Add parallel Print Page Options

Y ACONTECIO, que estando él junto al lago de Genezaret, las gentes se agolpaban sobre él para oir la palabra de Dios.

Y vió dos barcos que estaban cerca de la orilla del lago: y los pescadores, habiendo descendido de ellos, lavaban sus redes.

Y entrado en uno de estos barcos, el cual era de Simón, le rogó que lo desviase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el barco á las gentes.

Y como cesó de hablar, dijo á Simón: Tira á alta mar, y echad vuestras redes para pescar.

Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado; mas en tu palabra echaré la red.

Y habiéndolo hecho, encerraron gran multitud de pescado, que su red se rompía.

E hicieron señas á los compañeros que estaban en el otro barco, que viniesen á ayudarles; y vinieron, y llenaron ambos barcos, de tal manera que se anegaban.

Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó de rodillas á Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

Porque temor le había rodeado, y á todos los que estaban con él, de la presa de los peces que habían tomado;

10 Y asimismo á Jacobo y á Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo á Simón: No temas: desde ahora pescarás hombres.

11 Y como llegaron á tierra los barcos, dejándolo todo, le siguieron.

12 Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual viendo á Jesús, postrándose sobre el rostro, le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

13 Entonces, extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero: sé limpio. Y luego la lepra se fué de él.

14 Y él le mandó que no lo dijese á nadie: Mas ve, díjole, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para testimonio á ellos.

15 Empero tanto más se extendía su fama: y se juntaban muchas gentes á oir y ser sanadas de sus enfermedades.

16 Mas él se apartaba á los desiertos, y oraba.

17 Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y los Fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalem: y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos.

18 Y he aquí unos hombres, que traían sobre un lecho un hombre que estaba paralítico; y buscaban meterle, y ponerle delante de él.

19 Y no hallando por donde meterle á causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho en medio, delante de Jesús;

20 El cual, viendo la fe de ellos, le dice: Hombre, tus pecados te son perdonados.

21 Entonces los escribas y los Fariseos comenzaron á pensar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?

22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué pensáis en vuestros corazones?

23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, ó decir: Levántate y anda?

24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al paralítico): A ti digo, levántate, toma tu lecho, y vete á tu casa.

25 Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando aquel en que estaba echado, se fué á su casa, glorificando á Dios.

26 Y tomó espanto á todos, y glorificaban á Dios; y fueron llenos del temor, diciendo: Hemos visto maravillas hoy.

27 Y después de estas cosas salió, y vió á un publicano llamado Leví, sentado al banco de los públicos tributos, y le dijo: Sígueme.

28 Y dejadas todas las cosas, levantándose, le siguió.

29 E hizo Leví gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros, los cuales estaban á la mesa con ellos.

30 Y los escribas y los Fariseos murmuraban contra sus discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?

31 Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos.

32 No he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento.

33 Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los Fariseos, y tus discípulos comen y beben?

34 Y él les dijo: ¿Podéis hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos?

35 Empero vendrán días cuando el esposo les será quitado: entonces ayunarán en aquellos días.

36 Y les decía también una parábola: Nadie mete remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera el nuevo rompe, y al viejo no conviene remiendo nuevo.

37 Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos; de otra manera el vino nuevo romperá los cueros, y el vino se derramará, y los cueros se perderán.

38 Mas el vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conserva.

39 Y ninguno que bebiere del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor.

La pesca abundante(A)

En una ocasión, estando Jesús a orillas del Lago de Genesaret, se sentía apretujado por la multitud que quería oír el mensaje de Dios. Jesús vio dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:

—Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar.

Simón le contestó:

—Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, ya que tú lo mandas, voy a echar las redes.

Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo:

—¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!

Es que Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. 10 También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón:

—No tengas miedo; desde ahora vas a pescar hombres.

11 Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.

Jesús sana a un leproso(B)

12 Un día, estando Jesús en un pueblo, llegó un hombre enfermo de lepra; al ver a Jesús, se inclinó hasta el suelo y le rogó:

—Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.

13 Jesús lo tocó con la mano, diciendo:

—Quiero. ¡Queda limpio!

Al momento se le quitó la lepra al enfermo, 14 y Jesús le ordenó:

—No se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que conste ante los sacerdotes.

15 Sin embargo, la fama de Jesús aumentaba cada vez más, y mucha gente se juntaba para oírlo y para que curara sus enfermedades. 16 Pero Jesús se retiraba a orar a lugares donde no había nadie.

