Lucas 23:33-49
Reina-Valera 1995
33 Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. 34 Jesús decía:
—Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. 35 El pueblo estaba mirando, y aun los gobernantes se burlaban de él diciendo:
—A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios.
36 Los soldados también se burlaban de él, y se acercaban ofreciéndole vinagre 37 y diciendo:
—Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38 Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: «Éste es el Rey de los judíos».
39 Uno de los malhechores que estaban colgados lo insultaba diciendo:
—Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40 Respondiendo el otro, lo reprendió, diciendo:
—¿Ni siquiera estando en la misma condenación temes tú a Dios? 41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; pero éste ningún mal hizo. 42 Y dijo a Jesús:
—Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino.
43 Entonces Jesús le dijo:
—De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 45 El sol se oscureció y el velo del Templo se rasgó por la mitad. 46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo:
—Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Habiendo dicho esto, expiró.
47 Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios diciendo:
—Verdaderamente este hombre era justo.
48 Toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. 49 Pero todos sus conocidos, y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, estaban mirando estas cosas de lejos.
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