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Jesús envía a los doce discípulos

Cierto día, Jesús reunió a sus doce discípulos[a] y les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y sanar enfermedades. Luego los envió para que anunciaran a todos acerca del reino de Dios y sanaran a los enfermos. Les dio las siguientes instrucciones: «No lleven nada para el viaje, ni bastón, ni bolso de viaje, ni comida, ni dinero,[b] ni siquiera una muda de ropa. Por todo lugar que vayan, quédense en la misma casa hasta salir de la ciudad. Y si en algún pueblo se niegan a recibirlos, sacúdanse el polvo de los pies al salir para mostrar que abandonan a esas personas a su suerte».

Entonces ellos comenzaron su recorrido por las aldeas para predicar la Buena Noticia y sanar a los enfermos.

La confusión de Herodes

Cuando Herodes Antipas, el gobernante de Galilea,[c] oyó hablar de todo lo que Jesús hacía, quedó perplejo. Algunos decían que Juan el Bautista había resucitado de los muertos. Otros pensaban que Jesús era Elías o algún otro profeta, levantado de los muertos.

«Decapité a Juan—decía Herodes—, así que, ¿quién es este hombre de quien oigo tantas historias?». Y siguió tratando de ver a Jesús.

Jesús alimenta a cinco mil

10 Cuando los apóstoles regresaron, le contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Luego él se retiró con ellos sin llamar la atención hacia la ciudad de Betsaida, 11 pero las multitudes descubrieron adónde iba y lo siguieron. Jesús los recibió y les enseñó acerca del reino de Dios y sanó a los que estaban enfermos.

12 Al atardecer, los doce discípulos se le acercaron y le dijeron:

—Despide a las multitudes para que puedan conseguir comida y encontrar alojamiento para la noche en las aldeas y granjas cercanas. En este lugar alejado no hay nada para comer.

13 Jesús les dijo:

—Denles ustedes de comer.

—Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados—le respondieron—. ¿O esperas que vayamos y compremos suficiente comida para toda esta gente?

14 Pues había alrededor de cinco mil hombres allí.

Jesús les respondió:

—Díganles que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno.

15 Entonces todos se sentaron. 16 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Luego, a medida que partía los panes en trozos, se los daba a sus discípulos junto con los pescados para que los distribuyeran entre la gente. 17 Todos comieron cuanto quisieron, y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró.

Declaración de Pedro acerca de Jesús

18 Cierto día, Jesús se alejó de las multitudes para orar a solas. Solo estaban con él sus discípulos, y les preguntó:

—¿Quién dice la gente que soy?

19 —Bueno—contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen que eres uno de los otros antiguos profetas, que volvió de la muerte.

20 Entonces les preguntó:

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?

Pedro contestó:

—¡Tú eres el Mesías[d] enviado por Dios!

Jesús predice su muerte

21 Jesús les advirtió a sus discípulos que no dijeran a nadie quién era él.

22 —El Hijo del Hombre[e] tendrá que sufrir muchas cosas terribles —les dijo—. Será rechazado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los maestros de la ley religiosa. Lo matarán, pero al tercer día resucitará.

23 Entonces dijo a la multitud: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme. 24 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 25 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero te pierdes o destruyes a ti mismo? 26 Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. 27 Les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán sin antes ver el reino de Dios».

La transfiguración

28 Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar. 29 Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca resplandeciente. 30 De repente aparecieron dos hombres, Moisés y Elías, y comenzaron a hablar con Jesús. 31 Se veían llenos de gloria. Y hablaban sobre la partida de Jesús de este mundo, lo cual estaba a punto de cumplirse en Jerusalén.

32 Pedro y los otros se durmieron. Cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres de pie junto a él. 33 Cuando Moisés y Elías comenzaron a irse, Pedro, sin saber siquiera lo que decía, exclamó: «Maestro, ¡es maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas como recordatorios:[f] una para ti, una para Moisés y la otra para Elías». 34 Pero no había terminado de hablar cuando una nube los cubrió y, mientras los cubría, se llenaron de miedo.