Jesús perdona y sana a un paralítico(C)

17 Un día en que Jesús estaba enseñando, se habían sentado por allí algunos fariseos y maestros de la ley venidos de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor se mostraba en Jesús sanando a los enfermos. 18 Entonces llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a uno que estaba paralítico. Querían llevarlo adentro de la casa y ponerlo delante de Jesús, 19 pero no encontraban por dónde meterlo, porque había mucha gente; así que subieron al techo y, abriendo un hueco entre las tejas, bajaron al enfermo en la camilla, allí en medio de todos, delante de Jesús. 20 Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al enfermo:

—Amigo, tus pecados quedan perdonados.

21 Entonces los maestros de la ley y los fariseos comenzaron a pensar: «¿Quién es éste que se atreve a decir palabras ofensivas contra Dios? Sólo Dios puede perdonar pecados.»

22 Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les preguntó:

—¿Por qué piensan ustedes así? 23 ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? 24 Pues voy a demostrarles que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.

Entonces le dijo al paralítico:

—A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

25 Al momento, el paralítico se levantó delante de todos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa alabando a Dios. 26 Todos se quedaron admirados y alabaron a Dios, y llenos de miedo dijeron:

—Hoy hemos visto cosas maravillosas.

Jesús llama a Leví(D)

27 Después de esto, Jesús salió y se fijó en uno de los que cobraban impuestos para Roma. Se llamaba Leví, y estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos. Jesús le dijo:

—Sígueme.

28 Entonces Leví se levantó, y dejándolo todo siguió a Jesús.

29 Más tarde, Leví hizo en su casa una gran fiesta en honor de Jesús; y muchos de los que cobraban impuestos para Roma, junto con otras personas, estaban sentados con ellos a la mesa. 30 Pero los fariseos y los maestros de la ley del mismo partido comenzaron a criticar a los discípulos de Jesús. Les dijeron:

—¿Por qué comen y beben ustedes con cobradores de impuestos y pecadores?

31 Jesús les contestó:

—Los que están buenos y sanos no necesitan médico, sino los enfermos. 32 Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se vuelvan a Dios.

La pregunta sobre el ayuno(E)

33 Le dijeron a Jesús:

—Los seguidores de Juan y de los fariseos ayunan mucho y hacen muchas oraciones, pero tus discípulos siempre comen y beben.

34 Jesús les contestó:

—¿Acaso pueden ustedes hacer ayunar a los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos? 35 Pero llegará el momento en que se lleven al novio; cuando llegue ese día, entonces sí ayunarán.

36 También les puso esta comparación:

—Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. Si lo hace así, echa a perder el vestido nuevo; además, el pedazo nuevo no quedará bien con el vestido viejo. 37 Ni tampoco se echa vino nuevo en cueros viejos, porque el vino nuevo hace que se revienten los cueros, y tanto el vino como los cueros se pierden. 38 Por eso hay que echar el vino nuevo en cueros nuevos. 39 Y nadie que toma el vino añejo quiere después el nuevo, porque dice: “El añejo es más sabroso.”

Jesus Calls His First Disciples(A)

One day as Jesus was standing by the Lake of Gennesaret,[a] the people were crowding around him and listening to the word of God.(B) He saw at the water’s edge two boats, left there by the fishermen, who were washing their nets. He got into one of the boats, the one belonging to Simon, and asked him to put out a little from shore. Then he sat down and taught the people from the boat.(C)

When he had finished speaking, he said to Simon, “Put out into deep water, and let down the nets for a catch.”(D)

Simon answered, “Master,(E) we’ve worked hard all night and haven’t caught anything.(F) But because you say so, I will let down the nets.”

When they had done so, they caught such a large number of fish that their nets began to break.(G) So they signaled their partners in the other boat to come and help them, and they came and filled both boats so full that they began to sink.

When Simon Peter saw this, he fell at Jesus’ knees and said, “Go away from me, Lord; I am a sinful man!”(H) For he and all his companions were astonished at the catch of fish they had taken, 10 and so were James and John, the sons of Zebedee, Simon’s partners.

Then Jesus said to Simon, “Don’t be afraid;(I) from now on you will fish for people.” 11 So they pulled their boats up on shore, left everything and followed him.(J)

Jesus Heals a Man With Leprosy(K)

12 While Jesus was in one of the towns, a man came along who was covered with leprosy.[b](L) When he saw Jesus, he fell with his face to the ground and begged him, “Lord, if you are willing, you can make me clean.”

