synagogue.” So Jesus went with them.

He was not far from the house when the centurion sent friends to say to him: “Lord, don’t trouble yourself, for I do not deserve to have you come under my roof. That is why I did not even consider myself worthy to come to you. But say the word, and my servant will be healed.(C) For I myself am a man under authority, with soldiers under me. I tell this one, ‘Go,’ and he goes; and that one, ‘Come,’ and he comes. I say to my servant, ‘Do this,’ and he does it.”

When Jesus heard this, he was amazed at him, and turning to the crowd following him, he said, “I tell you, I have not found such great faith even in Israel.” 10 Then the men who had been sent returned to the house and found the servant well.

Jesus Raises a Widow’s Son(D)

11 Soon afterward, Jesus went to a town called Nain, and his disciples and a large crowd went along with him. 12 As he approached the town gate, a dead person was being carried out—the only son of his mother, and she was a widow. And a large crowd from the town was with her. 13 When the Lord(E) saw her, his heart went out to her and he said, “Don’t cry.”

14 Then he went up and touched the bier they were carrying him on, and the bearers stood still. He said, “Young man, I say to you, get up!”(F) 15 The dead man sat up and began to talk, and Jesus gave him back to his mother.

16 They were all filled with awe(G) and praised God.(H) “A great prophet(I) has appeared among us,” they said. “God has come to help his people.”(J) 17 This news about Jesus spread throughout Judea and the surrounding country.(K)

Jesus and John the Baptist(L)

18 John’s(M) disciples(N) told him about all these things. Calling two of them, 19 he sent them to the Lord to ask, “Are you the one who is to come, or should we expect someone else?”

20 When the men came to Jesus, they said, “John the Baptist sent us to you to ask, ‘Are you the one who is to come, or should we expect someone else?’”

21 At that very time Jesus cured many who had diseases, sicknesses(O) and evil spirits, and gave sight to many who were blind. 22 So he replied to the messengers, “Go back and report to John what you have seen and heard: The blind receive sight, the lame walk, those who have leprosy[a] are cleansed, the deaf hear, the dead are raised, and the good news is proclaimed to the poor.(P) 23 Blessed is anyone who does not stumble on account of me.”

24 After John’s messengers left, Jesus began to speak to the crowd about John: “What did you go out into the wilderness to see? A reed swayed by the wind? 25 If not, what did you go out to see? A man dressed in fine clothes? No, those who wear expensive clothes and indulge in luxury are in palaces. 26 But what did you go out to see? A prophet?(Q) Yes, I tell you, and more than a prophet. 27 This is the one about whom it is written:

“‘I will send my messenger ahead of you,
    who will prepare your way before you.’[b](R)

28 I tell you, among those born of women there is no one greater than John; yet the one who is least in the kingdom of God(S) is greater than he.”

29 (All the people, even the tax collectors, when they heard Jesus’ words, acknowledged that God’s way was right, because they had been baptized by John.(T) 30 But the Pharisees and the experts in the law(U) rejected God’s purpose for themselves, because they had not been baptized by John.)

31 Jesus went on to say, “To what, then, can I compare the people of this generation? What are they like? 32 They are like children sitting in the marketplace and calling out to each other:

“‘We played the pipe for you,
    and you did not dance;
we sang a dirge,
    and you did not cry.’

33 For John the Baptist came neither eating bread nor drinking wine,(V) and you say, ‘He has a demon.’ 34 The Son of Man came eating and drinking, and you say, ‘Here is a glutton and a drunkard, a friend of tax collectors and sinners.’(W) 35 But wisdom is proved right by all her children.”

Jesus Anointed by a Sinful Woman(X)(Y)

36 When one of the Pharisees invited Jesus to have dinner with him, he went to the Pharisee’s house and reclined at the table. 37 A woman in that town who lived a sinful life learned that Jesus was eating at the Pharisee’s house, so she came there with an alabaster jar of perfume. 38 As she stood behind him at his feet weeping, she began to wet his feet with her tears. Then she wiped them with her hair, kissed them and poured perfume on them.

39 When the Pharisee who had invited him saw this, he said to himself, “If this man were a prophet,(Z) he would know who is touching him and what kind of woman she is—that she is a sinner.”

40 Jesus answered him, “Simon, I have something to tell you.”

“Tell me, teacher,” he said.