35 Entonces, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi Hijo, mi Elegido.[g] Escúchenlo a él». 36 Cuando la voz terminó de hablar, Jesús estaba allí solo. En aquel tiempo, no le contaron a nadie lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

37 Al día siguiente, después que bajaron del monte, una gran multitud salió al encuentro de Jesús. 38 Un hombre de la multitud le exclamó:

—Maestro, te suplico que veas a mi hijo, el único que tengo. 39 Un espíritu maligno sigue apoderándose de él, haciéndolo gritar. Le causa tales convulsiones que echa espuma por la boca; lo sacude violentamente y casi nunca lo deja en paz. 40 Les supliqué a tus discípulos que expulsaran ese espíritu, pero no pudieron hacerlo.

41 —Gente corrupta y sin fe—dijo Jesús—, ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos?

Entonces le dijo al hombre:

—Tráeme a tu hijo aquí.

42 Cuando el joven se acercó, el demonio lo arrojó al piso y le causó una violenta convulsión; pero Jesús reprendió al espíritu maligno[h] y sanó al muchacho. Después lo devolvió a su padre. 43 El asombro se apoderó de la gente al ver esa majestuosa demostración del poder de Dios.

Jesús predice otra vez su muerte

Mientras todos se maravillaban de las cosas que él hacía, Jesús dijo a sus discípulos: 44 «Escúchenme y recuerden lo que digo. El Hijo del Hombre será traicionado y entregado en manos de sus enemigos». 45 Sin embargo, ellos no entendieron lo que quiso decir. El significado de lo que decía estaba oculto de ellos, por eso no pudieron entender y tenían miedo de preguntarle.

El más importante en el reino

46 Entonces los discípulos comenzaron a discutir entre ellos acerca de quién era el más importante. 47 Pero Jesús conocía lo que ellos pensaban, así que trajo a un niño y lo puso a su lado. 48 Luego les dijo: «Todo el que recibe de mi parte[i] a un niño pequeño como este, me recibe a mí; y todo el que me recibe a mí, también recibe al Padre, quien me envió. El más insignificante entre ustedes es el más importante».

Uso del nombre de Jesús

49 Juan le dijo a Jesús:

—Maestro, vimos a alguien usar tu nombre para expulsar demonios, pero le dijimos que no lo hiciera porque no pertenece a nuestro grupo.

50 Jesús le dijo:

—¡No lo detengan! Todo el que no está en contra de ustedes está a su favor.

Oposición de los samaritanos

51 Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén. 52 Envió mensajeros por delante a una aldea de Samaria para que se hicieran los preparativos para su llegada, 53 pero los habitantes de la aldea no recibieron a Jesús porque iba camino a Jerusalén. 54 Cuando Santiago y Juan vieron eso, le dijeron a Jesús: «Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que los consuma[j]?». 55 Entonces Jesús se volvió a ellos y los reprendió.[k] 56 Así que siguieron de largo hacia otro pueblo.

Lo que cuesta seguir a Jesús

57 Mientras caminaban, alguien le dijo a Jesús:

—Te seguiré a cualquier lugar que vayas.

58 Jesús le respondió:

—Los zorros tienen cuevas donde vivir y los pájaros tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene ni siquiera un lugar donde recostar la cabeza.

59 Dijo a otro:

—Ven, sígueme.

El hombre aceptó, pero le dijo:

—Señor, deja que primero regrese a casa y entierre a mi padre.

60 Jesús le dijo:

—¡Deja que los muertos espirituales entierren a sus propios muertos![l] Tu deber es ir y predicar acerca del reino de Dios.

61 Otro dijo:

—Sí, Señor, te seguiré, pero primero deja que me despida de mi familia.

62 Jesús le dijo:

—El que pone la mano en el arado y luego mira atrás no es apto para el reino de Dios.