13 Jesus reached out his hand and touched the man. “I am willing,” he said. “Be clean!” And immediately the leprosy left him.

14 Then Jesus ordered him, “Don’t tell anyone,(M) but go, show yourself to the priest and offer the sacrifices that Moses commanded(N) for your cleansing, as a testimony to them.”

15 Yet the news about him spread all the more,(O) so that crowds of people came to hear him and to be healed of their sicknesses. 16 But Jesus often withdrew to lonely places and prayed.(P)

Jesus Forgives and Heals a Paralyzed Man(Q)

17 One day Jesus was teaching, and Pharisees and teachers of the law(R) were sitting there. They had come from every village of Galilee and from Judea and Jerusalem. And the power of the Lord was with Jesus to heal the sick.(S) 18 Some men came carrying a paralyzed man on a mat and tried to take him into the house to lay him before Jesus. 19 When they could not find a way to do this because of the crowd, they went up on the roof and lowered him on his mat through the tiles into the middle of the crowd, right in front of Jesus.

20 When Jesus saw their faith, he said, “Friend, your sins are forgiven.”(T)

21 The Pharisees and the teachers of the law began thinking to themselves, “Who is this fellow who speaks blasphemy? Who can forgive sins but God alone?”(U)

22 Jesus knew what they were thinking and asked, “Why are you thinking these things in your hearts? 23 Which is easier: to say, ‘Your sins are forgiven,’ or to say, ‘Get up and walk’? 24 But I want you to know that the Son of Man(V) has authority on earth to forgive sins.” So he said to the paralyzed man, “I tell you, get up, take your mat and go home.” 25 Immediately he stood up in front of them, took what he had been lying on and went home praising God. 26 Everyone was amazed and gave praise to God.(W) They were filled with awe and said, “We have seen remarkable things today.”

Jesus Calls Levi and Eats With Sinners(X)

27 After this, Jesus went out and saw a tax collector by the name of Levi sitting at his tax booth. “Follow me,”(Y) Jesus said to him, 28 and Levi got up, left everything and followed him.(Z)

29 Then Levi held a great banquet for Jesus at his house, and a large crowd of tax collectors(AA) and others were eating with them. 30 But the Pharisees and the teachers of the law who belonged to their sect(AB) complained to his disciples, “Why do you eat and drink with tax collectors and sinners?”(AC)

31 Jesus answered them, “It is not the healthy who need a doctor, but the sick. 32 I have not come to call the righteous, but sinners to repentance.”(AD)

Jesus Questioned About Fasting(AE)

33 They said to him, “John’s disciples(AF) often fast and pray, and so do the disciples of the Pharisees, but yours go on eating and drinking.”

34 Jesus answered, “Can you make the friends of the bridegroom(AG) fast while he is with them? 35 But the time will come when the bridegroom will be taken from them;(AH) in those days they will fast.”

36 He told them this parable: “No one tears a piece out of a new garment to patch an old one. Otherwise, they will have torn the new garment, and the patch from the new will not match the old. 37 And no one pours new wine into old wineskins. Otherwise, the new wine will burst the skins; the wine will run out and the wineskins will be ruined. 38 No, new wine must be poured into new wineskins. 39 And no one after drinking old wine wants the new, for they say, ‘The old is better.’”

Footnotes

  1. Luke 5:1 That is, the Sea of Galilee
  2. Luke 5:12 The Greek word traditionally translated leprosy was used for various diseases affecting the skin.

Llamada a los primeros discípulos (Mt 4,18-22; Mc 1,16-20)

En cierta ocasión estaba Jesús a orillas del lago de Genesaret y la gente se apiñaba a su alrededor deseosa de escuchar la palabra de Dios. Atracadas a la orilla, Jesús vio dos barcas. Los pescadores habían descendido de ellas y estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, rogó a su dueño, Simón, que la apartara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí estuvo enseñando a la gente. Cuando acabó su discurso, dijo a Simón:

— Rema lago adentro y echad las redes para pescar.

Simón le contestó:

— Maestro, hemos pasado toda la noche trabajando y no hemos pescado nada; pero, puesto que tú lo dices, echaré las redes.

Así lo hicieron; y recogieron tal cantidad de pescado que las redes estaban a punto de romperse. Entonces avisaron por señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Llegaron ellos y llenaron las dos barcas, hasta el punto que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo:

— Señor, apártate de mí, que soy un pecador.

