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Historia de la gran cena

(Mt 22:1-10)

15 Cuando uno de los que estaba comiendo con él escuchó esto, dijo:

—Afortunado el que participe en la cena en el reino de Dios.

16 Entonces Jesús le dijo:

—Un hombre estaba preparando una gran cena e invitó a mucha gente. 17 Cuando llegó la hora de la cena, mandó a un siervo a decirles a los invitados: “¡Vengan, que todo está listo!” 18 Pero uno tras otro, todos empezaron a inventar excusas. El primero dijo: “Compré unas tierras y ahora debo ir a revisarlas. Por favor discúlpame”. 19 Otro dijo: “Compré cinco yuntas de bueyes y ahora debo ir a probarlos. Por favor discúlpame”. 20 Otro dijo también: “Me acabo de casar y no puedo ir”. 21 Cuando el siervo regresó, le contó a su patrón lo que le habían dicho. El patrón se enojó mucho y le dijo: “¡Ve rápido a las calles y a los callejones de la ciudad y trae a la cena a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos!” 22 Después el siervo le dijo: “Patrón, he hecho lo que me has ordenado y todavía hay espacio para más gente”. 23 Entonces le dijo al siervo: “Ve a los caminos y veredas, y haz venir a toda la gente para que se llene mi casa. 24 Porque les digo que ninguno de los que habían sido invitados probará mi cena”.

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Parábola de la gran cena

15 Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. 16 Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. 17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. 18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. 19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. 20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. 21 Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. 22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. 23 Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. 24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.

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