Footnotes

  1. 9:1 En griego los Doce; otros manuscritos dicen los doce apóstoles.
  2. 9:3 O monedas de plata.
  3. 9:7 En griego Herodes el tetrarca. Herodes Antipas era hijo del rey Herodes y gobernador de Galilea.
  4. 9:20 O el Cristo. Tanto Mesías (término hebreo) como Cristo (término griego) significan «ungido».
  5. 9:22 «Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo.
  6. 9:33 En griego tres tabernáculos.
  7. 9:35 Algunos manuscritos dicen Este es mi Hijo muy amado.
  8. 9:42 En griego impuro.
  9. 9:48 En griego en mi nombre.
  10. 9:54 Algunos manuscritos agregan como hizo Elías.
  11. 9:55 Algunos manuscritos amplían el versículo 55 y agregan una oración adicional en el versículo 56: Y él dijo: «Ustedes no se dan cuenta de cómo es su corazón. 56 Pues el Hijo del Hombre no vino a destruir vidas, sino a salvarlas».
  12. 9:60 En griego Deja que los muertos entierren a sus propios muertos.

Misión de los doce

Reuniendo Jesús a los doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios(A) y para sanar enfermedades. Los envió a proclamar el reino de Dios(B) y a sanar a los enfermos. Y les dijo: «(C)No tomen nada para el camino, ni bordón, ni alforja[a], ni pan, ni dinero; ni tengan dos túnicas cada uno(D). En cualquier casa donde entren, quédense allí, y sea de allí su salida. En cuanto a los que no los reciban, al salir de esa ciudad, sacudan el polvo de sus pies en testimonio contra ellos(E)».

Entonces salieron, e iban por las aldeas anunciando(F) el evangelio y sanando por todas partes.

Herodes oye hablar de Jesús

(G)Herodes el tetrarca(H) se enteró de todo lo que estaba pasando, y estaba muy perplejo, porque algunos decían que Juan(I) había resucitado de entre los muertos, otros, que Elías había aparecido, y otros, que algún profeta(J) de los antiguos había resucitado. Entonces Herodes dijo: «A Juan yo lo hice decapitar; ¿quién es, entonces, Este de quien oigo tales cosas?». Y procuraba ver a Jesús(K).

Alimentación de los cinco mil

10 Cuando los apóstoles regresaron, dieron cuenta a Jesús de todo lo que habían hecho(L). Y (M)tomándolos con Él, se retiró aparte a una ciudad llamada Betsaida(N). 11 Pero cuando la gente[b] se dio cuenta de esto, lo siguió; y Jesús, recibiéndolos, les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que tenían necesidad de ser curados.

12 El día comenzaba a declinar, y acercándose los doce, le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a las aldeas y campos de los alrededores, y hallen alojamiento y consigan alimentos[c]; porque aquí estamos en un lugar desierto». 13 «Denles ustedes de comer», les dijo Jesús. Y ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos y compremos alimentos para toda esta gente». 14 Porque había como 5,000 hombres. Y Jesús dijo a Sus discípulos: «Hagan que se recuesten en grupos(O) como de cincuenta cada uno».

15 Así lo hicieron, haciendo recostar a todos. 16 Tomando Él los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y los iba dando a los discípulos para que los sirvieran a[d] la gente. 17 Todos comieron y se saciaron; y se recogieron de lo que les sobró de los pedazos: doce cestas llenas(P).

La confesión de Pedro

18 (Q)Estando Jesús orando a solas(R), estaban con Él los discípulos, y les preguntó: «¿Quién dicen las multitudes que soy Yo?». 19 Entonces ellos respondieron: «Unos, Juan el Bautista, otros, Elías, y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado». 20 «Y ustedes ¿quién dicen que soy Yo?» les preguntó. Y Pedro le respondió: «El Cristo[e] de Dios(S)».

21 Pero Jesús, advirtiéndoles severamente, les mandó que no dijeran esto a nadie(T), 22 y les dijo: «(U)El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos(V), los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día».

