Lucas 11
Nueva Versión Internacional
Jesús enseña sobre la oración(A)(B)
11 Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, dijo uno de sus discípulos:
—Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.
2 Él les dijo:
—Cuando oren, digan:
»“Padre,[a]
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.[b]
3 Danos cada día nuestro pan cotidiano.[c]
4 Perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden.[d]
Y no nos dejes caer en tentación”.[e]
5 »Supongamos —continuó— que uno de ustedes tiene un amigo y a medianoche va y le dice: “Amigo, préstame tres panes, 6 pues se me ha presentado un amigo recién llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle”. 7 Y el que está adentro le contesta: “No me molestes. Ya está cerrada la puerta y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada”. 8 Les digo que, aunque no se levante a darle pan por ser amigo suyo, sí se levantará por su impertinencia y le dará cuanto necesite.
9 »Así que yo digo: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. 10 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama, se le abre.
11 »¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo pide[f] un pescado, le dará en cambio una serpiente? 12 ¿O si pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!
Jesús y Beelzebú(C)(D)
14 En otra ocasión Jesús expulsaba de un hombre a un demonio que lo había dejado mudo. Cuando salió el demonio, el mudo habló y la gente quedó asombrada. 15 Pero algunos dijeron: «Este expulsa a los demonios por medio de Beelzebú, príncipe de los demonios». 16 Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo.
17 Como él conocía sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y una casa dividida contra sí misma se derrumbará.[g] 18 Por tanto, si Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo puede mantenerse en pie su reino? Lo pregunto porque ustedes dicen que yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú. 19 Ahora bien, si yo expulso a los demonios por medio de Beelzebú, ¿los seguidores de ustedes por medio de quién los expulsan? Por eso ellos mismos los juzgarán a ustedes. 20 Pero si expulso a los demonios con el poderoso dedo de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes.
21 »Cuando un hombre fuerte y bien armado cuida su hacienda, sus bienes están seguros. 22 Pero si lo ataca otro más fuerte que él y lo vence, le quita las armas en que confiaba y reparte el botín.
23 »El que no está de mi parte está contra mí; y el que conmigo no recoge esparce.
24 »Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va por lugares áridos buscando descanso sin encontrarlo. Entonces dice: “Volveré a mi casa, de donde salí”. 25 Cuando llega, la encuentra barrida y arreglada. 26 Luego va y trae a otros siete espíritus más malvados que él y entran a vivir allí. Así que el estado final de aquella persona resulta peor que el inicial».
27 Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer de entre la multitud exclamó:
—¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te amamantó![h]
28 —Dichosos más bien —contestó Jesús— los que oyen la palabra de Dios y la obedecen.
La señal de Jonás(E)
29 Como crecía la multitud, Jesús se puso a decirles: «¡Esta es una generación malvada! Pide una señal milagrosa, pero no se le dará más señal que la de Jonás. 30 Así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, también lo será el Hijo del hombre para esta generación. 31 La reina del Sur se levantará en el día del juicio y condenará a esta generación; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí tienen ustedes a uno más importante que Salomón. 32 Los habitantes de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron al escuchar la predicación de Jonás y aquí tienen ustedes a uno más importante que Jonás.
La lámpara del cuerpo(F)
33 »Nadie enciende una lámpara para luego ponerla en un lugar escondido o cubrirla con una vasija, sino para ponerla en un candelero, a fin de que los que entren tengan luz. 34 Tus ojos son la lámpara de tu cuerpo. Si tus ojos son buenos, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si son malos, todo tu ser estará en la oscuridad.[i] 35 Asegúrate de que la luz que crees tener no sea oscuridad. 36 Por tanto, si todo tu ser disfruta de la luz, sin que ninguna parte quede en la oscuridad, estarás completamente iluminado, como cuando una lámpara te alumbra con su luz».
