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Uno que sembraba, salió á sembrar su simiente; y sembrando, una parte cayó junto al camino, y fué hollada; y las aves del cielo la comieron.

Y otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.

Y otra parte cayó entre las espinas; y naciendo las espinas juntamente, la ahogaron.

Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando fué nacida, llevó fruto á ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oídos para oir, oiga.

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