23 Y a todos les decía: «Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame(W). 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ese la salvará(X). 25 Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si[f] él mismo se destruye o se pierde(Y)? 26 Porque el que se avergüence de Mí y de Mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en Su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles(Z). 27 Pero en verdad les digo que hay algunos de los que están aquí, que no probarán la muerte hasta que vean(AA) el reino de Dios».

La transfiguración

28 (AB)Y como ocho días después de estas palabras, Jesús tomó con Él a Pedro, a Juan y a Jacobo[g](AC), y subió al monte(AD) a orar(AE). 29 Mientras oraba(AF), la apariencia de Su rostro se hizo otra(AG), y Su ropa se hizo blanca y resplandeciente[h].

30 Y de repente dos hombres hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías, 31 quienes apareciendo en gloria[i], hablaban de la partida de Jesús(AH) que Él estaba a punto de cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros habían sido vencidos por el sueño(AI), pero cuando estuvieron bien despiertos, vieron la gloria de Jesús y a los dos varones que estaban con Él. 33 Y al retirarse ellos de Él, Pedro dijo a Jesús: «Maestro(AJ), es bueno quedarnos aquí; hagamos tres enramadas[j], una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías(AK)». Pero Pedro no sabía lo que decía(AL).

34 Entonces, mientras él decía esto, se formó una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. 35 Y una voz salió de la nube, que decía: «Este es Mi Hijo, Mi Escogido[k](AM); oigan a Él». 36 Después de oírse la voz[l], Jesús quedó solo. Ellos mantuvieron esto en secreto; por aquellos días no contaron nada de lo que habían visto(AN).

Jesús sana a un muchacho endemoniado

37 (AO)Y aconteció que al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud le salió al encuentro. 38 En ese momento un hombre de la multitud gritó: «Maestro, te suplico que veas a mi hijo, pues es el único que tengo[m], 39 y sucede que un espíritu se apodera de él, y de repente da gritos, y el espíritu hace que caiga con convulsiones, echando[n] espumarajos; y cuando lo estropea, a duras penas se aparta de él. 40 Entonces rogué a Tus discípulos que echaran fuera ese espíritu, y no pudieron».

41 Jesús les respondió: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con ustedes y he de soportarlos? Trae acá a tu hijo». 42 Cuando este se acercaba, el demonio lo derribó y lo hizo caer con convulsiones. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho y se lo devolvió a su padre. 43 Y todos estaban admirados de la grandeza[o] de Dios(AP).

Jesús anuncia otra vez Su muerte

(AQ)Mientras todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, Jesús dijo a Sus discípulos: 44 «Hagan[p] que estas palabras penetren en sus oídos, porque el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres(AR)». 45 Pero ellos no entendían(AS) estas palabras[q], y les estaban veladas para que no las comprendieran; y temían preguntar a Jesús acerca de ellas[r].

El mayor en el reino de los cielos

46 (AT)Y comenzó[s] una discusión entre ellos, sobre quién de ellos sería el mayor. 47 Entonces Jesús, sabiendo lo que pensaban(AU) en[t] sus corazones, tomó a un niño y lo puso a Su lado. 48 «El que reciba a este niño en Mi nombre», les dijo, «me recibe a Mí; y el que me recibe a Mí, recibe a Aquel que me envió(AV); porque el que es más pequeño[u] entre todos ustedes, ese es grande(AW)».

49 (AX)Y Juan respondió: «Maestro(AY), vimos a uno echando fuera demonios en Tu nombre, y tratamos de impedírselo porque no anda con nosotros». 50 Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan; porque el que no está contra ustedes, está con ustedes(AZ)».

Jesús reprende a Jacobo y a Juan

51 Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión[v](BA), Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén(BB). 52 Y envió mensajeros delante de Él; y ellos fueron y entraron en una aldea de los samaritanos(BC) para hacer los preparativos para Él. 53 Pero no lo recibieron, porque sabían que había determinado ir a[w] Jerusalén(BD).