Jesús denuncia a los fariseos y a los expertos en la Ley
37 Cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer con él; así que entró en la casa y se sentó a la mesa. 38 Pero el fariseo se sorprendió al ver que Jesús no había cumplido con el rito de lavarse antes de comer.
39 —Resulta que ustedes los fariseos —les dijo el Señor— limpian el vaso y el plato por fuera, pero por dentro están llenos de robo y de maldad. 40 ¡Necios! ¿Acaso el que hizo lo de afuera no hizo también lo de adentro? 41 Den más bien a los pobres de lo que está dentro,[j] y así todo quedará limpio para ustedes.
42 »¡Ay de ustedes, fariseos!, que dan la décima parte de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, pero descuidan la justicia y el amor de Dios. Debían haber practicado esto, sin dejar de hacer aquello.
43 »¡Ay de ustedes, fariseos!, que se mueren por los primeros asientos en las sinagogas y los saludos en las plazas.
44 »¡Ay de ustedes!, que son como tumbas sin lápida, sobre las que anda la gente sin darse cuenta».
45 Uno de los expertos en la Ley le respondió:
—Maestro, al hablar así nos insultas también a nosotros.
46 Contestó Jesús:
—¡Ay de ustedes también, expertos en la Ley! Abruman a los demás con cargas que apenas se pueden soportar, pero ustedes mismos no mueven ni un dedo para levantarlas.
47 »¡Ay de ustedes!, que construyen monumentos para los profetas, a quienes mataron sus antepasados. 48 En realidad[k] aprueban lo que hicieron sus antepasados; ellos mataron a los profetas y ustedes construyen los sepulcros. 49 Por eso dijo Dios en su sabiduría: “Les enviaré profetas y apóstoles, de los cuales matarán a unos y perseguirán a otros”. 50 Por lo tanto, a esta generación se le pedirá cuentas de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que murió entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que de todo esto se le pedirá cuentas a esta generación.
52 »¡Ay de ustedes, expertos en la Ley!, porque se han adueñado de la llave del conocimiento. Ustedes mismos no han entrado, y a los que intentan hacerlo, les han cerrado el paso».
53 Cuando Jesús salió de allí, los maestros de la Ley y los fariseos, resentidos, se pusieron a acosarlo con preguntas. 54 Estaban tendiéndole trampas para ver si fallaba en algo.
Footnotes
- 11:2 Padre. Var. Padre nuestro que estás en el cielo (véase Mt 6:9).
- 11:2 reino. Var. reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo (véase Mt 6:10).
- 11:3 nuestro pan cotidiano. Alt. el pan que necesitamos.
- 11:4 nos ofenden. Lit. nos deben.
- 11:4 tentación. Var. tentación, sino líbranos del maligno (véase Mt 6:13).
- 11:11 pide. Var. pide pan, le dará una piedra; o si pide.
- 11:17 y una casa … derrumbará. Alt. y sus casas se derrumbarán unas sobre otras.
- 11:27 ¡Dichosa … amamantó! Lit. ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!
- 11:34 Si tus ojos … oscuridad. Lit. Cuando tu ojo es bueno, todo tu cuerpo está iluminado; pero cuando es malo, también tu cuerpo está oscuro.
- 11:41 lo que está dentro. Alt. lo que tienen.
- 11:48 En realidad. Lit. Así que ustedes son testigos y.
Lucas 15:1-20:5
Nueva Versión Internacional
Parábola de la oveja perdida(A)
15 Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, 2 de modo que los fariseos y los maestros de la Ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».
3 Él entonces contó esta parábola: 4 «Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, lleno de alegría, la carga en los hombros 6 y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido”. 7 Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
Parábola de la moneda perdida
8 »O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata[a] y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? 9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido”. 10 Les digo que así mismo se alegran los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
Parábola del hijo perdido
11 »Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. 12 El menor de ellos dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia”. Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. 13 Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia.