Y es que el temor los había invadido a él y a todos sus compañeros a la vista de la gran redada de peces que habían capturado. 10 Lo mismo les ocurría a Santiago y a Juan, los hijos de Zebedeo, que acompañaban a Simón en la pesca. Pero Jesús dijo a Simón:

— No tengas miedo. Desde ahora serás pescador de hombres.

11 Y después de sacar las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.

Curación de un leproso (Mt 8,1-4; Mc 1,40-45)

12 En uno de los pueblos por donde pasaba Jesús, había un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró rostro en tierra y le dijo:

— Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.

13 Jesús extendió su mano y lo tocó, diciendo:

— Quiero, queda limpio.

Y al instante le desapareció la lepra. 14 Jesús le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió:

— Ve, muéstrate al sacerdote y presenta por tu curación la ofrenda prescrita por Moisés. Así todos tendrán evidencia de tu curación.

15 La fama de Jesús se extendía cada vez más, y eran muchos los que acudían a escucharlo y a que los curase de sus enfermedades. 16 Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar.

Curación de un paralítico (Mt 9,2-8; Mc 2,1-12)

17 Un día estaba Jesús enseñando. Cerca de él se habían sentado algunos fariseos y doctores de la ley llegados de todas las aldeas de Galilea y de Judea, y también de Jerusalén. Y el poder del Señor se manifestaba en las curaciones que hacía. 18 En esto llegaron unos hombres que traían a un paralítico en una camilla y que andaban buscando cómo entrar en la casa para ponerlo delante de Jesús. 19 No encontrando el modo de introducirlo a causa del gentío, subieron a la terraza y, a través de un hueco que abrieron en el techo, bajaron al paralítico en su camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús. 20 Al ver la fe de quienes lo llevaban, Jesús dijo al enfermo:

— Amigo, tus pecados quedan perdonados.

21 Los maestros de la ley y los fariseos se pusieron a pensar: “¿Quién es este, que blasfema de tal manera? ¡Solamente Dios puede perdonar pecados!”. 22 Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando y les preguntó:

23 — ¿Por qué estáis pensando así? ¿Qué es más fácil? ¿Decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? 24 Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene autoridad en este mundo para perdonar pecados.

Se volvió al paralítico y le dijo:

— A ti te hablo: levántate, recoge tu camilla y márchate a casa.

25 Él se levantó al instante delante de todos, recogió la camilla donde estaba acostado y se fue a su casa alabando a Dios. 26 Todos los presentes quedaron atónitos y comenzaron a alabar a Dios. Sobrecogidos de temor, decían:

— ¡Hoy hemos visto cosas increíbles!

Jesús llama a Leví (Mt 9,9-13; Mc 2,13-17)

27 Después de esto, Jesús salió de allí y vio a un recaudador de impuestos llamado Leví, que estaba sentado en su despacho de recaudación de impuestos. Le dijo:

— Sígueme.

28 Leví se levantó y, dejándolo todo, lo siguió. 29 Más tarde, Leví hizo en su casa una gran fiesta en honor de Jesús, y juntamente con ellos se sentaron a la mesa una multitud de recaudadores de impuestos y de otras personas. 30 Los fariseos y sus maestros de la ley se pusieron a murmurar y preguntaron a los discípulos de Jesús:

— ¿Cómo es que vosotros os juntáis a comer y beber con recaudadores de impuestos y gente de mala reputación?

31 Jesús les contestó:

— No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. 32 Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores, para que se conviertan.

El ayuno, el remiendo y los odres (Mt 9,14-17; Mc 2,18-22)

33 Entonces dijeron a Jesús:

— Los discípulos de Juan ayunan a menudo y se dedican a la oración, y lo mismo hacen los de los fariseos. ¡En cambio, los tuyos comen y beben!

34 Jesús les contestó:

— ¿Haríais vosotros ayunar a los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? 35 Ya llegará el momento en que les faltará el novio; entonces ayunarán.

36 Además les puso este ejemplo:

— Nadie corta un trozo de tela a un vestido nuevo para remendar uno viejo. De hacerlo así, se estropearía el nuevo y al viejo no le quedaría bien la pieza del nuevo. 37 Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos, pues el vino nuevo rompe los odres, de modo que el vino se derrama y los odres se pierden. 38 El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos 39 Y nadie que haya bebido vino añejo querrá beber después vino nuevo, porque dirá que el añejo es mejor.