54 Al ver esto, Sus discípulos Jacobo[x] y Juan(BE), dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma[y](BF)?». 55 Pero Él, volviéndose, los reprendió,[z] y dijo: «Ustedes no saben de qué espíritu son, 56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas». Y se fueron a otra aldea.

Lo que demanda el discipulado

57 Mientras ellos iban por el camino(BG), (BH)uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». 58 «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos», le dijo Jesús, «pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza(BI)».

59 A otro le dijo: «Ven tras Mí(BJ)». Pero él contestó: «Señor[aa], permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». 60 «Deja que los muertos entierren a sus muertos», le respondió Jesús; «pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios(BK)».

61 También otro dijo: «Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa(BL)». 62 Pero Jesús le dijo: «Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás(BM), es apto para el reino de Dios».

Footnotes

  1. Lucas 9:3 O bolsa.
  2. Lucas 9:11 Lit. las multitudes.
  3. Lucas 9:12 Lit. provisiones.
  4. Lucas 9:16 Lit. pusieran delante de.
  5. Lucas 9:20 I.e. El Mesías.
  6. Lucas 9:25 Lit. y.
  7. Lucas 9:28 O Santiago.
  8. Lucas 9:29 Lit. centelleando como el rayo.
  9. Lucas 9:31 O relampagueante.
  10. Lucas 9:33 O tiendas sagradas.
  11. Lucas 9:35 Algunos mss. dicen: Amado.
  12. Lucas 9:36 Lit. ocurrió.
  13. Lucas 9:38 O es mi unigénito.
  14. Lucas 9:39 Lit. con.
  15. Lucas 9:43 O majestad.
  16. Lucas 9:44 Lit. Pongan.
  17. Lucas 9:45 Lit. esta palabra.
  18. Lucas 9:45 Lit. esta palabra.
  19. Lucas 9:46 Lit. se introdujo.
  20. Lucas 9:47 Lit. el razonamiento de.
  21. Lucas 9:48 O humilde.
  22. Lucas 9:51 Lit. su recepción arriba.
  23. Lucas 9:53 Lit. porque su rostro iba hacia.
  24. Lucas 9:54 O Santiago.
  25. Lucas 9:54 Algunos mss. agregan: como lo hizo también Elías.
  26. Lucas 9:55 Muchos mss. antiguos no incluyen las palabras: y dijo: Ustedes...sino para salvarlas, de los vers. 55 y 56.
  27. Lucas 9:59 Algunos mss. no incluyen: Señor.

Jesús envía a los doce apóstoles

(Mt 10:5-15; Mr 6:7-13)

Jesús reunió a los doce y les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades. Luego los mandó a anunciar el reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles:

—No lleven nada para el camino: ni bastón, ni bolsa, ni alimentos, ni dinero ni un cambio de ropa. Quédense en la casa a donde lleguen hasta que se vayan del pueblo. Si no les dan la bienvenida en un pueblo, sacúdanse el polvo de los pies a manera de advertencia para ellos.

Entonces los seguidores de Jesús salieron y fueron por todos los pueblos anunciando la buena noticia y sanando a la gente en todas partes.

Herodes está confuso acerca de Jesús

(Mt 14:1-12; Mr 6:14-29)

Herodes, el gobernador, se enteró de todo lo que estaba pasando. Quedó confuso porque algunos decían que Juan[a] había resucitado de entre los muertos, otros que Elías había aparecido, y otros que era uno de los antiguos profetas que había resucitado. Pero Herodes dijo: «Yo le corté la cabeza a Juan. Entonces ¿quién es este del que oigo decir todo esto?» Y trataba de ver a Jesús.