14 »Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región y él comenzó a pasar necesidad. 15 Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17 Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra y yo aquí me muero de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”. 20 Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.
»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”.[b] 22 Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. 24 Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ha sido hallado”. Así que empezaron a hacer fiesta.
25 »Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó que había música y danza. 26 Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27 “Tu hermano ha llegado —le respondió—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque lo ha recobrado sano y salvo”. 28 Indignado, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera. 29 Pero él contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30 ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”.
31 »“Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo. 32 Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”».
Parábola del administrador astuto
16 Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. 2 Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto”. 3 El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi amo está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar y me da vergüenza pedir limosna. 4 Tengo que asegurarme de que, cuando me echen de la administración, haya gente que me reciba en su casa. ¡Ya sé lo que voy a hacer!”.
5 »Llamó entonces a cada uno de los que debían algo a su amo. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi amo?”. 6 “Cien barriles[c] de aceite”, contestó él. El administrador le dijo: “Toma tu factura, siéntate enseguida y escribe cincuenta”. 7 Luego preguntó al segundo: “Y tú, ¿cuánto debes?”. “Cien bultos[d] de trigo”, contestó. El administrador le dijo: “Toma tu factura y escribe ochenta”.
8 »Pues bien, el amo elogió al administrador deshonesto[e] por haber actuado con astucia. Es que los de este mundo, en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz. 9 Por eso les digo que se valgan de las riquezas deshonestas para ganar amigos,[f] a fin de que cuando estas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas.
10 »El que es fiel[g] en lo poco también lo será en lo mucho; y el que no es honrado[h] en lo poco tampoco lo será en lo mucho. 11 Por eso, si ustedes no han sido fieles en el uso de las riquezas deshonestas,[i] ¿quién les confiará las verdaderas? 12 Y, si con lo ajeno no han sido fieles, ¿quién les dará a ustedes lo que les pertenece?
13 »Ningún sirviente puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas».
14 Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús. 15 Él les dijo: «Ustedes se justifican ante la gente, pero Dios conoce sus corazones. Dense cuenta de que aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.
Otras enseñanzas
16 »La Ley y los Profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas noticias del reino de Dios y todos se esfuerzan por entrar en él.[j] 17 Es más fácil que desaparezcan el cielo y la tierra que caiga una sola tilde de la Ley.
18 »Todo el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio; y el que se casa con la divorciada comete adulterio.
El rico y Lázaro
19 »Había un hombre rico que se vestía con púrpura y lino fino, y daba espléndidos banquetes todos los días. 20 A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21 y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas.
22 »Resulta que murió el mendigo y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico y lo sepultaron. 23 En los dominios de la muerte,[k] en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham y a Lázaro junto a él. 24 Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego”. 25 Pero Abraham contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir mucho. 26 Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá”.
27 »Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28 para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento”. 29 Pero Abraham contestó: “Ya tienen a Moisés y a los Profetas; ¡que les hagan caso a ellos!”. 30 “No les harán caso, padre Abraham —respondió el rico—; en cambio, si se les presentara uno de entre los muertos, entonces sí se arrepentirían”. 31 Abraham le dijo: “Si no hacen caso a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos”».
El pecado, la fe y el deber
17 Luego dijo Jesús a sus discípulos:
—Los tropiezos son inevitables, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! 2 Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino atada al cuello que servir de tropiezo a uno solo de estos pequeños. 3 Así que, ¡cuídense!
»Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. 4 Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte que se arrepiente, perdónalo.
5 Entonces los apóstoles dijeron al Señor:
—¡Aumenta nuestra fe!
6 —Si ustedes tuvieran una fe tan pequeña como una semilla de mostaza —respondió el Señor—, podrían decirle a este árbol sicómoro: “Arráncate de aquí y plántate en el mar” y les obedecería.