41 “Two people owed money to a certain moneylender. One owed him five hundred denarii,[c] and the other fifty. 42 Neither of them had the money to pay him back, so he forgave the debts of both. Now which of them will love him more?”

43 Simon replied, “I suppose the one who had the bigger debt forgiven.”

“You have judged correctly,” Jesus said.

44 Then he turned toward the woman and said to Simon, “Do you see this woman? I came into your house. You did not give me any water for my feet,(AA) but she wet my feet with her tears and wiped them with her hair. 45 You did not give me a kiss,(AB) but this woman, from the time I entered, has not stopped kissing my feet. 46 You did not put oil on my head,(AC) but she has poured perfume on my feet. 47 Therefore, I tell you, her many sins have been forgiven—as her great love has shown. But whoever has been forgiven little loves little.”

48 Then Jesus said to her, “Your sins are forgiven.”(AD)

49 The other guests began to say among themselves, “Who is this who even forgives sins?”

50 Jesus said to the woman, “Your faith has saved you;(AE) go in peace.”(AF)

Footnotes

  1. Luke 7:22 The Greek word traditionally translated leprosy was used for various diseases affecting the skin.
  2. Luke 7:27 Mal. 3:1
  3. Luke 7:41 A denarius was the usual daily wage of a day laborer (see Matt. 20:2).

Jesus Heals a Centurion’s Servant(A)

After Jesus[a] had finished saying all these things[b] to the people who were there listening, he went to Capernaum. There a centurion’s servant, whom he valued highly, was sick and about to die. When the centurion[c] heard about Jesus, he sent some Jewish elders to him to ask him to come and save his servant’s life. So they went to Jesus and begged him repeatedly, “He deserves to have this done for him, because he loves our people and built our synagogue for us.”

So Jesus went with them. He was not far from the house when the centurion sent friends to tell Jesus,[d] “Sir,[e] stop troubling yourself, because I’m not worthy to have you come under my roof. That’s why I didn’t presume to come to you. But just say the word, and let my servant be healed, because I, too, am a man under authority and have soldiers under me. I say to one ‘Go’ and he goes, to another ‘Come’ and he comes, and to my servant ‘Do this’ and he does it.”

When Jesus heard this, he was amazed at him. Turning to the crowd that was following him, he said, “I tell you, not even in Israel have I found this kind of faith!” 10 Then the men who had been sent returned to the house and found the servant in perfect health.

Jesus Raises a Widow’s Son

11 Soon afterwards, Jesus[f] went to a city called Nain. His disciples and a large crowd were going along with him. 12 As he approached the entrance to the city, a man who had died was being carried out. He was his mother’s only living[g] son, and she was a widow. A large crowd from the city was with her.

13 When the Lord saw her, he felt compassion for her. He told her, “You can stop crying.” 14 Then he went up and touched the bier, and the men who were carrying it stopped. He said, “Young man, I say to you, get up!” 15 The man who had been dead sat up and began to speak, and Jesus[h] gave him back to his mother.

16 Fear gripped everyone, and they began to praise God. “A great prophet has appeared among us,” they said, and “God has helped his people.” 17 This news about Jesus[i] spread throughout Judea and all the surrounding countryside.

John the Baptist Sends Messengers to Jesus(B)

18 John’s disciples told him about all these things. So John called two of his disciples 19 and sent them to the Lord to ask, “Are you the Coming One, or should we wait for someone else?”

20 When the men had come to Jesus,[j] they said, “John the Baptist has sent us to you to ask, ‘Are you the Coming One, or should we wait for someone else?’”

21 At that time Jesus[k] had healed many people of diseases, plagues, and evil spirits, and had given sight to many who were blind. 22 So he answered them, “Go and tell John what you have observed and heard: the blind see, the lame walk, lepers are cleansed, the deaf hear again, the dead are raised, and the destitute hear the good news. 23 How blessed is anyone who is not offended by me!”

24 When John’s messengers had gone, Jesus[l] began to ask the crowds about John. “What did you go out into the wilderness to see? A reed shaken by the wind? 25 Really, what did you go out to see? A man dressed in fancy clothes? Look! Those who wear fine clothes and live in luxury are in royal palaces. 26 Really, what did you go out to see? A prophet? Yes, I tell you, and even more than a prophet! 27 This is the man about whom it is written,

‘See, I am sending my messenger ahead of you,
    who will prepare your way before you.’[m]

28 I tell you, no one has ever been born who is[n] greater than John. Yet even the least important person in the kingdom of God is greater than he.”