Jesús alimenta a más de 5000

(Mt 14:13-21; Mr 6:30-44; Jn 6:1-14)

10 Cuando los apóstoles regresaron, le contaron a Jesús todo lo que había pasado. Entonces Jesús se los llevó a un pueblo llamado Betsaida para estar a solas. 11 Pero la gente se enteró y también fue. Jesús los recibió bien, les habló del reino de Dios y sanó a los que tenían enfermedades.

12 Al atardecer, los doce se acercaron a Jesús y le dijeron:

—Dile a la gente que se vaya a los pueblos y campos cercanos a conseguir comida y un lugar donde dormir, porque estamos en un lugar muy solitario.

13 Pero Jesús les dijo:

—Denles ustedes de comer.

Ellos le dijeron:

—Sólo tenemos cinco panes y dos pescados, a menos que quieras que vayamos a comprar comida para toda esta gente.

14 Había allí como 5000 hombres. Pero Jesús les dijo a sus seguidores:

—Díganles que se sienten en grupos de más o menos 50.

15 Ellos así lo hicieron y todos se sentaron. 16 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados. Miró al cielo y dio gracias a Dios por la comida. Partió los panes y los peces y se los dio a sus seguidores para que se los repartieran a la gente. 17 Todos comieron y quedaron satisfechos. Recogieron de lo que les sobró doce canastas llenas.

Pedro dice que Jesús es el Mesías

(Mt 16:13-19; Mr 8:27-29)

18 Un día mientras Jesús estaba orando a solas, sus seguidores se acercaron y él les preguntó:

—¿Quién dice la gente que soy yo?

19 Ellos contestaron:

—Algunos creen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres Elías y otros que uno de los antiguos profetas que ha resucitado.

20 Él les dijo:

—¿Y ustedes quién dicen que soy yo?

Pedro respondió:

—El Mesías de Dios.

21 Jesús les advirtió que no se lo dijeran a nadie.

Jesús habla de su muerte

(Mt 16:21-28; Mr 8:31-9:1)

22 Entonces les dijo:

—El Hijo del hombre tiene que pasar por muchos sufrimientos y ser rechazado por los ancianos líderes, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Tiene que morir, pero a los tres días resucitará.

23 Después Jesús les dijo a todos:

—Si alguien quiere ser mi seguidor, tiene que renunciar a sí mismo, aceptar la cruz que se le da cada día y seguirme. 24 Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, la salvará. 25 De nada vale tener todo el mundo si uno mismo se destruye o se pierde. 26 Si alguien se avergüenza de mí[b] y de mi enseñanza, entonces yo me avergonzaré de él cuando venga en mi gloria y en la gloria de mi Padre y de los santos ángeles. 27 Pero les digo la verdad: algunos de los que están aquí no morirán sin antes haber visto el reino de Dios.

Jesús con Moisés y Elías

(Mt 17:1-8; Mr 9:2-8)

28 Más o menos ocho días después de decir estas palabras, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña a orar. 29 Mientras Jesús oraba, su cara cambió y su ropa se volvió de color blanco muy brillante. 30 Entonces dos hombres hablaban con él; eran Moisés y Elías, 31 que se veían también llenos de esplendor. Los dos hablaban de la muerte de Jesús, que iba a ocurrir en Jerusalén. 32 Pedro y los que estaban con él, se habían quedado dormidos. Pero cuando se despertaron, vieron la gloria de Jesús y también a los dos hombres que estaban al lado de él. 33 Cuando Moisés y Elías se iban, Pedro, sin saber lo que decía, le dijo a Jesús:

—Maestro, qué bueno que estemos aquí. Permítenos hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

34 Pero mientras decía esto, una nube llegó y los envolvió. Los seguidores estaban muy asustados cuando entraron en la nube. 35 Entonces salió de la nube una voz que decía: «Este es mi Hijo, mi elegido. ¡Escúchenlo!» 36 Después de que se dejó de oír la voz, Jesús quedó solo. Pedro, Juan y Santiago guardaron silencio. Por un tiempo no le dijeron a nadie lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho

(Mt 17:14-18; Mr 9:14-27)

37 Al día siguiente bajaron de la montaña y mucha gente salió al encuentro de Jesús. 38 Justo en ese momento, un hombre de la multitud gritó:

—Maestro, te ruego que veas a mi único hijo, porque 39 un espíritu se apodera de él. De repente grita, luego lo tira al suelo y le sale espuma por la boca. El espíritu lo sigue atormentando y lo deja rendido. 40 Les rogué a tus seguidores que expulsaran al espíritu, pero no pudieron.