7 »Supongamos que uno de ustedes tiene un siervo que ha estado arando el campo o cuidando las ovejas. Cuando el siervo regresa del campo, ¿acaso le diría “ven enseguida a sentarte a la mesa”? 8 ¿No le diría más bien “prepárame la comida y cámbiate de ropa para atenderme mientras yo ceno; después tú podrás cenar”? 9 ¿Acaso le daría las gracias al siervo por haber hecho lo que se le mandó? 10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, deben decir: “Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.
Jesús sana a diez enfermos de la piel
11 Un día, siguiendo su viaje a Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. 12 Cuando estaba por entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres que tenían enferma la piel. Como se habían quedado a cierta distancia, 13 gritaron:
—¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!
14 Al verlos, les dijo:
—Vayan a presentarse a los sacerdotes.
Resultó que, mientras iban de camino, quedaron limpios.
15 Uno de ellos, al verse ya sano, regresó alabando a Dios a grandes voces. 16 Cayó rostro en tierra a los pies de Jesús y le dio las gracias, no obstante que era samaritano.
17 —¿Acaso no quedaron limpios los diez? —preguntó Jesús—. ¿Dónde están los otros nueve? 18 ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? 19 Levántate y vete —dijo al hombre—; tu fe te ha sanado.
La venida del reino de Dios(B)
20 Los fariseos preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios y él les respondió:
—La venida del reino de Dios no es algo que se pueda observar. 21 No van a decir: “¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!”. Dense cuenta de que el reino de Dios está entre[l] ustedes.
22 A sus discípulos les dijo:
—Llegará el tiempo en que ustedes anhelarán vivir siquiera uno de los días del Hijo del hombre, pero no podrán. 23 Les dirán: “¡Mírenlo allá! ¡Mírenlo acá!”. No vayan; no los sigan. 24 Porque en su día[m] el Hijo del hombre será como el relámpago que destella e ilumina el cielo de un extremo al otro. 25 Pero antes él tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por esta generación.
26 »Tal como sucedió en tiempos de Noé, así también será cuando venga el Hijo del hombre. 27 Comían, bebían, se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y los destruyó a todos.
28 »Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y edificaban. 29 Pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y acabó con todos.
30 »Así será el día en que se manifieste el Hijo del hombre. 31 En aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a buscarlas. Así mismo el que esté en el campo, que no regrese por lo que haya dejado atrás. 32 ¡Acuérdense de la esposa de Lot! 33 El que procure conservar su vida la perderá; y el que la pierda la conservará. 34 Les digo que en aquella noche estarán dos personas en una misma cama: una será llevada y la otra será dejada. 35 Dos mujeres estarán moliendo juntas: una será llevada y la otra será dejada». 36 [n]
37 —¿Dónde, Señor? —preguntaron.
—Donde esté el cadáver, allí se reunirán los buitres —respondió él.
Parábola de la viuda insistente
18 Jesús contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse. 2 Les dijo: «Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie. 3 En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: “Hágame usted justicia contra mi adversario”. 4 Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie, 5 como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible”».
6 Continuó el Señor: «Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? 8 Les digo que sí les hará justicia y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?».
Parábola del fariseo y del recaudador de impuestos
9 A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y que despreciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola: 10 «Dos hombres subieron al Templo a orar; uno era fariseo, y el otro, recaudador de impuestos. 11 El fariseo, puesto en pie y a solas, oraba: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni como ese recaudador de impuestos. 12 Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo”. 13 En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”.
14 »Les digo que este y no aquel volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido».
Jesús y los niños(C)
15 También le llevaban niños pequeños a Jesús para que los tocara. Al ver esto, los discípulos reprendían a quienes los llevaban. 16 Pero Jesús llamó a los niños y dijo: «Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 17 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él».
El dirigente rico(D)
18 Cierto dirigente preguntó a Jesús:
—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
19 —¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino solo Dios. 20 Ya sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no presentes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”.[o]
21 —Todo eso lo he cumplido desde que era joven —dijo el hombre.