29 By having been baptized with John’s baptism, all the people who listened, including the tax collectors, acknowledged God’s justice.[o] 30 But the Pharisees and the experts in the Law rejected God’s plan for themselves[p] by refusing to be baptized by John.[q]

31 Jesus continued,[r] “To what may I compare the people living today?[s] 32 They’re like little children who sit in the marketplace and shout to each other,

‘A wedding song we played for you,
    the dance you all did scorn.
A woeful dirge we chanted, too,
    but then you would not mourn.’

33 Because John the Baptist has come neither eating bread nor drinking wine, yet you say, ‘He has a demon!’ 34 The Son of Man has come eating and drinking, and you say, ‘Look! He’s[t] a glutton and a drunk, a friend of tax collectors and sinners!’ 35 Wisdom is vindicated by all[u] her children.”

Jesus Forgives a Sinful Woman

36 Now one of the Pharisees invited Jesus[v] to eat with him. So he went to the Pharisee’s home and took his place at the table. 37 There was a woman who was a notorious[w] sinner in that city. When she learned that Jesus[x] was eating at the Pharisee’s home, she took an alabaster jar of perfume 38 and knelt at his feet behind him. She was crying and began to wash his feet with her tears and dry them with her hair.[y] Then she kissed his feet over and over again, anointing them constantly with the perfume.

39 Now the Pharisee who had invited Jesus[z] saw this and told himself, “If this man were a prophet, he would have known who is touching him and what kind of woman she is. She’s a sinner!”

40 Jesus told him, “Simon, I have something to ask you.”

“Teacher,” he replied, “ask it.”

41 “Two men were in debt to a moneylender. One owed him 500 denarii,[aa] and the other 50. 42 When they couldn’t pay it back, he generously canceled the debts for both of them. Now which of them will love him more?”

43 Simon answered, “I suppose the one who had the larger debt canceled.”

Jesus[ab] told him, “You have answered correctly.”

44 Then, turning to the woman, he told Simon, “Do you see this woman? I came into your house. You didn’t give me any water for my feet, but this woman has washed my feet with her tears and dried them with her hair. 45 You didn’t give me a kiss,[ac] but this woman, from the moment I came in, has not stopped kissing my feet. 46 You didn’t anoint my head with oil, but this woman has anointed my feet with perfume. 47 So I’m telling you that her sins, as many as they are, have been forgiven, and that’s why she has shown such great love. But the one to whom little is forgiven loves little.”

48 Then Jesus[ad] told her, “Your sins are forgiven!”

49 Those who were at the table with them began to say among themselves, “Who is this man who even forgives sins?”

50 But Jesus[ae] told the woman, “Your faith has saved you. Go in peace.”

Footnotes

  1. Luke 7:1 Lit. he
  2. Luke 7:1 Lit. finished all his sayings
  3. Luke 7:3 Lit. he
  4. Luke 7:6 Lit. him
  5. Luke 7:6 Or Lord
  6. Luke 7:11 Lit. he
  7. Luke 7:12 Lit. uniquely existing; cf. John 3:16; Luke 8:42, 9:38
  8. Luke 7:15 Lit. he
  9. Luke 7:17 Lit. him
  10. Luke 7:20 Lit. him
  11. Luke 7:21 Lit. he
  12. Luke 7:24 Lit. he
  13. Luke 7:27 Cf. Mal 3:1; Exod 23:20
  14. Luke 7:28 Lit. one among those born of women have been
  15. Luke 7:29 Or judgment
  16. Luke 7:30 Or God’s decision in their case
  17. Luke 7:30 Lit. him
  18. Luke 7:31 The Gk. lacks Jesus continued
  19. Luke 7:31 Lit. people of this generation
  20. Luke 7:34 The Gk. lacks He’s
  21. Luke 7:35 Other mss. lack all
  22. Luke 7:36 Lit. him
  23. Luke 7:37 The Gk. lacks notorious
  24. Luke 7:37 Lit. he
  25. Luke 7:38 Lit. the hair of her head
  26. Luke 7:39 Lit. him
  27. Luke 7:41 A denarius was the usual day’s wage for a laborer.
  28. Luke 7:43 Lit. He
  29. Luke 7:45 People customarily greeted their friends with a kiss.
  30. Luke 7:48 Lit. he
  31. Luke 7:50 Lit. he