41 Cuando Jesús escuchó esto, dijo:

—¡Partida[c] de incrédulos y pervertidos! ¿Cuánto tiempo más tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?

Entonces Jesús le dijo:

—Trae a tu hijo aquí.

42 Cuando el muchacho se acercaba, el demonio lo tiró al suelo y lo hizo convulsionar. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y lo regresó a su papá. 43 Toda la gente estaba asombrada por el gran poder de Dios.

Jesús habla otra vez de su muerte

(Mt 17:22-23; Mr 9:30-32)

Mientras toda la gente estaba asombrada de lo que Jesús había hecho, él les dijo a sus seguidores:

44 —Pongan mucha atención a lo que les voy a decir ahora. El Hijo del hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres.

45 Pero ellos no entendieron lo que decía, porque el mensaje estaba oculto para que no pudieran entenderlo. Tenían miedo de preguntarle qué quería decir.

El más importante

(Mt 18:1-5; Mr 9:33-37)

46 Los seguidores de Jesús comenzaron a discutir sobre quién de ellos era el más importante. 47 Jesús sabía lo que estaban pensando, por eso tomó a un niñito, lo puso a su lado y 48 les dijo:

—El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí. Y si me recibe a mí, también recibe a mi Padre que me envió. El más insignificante entre ustedes es el más importante.

El que no está en contra, está a favor

(Mr 9:38-40)

49 Juan le dijo:

—Maestro, vimos a alguien expulsando demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo porque no era uno de nosotros.

50 Pero Jesús le dijo:

—No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes.

Un pueblo samaritano

51 Cuando se acercaba el momento de que Jesús fuera llevado al cielo, se dirigió resueltamente a Jerusalén. 52 Envió a unos mensajeros antes de él a un pueblo samaritano para que prepararan todo para su llegada. 53 Pero los samaritanos no lo recibieron porque iba hacia Jerusalén. 54 Cuando sus seguidores Santiago y Juan vieron esto, dijeron:

—Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo para destruirlos?[d]

55 Pero Jesús se dio vuelta y los regañó.[e] 56 Luego se fueron a otro pueblo.

Seguir a Jesús

(Mt 8:19-22)

57 Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús:

—Te seguiré a dondequiera que vayas.

58 Entonces Jesús le dijo:

—Las zorras tienen sus madrigueras y las aves tienen sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene un lugar donde descansar la cabeza.

59 Jesús le dijo a otro:

—Sígueme.

Pero el hombre le dijo:

—Primero déjame ir a enterrar a mi papá.

60 Jesús le dijo:

—Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú ve y anuncia el reino de Dios.

61 También otro hombre le dijo:

—Yo te seguiré, Señor, pero primero deja que vaya a despedirme de mi familia.

62 Pero Jesús le dijo:

—Aquel que empieza a arar un campo y mira hacia atrás, no sirve para el reino de Dios.

Footnotes

  1. 9:7 Juan Juan el Bautista. Ver Lc 3:19-20.
  2. 9:26 Textualmente el Hijo del hombre. Ver vocabulario.
  3. 9:41 Partida Textualmente Generación.
  4. 9:54 Algunos manuscritos añaden: como lo hizo Elías.
  5. 9:55 Algunos manuscritos añaden: Y Jesús les dijo: «Ustedes no saben a qué espíritu pertenecen. 56 El Hijo del hombre no vino a destruir a la gente, sino a salvarla».