22 Al oír esto, Jesús añadió:
—Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
23 Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, pues era muy rico. 24 Al verlo tan afligido, Jesús comentó:
—¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! 25 En realidad, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
26 Los que lo oyeron preguntaron:
—Entonces, ¿quién podrá salvarse?
27 —Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios —aclaró Jesús.
28 —Mira —le dijo Pedro—, nosotros hemos dejado todo lo que teníamos para seguirte.
29 —Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por causa del reino de Dios haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos 30 recibirá mucho más en este tiempo; y en la edad venidera, la vida eterna.
Jesús predice de nuevo su muerte(E)
31 Entonces Jesús tomó aparte a los doce y dijo: «Ahora vamos subiendo a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que escribieron los profetas acerca del Hijo del hombre. 32 En efecto, será entregado a los gentiles. Se burlarán de él, lo insultarán, le escupirán; 33 y, después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día resucitará».
34 Los discípulos no entendieron nada de esto. Les era incomprensible, pues no captaban el sentido de lo que hablaba.
Un mendigo ciego recibe la vista(F)
35 Sucedió que al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna. 36 Cuando oyó a la multitud que pasaba, preguntó qué acontecía.
37 —Jesús de Nazaret está pasando por aquí —respondieron.
38 —¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! —gritó el ciego.
39 Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él se puso a gritar aún más fuerte:
—¡Hijo de David, ten compasión de mí!
40 Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando el ciego se acercó, preguntó Jesús:
41 —¿Qué quieres que haga por ti?
Y él dijo:
—Señor, quiero ver.
42 —¡Recibe la vista! —le dijo Jesús—, tu fe te ha sanado.
43 Al instante recobró la vista. Entonces, glorificando a Dios, comenzó a seguir a Jesús y todos los que lo vieron daban alabanza a Dios.
Zaqueo, el recaudador de impuestos
19 Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. 2 Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era rico. 3 Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. 4 Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol sicómoro para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí.
5 Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
—Zaqueo, baja enseguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa.
6 Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa.
7 Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador».
8 Pero Zaqueo dijo resueltamente:
—Mira, Señor, ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.
9 —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Parábola del dinero
11 Como la gente lo escuchaba, pasó a contarles una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento. 12 Así que les dijo: «Un hombre de la nobleza se fue a un país lejano para ser coronado rey y luego regresar. 13 Llamó a diez de sus siervos y entregó a cada cual una buena cantidad de dinero.[p] Les instruyó: “Hagan negocio con este dinero hasta que yo vuelva”. 14 Pero sus súbditos lo odiaban y mandaron tras él una delegación a decir: “No queremos a este por rey”.
15 »A pesar de todo, fue nombrado rey. Cuando regresó a su país, mandó llamar a los siervos a quienes había entregado el dinero, para enterarse de lo que habían ganado. 16 Se presentó el primero y dijo: “Señor, su dinero[q] ha producido diez veces más”. 17 “¡Hiciste bien, siervo bueno! —respondió el rey—. Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades”. 18 Se presentó el segundo y dijo: “Señor, su dinero ha producido cinco veces más”. 19 El rey respondió: “A ti te pongo sobre cinco ciudades”.
20 »Llegó otro siervo y dijo: “Señor, aquí tiene su dinero; lo he tenido guardado, envuelto en un pañuelo. 21 Es que le tenía miedo a usted, que es un hombre muy exigente: toma lo que no depositó y cosecha lo que no sembró”. 22 El rey contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré? 23 Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al regresar pudiera reclamar los intereses?”. 24 Luego dijo a los presentes: “Quítenle el dinero y dénselo al que recibió diez veces más”. 25 “Señor —protestaron—, ¡él ya tiene diez veces más!”. 26 El rey contestó: “Les aseguro que a todo el que tiene se le dará más, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. 27 Pero en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, tráiganlos acá y mátenlos delante de mí”».
La entrada triunfal(G)(H)
28 Dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén. 29 Cuando se acercó a Betfagué y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos con este encargo: 30 «Vayan a la aldea que tienen enfrente y, al entrar en ella, encontrarán atado un burrito en el que nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá. 31 Y si alguien pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, díganle: “El Señor lo necesita”».
32 Fueron y lo encontraron tal como él les había dicho. 33 Cuando estaban desatando el burrito, los dueños preguntaron:
—¿Por qué desatan el burrito?
34 —El Señor lo necesita —contestaron.
35 Se lo llevaron, pues, a Jesús. Luego pusieron sus mantos encima del burrito y ayudaron a Jesús a montarse. 36 A medida que avanzaba, la gente tendía sus mantos sobre el camino.
37 Al acercarse él a la bajada del monte de los Olivos, todos los discípulos se entusiasmaron y comenzaron a alabar a Dios por tantos milagros que habían visto. 38 Gritaban:
—¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor![r]
—¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
39 Algunos de los fariseos que estaban entre la gente reclamaron a Jesús:
—¡Maestro, reprende a tus discípulos!
40 Pero él respondió:
—Les aseguro que, si ellos se callan, gritarán las piedras.
Jesús en el Templo(I)
41 Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. 42 Dijo:
—¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos. 43 Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro, te rodearán y te encerrarán por todos lados. 44 Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán piedra sobre piedra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte.[s]
45 Luego entró en el Templo[t] y comenzó a echar de allí a los que estaban vendiendo. 46 «Escrito está —dijo—: “Mi casa será casa de oración”,[u] pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».[v]
47 Todos los días enseñaba en el Templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la Ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo. 48 Sin embargo, no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba con gran interés.
La autoridad de Jesús puesta en duda(J)
20 Un día, mientras Jesús enseñaba al pueblo en el Templo y les predicaba las buenas noticias, se acercaron los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, junto con los líderes religiosos.
2 —Dinos con qué autoridad haces esto —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad?
3 —Yo también voy a hacerles una pregunta a ustedes —respondió él—. Díganme: 4 El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de los hombres?
5 Ellos, pues, lo discutieron entre sí: «Si respondemos “del cielo”, nos dirá “¿por qué no le creyeron?”.
Footnotes
- 15:8 monedas de plata. Lit. dracmas.
- 15:21 hijo. Var. hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.
- 16:6 cien barriles. Lit. cien batos (unos 3,000 l).
- 16:7 cien bultos. Lit. cien coros (unas 30 toneladas).
- 16:8 administrador deshonesto. Alt. administrador de riquezas mundanas. Lit. administrador de injusticia.
- 16:9 se valgan … amigos. Lit. se hagan amigos por medio del dinero de injusticia.
- 16:10 fiel. Alt. digno de confianza; también en vv. 11 y 12.
- 16:10 el que no es honrado. Lit. el que es injusto.
- 16:11 las riquezas deshonestas. Lit. el dinero injusto.
- 16:16 se esfuerzan por entrar en él. Alt. hacen violencia por entrar en él, o hacen violencia contra él.
- 16:23 los dominios de la muerte. Lit. el Hades.
- 17:21 entre. Alt. dentro de.
- 17:24 Var. no incluye: en su día.
- 17:36 Algunos manuscritos agregan lo siguiente: Estarán dos hombres en el campo: uno será llevado y el otro será dejado (véase Mt 24:40).
- 18:20 Éx 20:12-16; Dt 5:16-20.
- 19:13 y entregó … de dinero. Lit. y les entregó diez minas (una mina equivalía al salario de unos tres meses).
- 19:16 dinero. Lit. mina; también en vv. 18, 20 y 24.
- 19:38 Sal 118:26.
- 19:44 el tiempo … salvarte. Lit. el tiempo de tu visitación.
- 19:45 Es decir, en el área general del Templo.
- 19:46 Is 56:7.
- 19:46 Jer 7:11.
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